«La crítica no es una palmada en el hombro: es un puntapié, un sacudión», advierte Yanetsy Ariste. Foto: Cortesía de la entrevistada Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 09/02/2022 | 10:01 pm
PINAR DEL RÍO.— «La AHS es mi matria. Siempre que me llama, estoy; porque nunca me ha faltado». Así habla Yanetsy Ariste, escritora, periodista y quien ejerce, además, la crítica de arte.
Esta joven vueltabajera, miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y del Movimiento de Poetas del Mundo, es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Habana, y ha encontrado en la poesía «todo lo que hago y digo, porque tiene la fuerza para sanar, transformar y embellecer», asegura.
Parte de su obra crítica y literaria ha sido divulgada en revistas como Cauce, La Gaveta, El Caimán Barbudo, Cubaliteraria, Arte Cubano y en publicaciones extranjeras.
La autora de textos como Estaciones (Premio provincial José Álvarez Baragaño de poesía para adultos, 2017), y El caballero y la novia retrato (Premio Chicuelo de cuento infantil, 2018), bajo el sello editorial Loynaz, dialoga hoy con JR.
—Te inclinas por el periodismo cultural y Guerrillero te abre las puertas para ello. ¿Crees que has podido explotar al máximo la página de cultura del semanario? ¿Has logrado colocar en ella un espacio para la crítica de arte en el territorio?
—Mi objetivo en Guerrillero ha sido crear públicos sensibles al arte. Para que la crítica sea mejor entendida tiene que existir primero un público activo. A fin de cuentas, el destinatario de las reseñas en la prensa escrita no es el artista, sino el lector. Por eso, aunque publico reseñas, son más frecuentes los artículos que develan el circuito artístico, sus problemáticas, el valor social de la creación, los beneficios de su práctica y otros muchos temas que ayudan a entender cómo funciona el universo artístico y su importancia en la vida cotidiana. A la par, tampoco faltan los artículos que, con matiz historiográfico, descubren a personalidades de nuestra cultura, porque ello significa también proteger nuestro patrimonio inmaterial y lo que nos define.
—¿Crees que existe un empleo de la crítica de arte oportuna, fuerte, en el contexto cultural actual?
—Existen las herramientas: en las universidades se forman musicólogos, teatrólogos, historiadores del arte, etcétera, con suficiente metodología para ejercer el criterio. Existen los espacios, lo que considero que falta es ganas de ser agudos, meterse en problemas.
«El rol de los medios en ello es protagónico. Se puede publicar crítica de arte en revistas especializadas y usar al máximo las redes sociales, pero la televisión, la prensa escrita y la radio ofrecen a la palabra mayor receptividad y legitimación frente al público.
«La crítica no es una palmada en el hombro: es un puntapié, un sacudión; ella saca los procesos culturales de la zona de confort y los guía hacia la transgresión de las normas».
—Recientemente fuiste ganadora del premio Criticar es querer, como parte del Coloquio Nacional de Periodismo Cultural. Cuéntanos sobre el texto con el que obtienes el lauro. ¿Qué te motivó a escribir sobre el arte en tiempos de pandemia?
—El comentario Frivolización cultural: el arte breve en tiempos de pandemia, defiende la tesis de que la experiencia presencial (en cualquier manifestación artística) es insustituible, porque constituye una rutina sensorial donde están comprometidas la percepción visual, la auditiva, la táctil, la sinestésica y la olfativa. Sin embargo, el arte online solo espolea dos de nuestros sentidos y, por consiguiente, limita el cosmos de sensaciones y estímulos.
—En el mes de julio vio la luz Puntal, un boletín de la AHS de crítica y pensamiento que coordinas y diriges. ¿Qué ausencias o vacíos pretende cubrir la publicación?
—Puntal fue el sueño personal que germinó en un proyecto colectivo gracias al apoyo de la AHS en Pinar del Río, la Dirección Provincial de Cultura y el Centro Provincial del Libro y la Literatura, que lo auspicia; y gracias también a los jóvenes y amigos que me acompañan desde el inicio y conforman el equipo de redacción.
«Surgió de la necesidad de estimular la crítica de arte; un viejo reclamo emanado de los congresos de la AHS y de la Uneac. Su carácter mensual le permite marchar a la par de los acontecimientos artísticos y ser más efectiva como herramienta de transformación en su potencial estético sociológico».
—¿Qué criterios tienes sobre la AHS como espacio para el arte joven cubano?
—La organización acompaña el proceso creativo, posibilita numerosos espacios de circulación del arte en la capital y otras provincias; sus muchos eventos y festivales permiten la confrontación de criterios y estilos, y la retroalimentación que ello conlleva. Es mediadora entre el artista y las instituciones culturales y públicas, canaliza solicitudes, insatisfacciones y respalda proyectos. Valida, asesora, promociona, inserta a los artistas en las comunidades… y en las comunidades busca artistas».
—¿Qué te apasiona más de la literatura? ¿Poesía o narrativa? ¿Literatura para niños o para adultos?
—¡¿Qué me apasiona de la literatura, preguntas?! Que me permite ser, mutar… Escribir es un ejercicio de fe en uno mismo, un acto de deliberación espiritual. No existe un punto más puro para un escritor que el momento en que está a solas con su imaginación.
«No hago distinciones entre escribir para niños y para adultos, porque no decido el destinatario de mis textos en un acto racional, sino emocional, y si de géneros se trata, en primer lugar está la poesía, siempre».
—¿Has encontrado tus espacios desde provincia?
—Por fortuna, no ha pesado sobre mí el fatalismo geográfico, porque cuando se escoge la literatura como oficio solo se necesita serenidad para escribir. Pinar del Río es una ciudad serena, y en las madrugadas, imperturbablemente muda.
—¿Logras un lenguaje periodístico para el medio o sientes que lo mezclas con tu literatura?
—Sí puedo asegurarte que el periodismo marcó un punto de giro en mi modo de asumir la literatura. Ya no espero a la musa porque es inconstante: escribo por oficio, un poco cada día. Ese escribir bajo presión sin importar el estado de ánimo, así como el gusto por la investigación y el olfato para las buenas historias, los entrena el periodismo. Quizá cuando empecé en los medios, inconscientemente emanaba de mí un lenguaje más edulcorado, pero con el tiempo fui suprimiendo ese vicio y pude distanciar la redacción informativa de la literatura.
«Cada profesión que asumo exige un desdoblamiento: la crítica, el periodismo y la literatura poseen rasgos diferentes según el medio en el cual se esgrimen, aunque su función social es la misma. Son diferentes y, al mismo tiempo, semejantes.
«Mi pasión es escribir, escribir al margen del género, bajo el rigor y la belleza del lenguaje. Escribir para educar, transmutar y hacer futuro».