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Bernarda Alba y lo que esconde el pozo

Una adaptación de la obra teatral del poeta y dramaturgo Federico García Lorca se presentará durante febrero en la sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht, a cargo de la compañía teatral CLAU 

Autor:

Sergio Félix González Murguía

«EL poeta advierte que estos tres actos tienen la intención de un documental fotográfico». La frase corresponde a una nota previa, a modo de aclaración, con la que el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca (1898-1936), da la bienvenida al lector que decide adentrarse en los vericuetos de La casa de Bernarda Alba (1936), un clásico de la literatura universal.

Esas palabras resultaron un combustible esencial para que, más de ocho décadas después, el director español Carlos Aguilar decidiera realizar una nueva lectura de esta obra que, lejos de resultar anacrónica o pasada de moda, llega de la mano de la compañía teatral CLAU a la Sala Tito Junco, del Centro Cultural Bertolt Brecht, durante todos los fines de semana del mes de febrero.

El dramaturgo, radicado en la Mayor de las Antillas desde hace poco más de un año, ha reunido un nutrido elenco de actrices cubanas, entre reconocidas figuras de las tablas y jóvenes promesas.

Con ellas lleva adelante una propuesta escénica que ya presentó por primera vez en Bogotá en 2018, junto a actrices colombianas. Sin embargo, «esta puesta en escena es muy distinta a lo realizado anteriormente, pues ahora cuento con la experiencia previa del montaje en Colombia y las certezas de las rutas creativas que quiero transitar», asegura Carlos Aguilar a JR, durante uno de los ensayos de la novedosa adaptación de la última obra escrita por el poeta granadino, antes de ser fusilado por las tropas franquistas en 1936.

El proceso de montaje de La Casa de Bernarda Alba de Aguilar duró aproximadamente un año, para lo cual se debieron sortear los constantes cambios en la vida cotidiana que impuso el enfrentamiento a la actual pandemia de COVID-19 en el archipiélago cubano. Pero la espera terminó y el 21 de enero del presente año el público cubano pudo ver el resultado sobre las tablas, en una presentación especial durante un fin de semana en el teatro Martí, que arrancó los aplausos y las loas en redes sociales, sin duda un medidor de lo que veremos en la próximas presentaciones en el Bertolt Brecht.

A partir del texto original de Lorca, la versión de CLAU se centra en el modo en que cada una de las mujeres dentro de la casa vive el luto tiránico impuesto por la matriarca, con todas las implicaciones que ello conlleva. En esa realidad también influye un personaje que sirve de nexo entre el interior y el exterior de la casa —la criada—, que en esta versión cumple un papel más determinante.

Para Carlos Aguilar, Lorca retrata a una clase social moribunda que vio en el fascismo un revulsivo para sus aspiraciones materiales. «Esa burguesía terrateniente rural de la España de los años '20 y '30 es retratada en una casa de muertos y esa es una de las lecturas que hacemos con esta nueva versión. Por eso los personajes parecen muñecas inertes dominadas por Bernarda y eso lo vemos en las formas en que ellas hablan y se mueven en escena.

«Mostramos esta obra con una mirada un poco distinta, donde la criada es el punto de fuga de la obra y en su oposición a Bernarda planteamos esos dos mundos antagonistas que chocan. Sobre eso basamos la lectura: la criada, aunque asalariada de Bernarda, es la expresión de la libertad, de ese otro mundo que no es burguesía terrateniente y no se rige por la filosofía del “tener”; la asalariada vive en el “estar” y no le debe nada a Bernarda; es una trabajadora que entra y sale de esa casa y tendrá un final especial», comenta el dramaturgo, que ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura de Cuba y la Embajada de España en la Mayor de las Antillas para llevar a buen puerto esta puesta en escena.

