Iván Giroud, presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Autor: Cortesía del Comité Organizador del Festival Publicado: 28/11/2020 | 11:01 pm
«¿Qué pasó? ¡Pasó la COVID!». ¡Obvio! No llevaba otra respuesta de Iván Giroud, presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, la pregunta de Juventud Rebelde que, dejándose llevar por el entusiasmo, se atrevió a imaginar a La Habana de principios de diciembre convertida nuevamente en la ciudad del mundo con más salas oscuras atrayendo al unísono a miles de adoradores del séptimo arte, sin siquiera detenerse a pensar que todavía la pandemia no ha dejado de castigar en los cuatro puntos cardinales.
«La convocatoria de la edición 42 se dio a conocer a inicios de marzo, y a finales de ese mes la COVID-19 estaba llegando a Cuba, lo cual condujo a que se pusieran en marcha las primeras medidas que conforman los protocolos de control sanitario para evitar los contagios. No obstante, decidimos seguir empeñados como si el Festival fuera a ocurrir, conscientes de que podían agravarse las circunstancias», le explica al diario Giroud, quien junto a su equipo del Comité Organizador continúa ultimando detalles para que la muy cercana cita cinematográfica (tendrá lugar del 3 al 13) sea un lindo regalo para sus coterráneos.
«A mediados de septiembre llegamos a creer que podría ser posible, cuando apreciamos que la COVID-19 en Cuba se hallaba bastante controlada, e incluso se esperaba que tras la segunda fase de la etapa de recuperación, las salas de cine empezaran a abrir con un aforo limitado. Hecha ya la selección, había que comunicarse con jurados, invitados extranjeros, productores de las películas, etc. Luego de las consultas pertinentes, decidimos reconfirmar la fecha del 42 Festival y dar a conocer el cartel, iniciando nuestra campaña de comunicación, pero de una manera más sobria esta vez, no tan incisiva como de costumbre.
«Solo que en los últimos tiempos, muchos países europeos tuvieron que ordenar nuevos confinamientos para enfrentar la segunda ola de la pandemia, mientras en Estados Unidos la situación se mostraba impactante, como complicada estaba en América Latina, lo cual nos colocó ante un escenario bastante difícil para continuar adelante con el Festival imaginado. A lo interno, el Aeropuerto Internacional José Martí permanecía todavía cerrado, al igual que los hoteles de La Habana... Fue cuando se determinó no sacrificar las fechas ya anunciadas y que el público pudiera disfrutar de su principal evento cinematográfico, pero en dos etapas.
«Algo sí nos quedó muy claro desde el principio: el Festival tenía que ser presencial. Esas posibilidades virtuales que han utilizado otros eventos rompen con los rasgos distintivos del nuestro, en el cual el público es el principal protagonista, el centro de todo.
«La solución que encontramos, atendiendo a que los cines aún se mantienen al 30 por ciento de su capacidad, fue proponerles ahora a nuestros seguidores fieles una programación extensa del Panorama Latinoamericano y una selección del Contemporáneo Internacional, conformado por películas de altos valores estéticos (toda esa información aparece en nuestra web: http://habanafilmfestival.com).
«Dejamos para marzo la mayoría de las secciones competitivas (de modo que no se distancie demasiado de este momento), cuando esperamos que la situación haya mejorado, porque para ese instante resulta imprescindible la presencia de jurados internacionales, de directores invitados a presentar sus películas, de aquellos que impartirán los talleres o participarán en el sector industria, el más profesional del Festival..., y que además el público pueda acompañarnos con su energía desbordada.
«En marzo nos volveremos a ver entre el 11 y el 21. Para entonces habrá alrededor de 105 títulos en concurso, además de otros que corresponden al Panorama Contemporáneo Internacional. Se añadirán aquellos que nos deben llegar del Festival de Berlín, y del Sundance. Una vez terminadas estas dos etapas, habrá tiempo suficiente para comprender realmente al Festival en su conjunto».
‒Cuando se dio la noticia, algunos medios insistieron más en que el Festival se había pospuesto que en que se realizaría en dos partes…
‒Sí, fue curioso, porque lo que en verdad ocurrirá es que en lugar de en diez días, el Festival se hará en 20. Si te fijas en este año de pandemia se pueden contar con los dedos de una mano los certámenes que se han mantenido, y el de La Habana se cuenta entre esos pocos que, insisto, ganó marzo y no perdió su acostumbrado diciembre. Considero que haber fragmentado el Festival no fue un acto voluntarioso, sino uno de resistencia en el sentido de luchar hasta el final por no perder una fecha que permanece muy viva en la memoria colectiva.
«Cierto, el esfuerzo ha sido grande, la clave de que este haya sido el resultado radicó en el punto de partida. Lo más difícil fue llegar a esa idea de fragmentar el Festival en dos “dosis”, para seguir con los términos de una campaña de comunicación que desde un inicio se propuso insistir en que lo más importante es preservar la salud, cuidarnos entre todos, y que por tanto había que ser muy disciplinados, responsables, respetar las medidas higiénico-sanitarias... De ello depende el éxito».
‒Que se trate de un Festival en tiempo de pandemia ha requerido que se pongan en práctica nuevas acciones...
‒Velar por la salud del público ha implicado que esta vez no se realicen las proyecciones diarias habituales en los cines, sino que se organicen tandas alternas en las cuales siempre se proyectarán películas diferentes. Luego el personal de las salas contará con dos horas para poder crear las condiciones necesarias de modo que los espectadores sean recibidos en un lugar seguro.
