Juventud Rebelde abre Qué leer, una nueva sección para incentivar el hábito de la lectura Autor: Juventud Rebelde Publicado: 28/11/2017 | 10:13 pm
Termino de leer la reciente última edición de El derrumbe, de José Soler Puig, y me pregunto por qué esta novela, a pesar de que su asunto ha sido superado por el tiempo, nos sigue interesando.
Lo mismo podría uno preguntarse leyendo a Moby Dick, de Melville, y de tantas obras literarias que nunca parecen viejas. El secreto, por supuesto, radica en el estilo, en la construcción formal.
El asunto y el tema podrían dejar de interesarnos porque, como se dice por lo habitual, ya son historia antigua. Peripecias y conflictos se alejan en el tiempo. Ya la ciudad de Santiago donde discurre El derrumbe, ese Santiago de la primera mitad del siglo XX, y el Santiago de los primeros años de la Revolución, no existe en sus perfiles sociales, ni tampoco existen la mayoría de los tipos y caracteres que dieron vida a los personajes de esta novela de Soler.
En su margen conceptual, sin embargo, El derrumbe logra acercarnos una época ya vencida, como mostrándonos las razones por las cuales nuestro presente se aleja de aquellos tiempos. Pero creo que una novela no nos puede servir solo de fuente histórica. Más bien, debe de atraer, agradar e influir en los lectores por la intensidad técnica, estructural y estilística con que nos cuenta una historia, y nos delinea a sus personajes.
El derrumbe nos seduce, pues, porque a mi parecer el ingenio y el trabajo de Soler Puig mezclaron estructuras cinematográficas y teatrales, en una prosa construida sin un dato superfluo, sin un adjetivo parásito dentro de una atmósfera trágica y sugerente a la vez.
Dinámico el suceder de las escenas, como en el cine. Y como en el teatro, al fondo, la escenografía y el movimiento de las circunstancias; y en el proscenio, el diálogo que se sucede breve, cortante, revelador, esencial, con resonancias froidianas.
El derrumbe se levanta desde la metáfora para edificar una novela sin grietas, ni vacíos que la pongan en peligro de caerse de nuestras manos.