Para lograrlo, además, Carlos Aguilar convocó a un elenco en el que cada personaje es asumido por dos actrices que se rotarán durante las más de diez presentaciones que tendrán lugar durante febrero. Las experimentadas Yordanka Ariosa y Yailin Coppola se ponen en la piel de una Bernarda Alba fuerte y amarga, a quien se suma la Poncia que interpretarán Mayra Mazorra y Monse Duani, así como la abuela aparecerá ante el público en la piel de las imponentes Ana Gloria Buduén e Iris Pérez. El papel de la criada ha sido reservado para las jóvenes Cindy Junco y Anabel Plá; esta última también tendrá a su cargo la interpretación del niño, junto a Sandra Anabel Espinosa.

Las hijas de Bernarda permitirán al público descubrir, o profundizar, en el talento de algunas jóvenes promesas de las tablas cubanas. Angustias (Osmara López y Ana María Ochoa), Magdalena (Ana Flavia Barrios y Lisette de León), Amelia (Sindy Rosario y Laura María Hernández), Martirio (Juannalise Ricardo y Sirya Arias) y Adela (Chabely Díaz y Sandra Castillo), subirán a escena, mientras que Anabel Arencibia asumirá el papel de la gata, para completar un elenco cuya dirección de actores fue responsabilidad del cubano Ulises González.

Más allá de la actuación, el elenco ha tenido que prepararse para asumir otras exigencias de la puesta en escena. «Hay muchos momentos que trascurren mediante coreografías, a los que se suma la música compuesta por Daniel Torres. Un violonchelo suena en vivo en el escenario —ejecutado por Yindra Mesa y Mariana Martínez— y constituye otra voz dentro de la casa, que acompaña las emociones con la música de cada escena», asegura el director español, quien presenta una obra de su autoría por primera vez ante el público cubano.

La trama se ve apoyada por una escenografía que, para el director, ofrece la sensación de que los personajes viven en las profundidades de un pozo, mediante la simulación de paredes agrietadas y una iluminación que figura los reflejos del agua. «Es una iluminación de muchas sombras y poca luz: la escenografía y las luces van en ese sentido para dar ese ambiente de que ellas están encerradas y se sienten pequeñas entre esas paredes altas», explica Carlos Aguilar, quien fundó la compañía teatral CLAU en 2006, en Barcelona.

Desde su nacimiento CLAU ha llevado adelante varias puestas en escena, fundamentalmente inspiradas en la obra del poeta soviético Vladímir Mayakovski (1893-1930), así como acercamientos a la figura del dramaturgo francés Bernard-Marie Koltès (1948-1989). Ahora le ha tocado el turno a Federico García Lorca y que ello le permita a Carlos Aguilar presentar su versión de La casa de Bernarda Alba en Cuba, es un motivo de deleite para el creador.

«Aquí la mayor parte del público conoce esa obra, porque la aprenden en las escuelas y como dramaturgo no parto de cero en la comunicación con este público. Sé que Lorca es un autor muy querido en este país, para la gente del teatro e incluso para quienes no pertenecen al gremio. Es fascinante y supone un reto, porque el público estará observando mi obra con una lupa muy precisa», asegura el también actor español, quien ha impartido algunos talleres en la Escuela Nacional de Arte y ha conocido de primera mano cómo es la formación de nuestros jóvenes artistas.

Carlos Aguilar no disimula su satisfacción por trabajar con un elenco enteramente cubano, joven en su mayoría. «Me asombró la formación que tienen los actores cubanos desde el inicio: su forma de expresarse, cómo se mueven y muchos hasta tienen condiciones para el canto. Y sobre todo ese amor que tienen por actuar, que es lo que más requiere el teatro».

Una dosis reforzada de ese amor lleno de talento es lo que podrá encontrar el público cubano con La casa de Bernarda Alba de la compañía teatral CLAU, uno de esos dulces pretextos para volver al teatro, un motivo para reencontrarse con Lorca y una oportunidad para averiguar lo que esconde el pozo.

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