Elegancia y buen gusto. Autor: Alejandro A. Madorrán Durán Publicado: 21/09/2017 | 06:40 pm
Annia Ferrer aún conserva la máquina de coser de su abuela. Desde pequeña la observaba zurcir y bordar, y llenar la casa de retazos de telas. Aprendió con ella el arte discreto de la aguja y el hilo, la dedicación por el detalle y la paciencia del monje.
Ya de joven se interesó por las ciencias, exactamente por la Bioquímica, y su tiempo se volvió probetas, algoritmos y estructuras moleculares. Sin embargo, las exigencias de sus estudios no le impidieron seguir al lado de su abuela y de su vieja máquina de coser; aprendió a conjugar las labores científicas con el suave susurro de la tijera.
Han pasado años desde que se graduó y comenzó a trabajar en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. Es la misma Annia que observa desde uno de los balcones del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso hacia el interior de la sala donde varios modelos desfilan y lucen atuendos de diversos colores, diseños y telas finas, como parte de la Semana de la Moda en La Habana.
La joven recuerda la herencia de su abuela, para quien el rítmico sonido de la aguja movida por el pedaleo dejó de tener sentido cuando a la vejez llegó la desmemoria. No puedo evitar pensar en ella cuando habla sobre las enseñanzas de otra gran maestra, Carmen Fiol, quien, a sus 92 años, no se pierde ni un solo detalle del desfile en el que lucen sus confecciones, admiradas por un público que le rinde homenaje a su inmensa labor dedicada al arte del buen vestir.
Ignacio Carmona, miembro del equipo organizador de la Semana...
Un día antes, en la inauguración del evento, esta muchacha fue la protagonista al presentar su colección Origami, una serie de vestidos confeccionados según la técnica milenaria japonesa de plegar el papel (en este caso la tela) para formar diversas figuras. Annia participa en la segunda edición del encuentro nacional con la moda, y no se arrepiente de haber tomado la decisión, en el 2012, de abandonar su profesión para dedicarse por completo al diseño textil, entusiasmada por la aceptación que tenían las piezas que confeccionaba.
Al decir de Annia, la Semana de la Moda constituye el espacio idóneo para compartir con otros creadores, incluso, funciona como un estímulo a seguir confeccionando nuevos diseños. Para esta artesana resulta fundamental la retroalimentación con el público, que «esta vez se mostró maravilloso. La sala se llenó de personas. Es lindo cuando te hacen saber que les han encantado tus piezas».
Tejidos y razones
Que los artesanos pudieran exhibir sus obras más allá de los circuitos de comercialización, fue la principal motivación del surgimiento de una cita como la Semana de la Moda en La Habana. Así lo explica a Juventud Rebelde el artista Ignacio Carmona, miembro del comité organizador. «Los desfiles tienen el propósito de que las personas se interesen por vestuarios hechos con telas como el lino, el lienzo o el algodón, muy adecuadas para el clima de la Isla, a diferencia de las ofertas en poliéster y otros materiales más calurosos que abundan en el mercado», agrega.
De hecho, recuerda Ignacio, durante los años 80 se hizo muy frecuente el uso del lienzo. «Se trata de una tela muy noble, usada desde la época de la colonia, la cual, si es bien trabajada, con deshilados incrustaciones, encajes de bolillos, o con otras técnicas, puede dar muy bellas confecciones», insiste Carmona.
«La verdad es que con el lienzo las personas se veían espectacularmente bien vestidas», enfatiza el también fundador de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACCA) y presidente de la sección de textil del gremio, quien considera que dicho material ayudó además a apuntalar una moda cubana, «que sí existe, porque nosotros tenemos una forma de vestir diferente a otras regiones del mundo, debido en gran parte a ese eterno verano que nos acompaña».
Como Ignacio, Mercedes Oviedo Ramos, especializada en el trabajo de joyería, opina que a sus coterráneos «les gusta vestir bien y cuidar de su apariencia. Lo que sucede es que no hay una oferta nacional que atienda esas demandas adecuadamente, como sí pasaba antes del período especial. Por tal razón, es tan necesaria esta Semana, que tiene entre sus objetivos motivar a que la población valore más las confecciones de los artesanos cubanos, en las cuales predominan materiales que se obtienen en el país.
«Años atrás era común acudir a modistas y sastres para que te elaboraran una ropa a la medida. Hoy, los jóvenes apenas conocen esos servicios», argumenta Oviedo, quien heredó esa pasión de su madre y abuela, ambas modistas de alta costura.
La elegancia no equivale a usar ropas de marcas, «porque hay quien se viste con prendas muy caras y aun así no logra lucir bien», asevera la creadora, la cual sigue pensando que los modistas pueden ayudar mucho aconsejando a las personas sobre los colores, telas o diseños que se ajustan más a sus características individuales.
«Hay falta de información al respecto, incluso en los medios de comunicación existe algo de tabú sobre la moda porque se considera banal, explica quien por muchos años se desempeñó también como periodista y ahora colabora con Radio Progreso en el noticiero cultural Cita con el arte.
En busca de sueños
Desde su fundación en 1981, la ACCA ha abogado porque prime la originalidad en la creación artesanal cubana y que esta permanezca atenta a las tendencias más acordes con los tiempos presentes, refiere Ignacio Carmona. De ahí su interés de proponerle al público no solo un espectáculo entretenido y lleno de color, sino de reafirmar que en nuestro país existe una expresión propia del arte del vestir.
Cierto que al evento aún le queda mucho por crecer, pero la extraordinaria acogida de creadores y de los espectadores confirma la necesidad de continuar. También porque ayudaría a encontrar un mejor camino para que los primeros puedan comercializar mejor sus obras, aunque en la actualidad tengan la posibilidad de colocar sus productos en las galerías del Fondo Cubano de Bienes Culturales y en la red de tiendas Caracol.
Carmen Fiol (al centro), creadora y maestra de la artesanía textil en Cuba.
«No es que nos interese únicamente la venta —muchas veces conservo mis creaciones para exhibir en exposiciones—, pero no se puede perder de vista que los materiales tienen un costo. Lo que ocurre es que los mecanismos de comercialización se vuelven complicados», explica Mercedes.
Lo que nadie pone en duda es que las dificultades que enfrentan los creadores del patio para la adquisición de la materia prima, los ha llevado a emplear a fondo sus inventivas e imaginación. Por ello es que Ignacio Carmona sorprende con sus colecciones de trajes de baño y vestidos de novia; y Mercedes Oviedo busca el modo de que las perlas y las conchas del mar le ayuden a armar un mundo mágico con sus creaciones, mientras Annia se pone a soñar despierta con los diseños que están por venir y que, de seguro, realizará con la vieja máquina de coser de su abuela, que cuenta con un lugar privilegiado en su taller.