«Yara, Acapulco, Riviera, La Rampa y 23 y 12 serán los cines en función del Festival. La programación se ha concebido para que la gente tenga diversas opciones y pueda organizar mejor su tiempo. No existirán credenciales ni pasaportes, sino que optamos por la venta anticipada de entradas para evitar las aglomeraciones. Como están marcadas las lunetas, la compra se está llevando a cabo al estilo de los teatros, es decir, se conoce no solo la película, sino también el día, la hora y la sala exacta donde estará».
‒¿Qué paso esta vez con el Chaplin y el Karl Marx?
‒El Chaplin sigue en la reparación de uno de sus sistemas de aire acondicionado. En marzo ya lo tendremos listo, es nuestro cine de cabecera de la competencia. En cuanto al Karl Marx, no cuenta con proyector. Viene del extranjero cuando programamos la inauguración allí.
‒Sé que en esta ocasión, debido al contexto actual, estuvieron estudiando otras alternativas...
‒Efectivamente, si los cines no estaban en condiciones de abrir a plena capacidad, nos planteamos la posibilidad de hacer proyecciones al aire libre, en escenarios que fueran menos peligrosos para la COVID-19, pero apenas encontramos sitios con estas características, e igual había que tomar en consideración que las películas solo se podían ver de noche.
«Sin embargo, en esta edición logramos adentrarnos en un terreno que no habíamos explorado antes, porque creíamos imposible: que el Festival esté presente en la televisión. El espacio se nombrará Tierra en trance, y con la colaboración del Icaic y el ICRT, se transmitirá entre el 4 y 12 de diciembre, a las 9:00 p.m. por el Canal Educativo. De esta manera Cuba entera podrá sentirse también en Festival al poder disfrutar por dos horas de largometrajes, cortos y mediometrajes, de ficción y documentales, que hemos seleccionado, cuyos derechos hemos obtenido y que participan en el evento, que este diciembre exhibirá 92 títulos».
‒¿Qué otros desafíos tuvieron que enfrentar?
‒Todas las obras han sido enviadas por vía digital a través de internet. Ese era uno de los riesgos y retos que debíamos afrontar, con nuestro aeropuerto cerrado. Son películas de altísima resolución, de modo que hubo que pagar una conexión que garantizara la descarga. Hoy te puedo decir que están aquí, incluso, casi todas las de marzo. Ello nos permitió trabajar con calma la programación, sin cargar con el estrés de si la copia llegaría o no.
«Nos ayudó también el hecho de que hay menos títulos y no 300 o más como en anteriores ediciones. La pandemia nos ha obligado a pensar. Seguramente muchas de las decisiones tomadas ahora quedarán como modelo. Estamos bastante serenos porque creemos que el Festival está asegurado. Creo que la gente lo agradecerá mucho después de permanecer aislada en su casa tantos meses».
‒¿Cómo se comportó la respuesta de los cineastas?
‒Recibimos una cantidad de inscripciones impresionante, lo cual hizo muy difícil la selección, sobre todo porque estamos convencidos de que no deben entrar en concurso más de 20 películas, para que el jurado pueda apreciarlas como es debido, en las condiciones que se requiere, y tome las mejores decisiones.
‒Además de las exhibiciones, tendrá un adelanto el habitual evento teórico...
‒Porque se había pospuesto por la COVID-19, aprovecharemos para entregarle el Premio Nacional de Cine 2020 a Senel Paz (5 de diciembre, 4:00 p.m.), quien lo recibiera junto al inolvidable Paco Prats, fallecido lamentablemente este año, al igual que nuestro querido Juan Padrón. A esos dos imprescindibles y a los Estudios de Animación del Icaic se les dedicará el Encuentro Taller de la Crítica Cinematográfica (7 y 8, 10:00 a.m. y 2:00 p.m.). Asimismo, se hará público el resto de los premios del Fondo de Fomento del Cine Cubano (9) y se presentará la revista Cine Cubano en su nuevo formato (4, 11:00 a.m.).
«El 12, a las 11:00 a.m., en ceremonia oficial que se transmitirá de forma directa por nuestras redes, se otorgarán los Premios Coral de Guion inédito y de Cartel (la exposición abrirá el 4, a las 5:00 p.m.). Estos dos concursos pudimos adelantarlos al no exigir la presencia física del jurado internacional. En el primer caso, una vez informado el veredicto, el ganador ya puede empezar a moverse y a buscar un camino propio, lo cual resulta muy positivo».
‒¿Algún otro momento especial?
‒Sin dudas, la apertura del Festival en el Acapulco, la cual se transmitirá a todo el país por TV. Entonces se presentará, por primera vez, la copia restaurada de La última cena, de Tomás Gutiérrez Alea, uno de los clásicos del cine cubano (como las anteriores rescatadas de Titón, fue trabajada por la Academia de Hollywood).
«Justo ese día La última cena cumplirá 44 años de su estreno. Se trata de una película extraordinaria, a la que muchos se acercarán también por primera vez, pues hace mucho que no se exhibe, sin embargo, mantiene absoluta vigencia artística. Muestra una fotografía y una dirección de arte excepcionales, además de la maravilla del guion, de la puesta en escena, de todo lo demás. Sinceramente, son muy altas nuestras expectativas, porque estamos hablando de una película restaurada, salvada; una obra que quedará entre nosotros para siempre».