Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El vivo legado de una tradición

Mediante el proyecto Entre hilos, alas y pinceles, al cual pertenece esa trinitaria, se enseña a las nuevas generaciones manualidades autóctonas de la tercera villa de Cuba

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

TRINIDAD, Sancti Spíritus.— El callejón de Peña, una de las emblemáticas y longevas arterias empedradas de la Ciudad Museo del Caribe, se llena, diariamente, de artesanías con autóctono olor a la tercera villa de Cuba. En uno de sus recodos, se aplatana en cada jornada el arte en vivo y nacido de las manos de Zaida Ramos Carrazana, quien, además de comercializar sus creaciones, apuesta por mantener viva la tradición heredada por sus ancestros.

«Vivo enamorada de mis obras. Por eso, enseño a quienes muestren interés en los secretos de las agujas, hilos y tejidos. En esto nadie tiene la verdad absoluta. Mientras ofrezco lo que sé, aprendo», dice sin perder de vista el recorrido de la aguja por el deshilado de la tela.

Y es que esta trinitaria rellolla aprendió a los nueve años, pegada a las piernas de la abuela y tías, cuán gratificante es, tras varias horas de trabajo, observar que un simple pedazo de tejido, se convierte en una verdadera obra de arte.

«Cuando tenía 14 años, una niña prácticamente, quería obsequiarle un regalo lindo a mi mamá y con aquellos famosos saquitos de harina que vendían en las tiendas, le hice un mantel. Todavía se conserva intacto, aunque ha perdido los colores. Esa fue mi primera obra, la cual quiero con la vida y desde entonces no he podido parar. Hasta la canastilla de mis hijos la confeccioné a mano», explica mientras deshace la última puntada, que perdió la exactitud, como consecuencia de una plática que alterna con criterios para enseñar a deshilar.

Luego llegó la etapa en que su propia ropa resultó el medio idóneo para explorar el arsenal creativo que proviene de su mente y precisa ser plasmado mediante las técnicas artesanales. Poco a poco, la constancia le permitió obtener el mejor de sus premios: la excelencia en sus creaciones.

«En el 2006, el Fondo Cubano de Bienes Culturales convocó al Premio a la maestría artística. Participé con tres piezas y obtuve esa distinción. Creo que a ello le debo que me reconozcan entre tantas personas que mantienen viva la legendaria lencería trinitaria», explica.

Peros sus obras, desde hace un tiempo, comparten el sello familiar. «Mi casa es como una gran colonia. Mi esposo, hijos y nueras también se insertan en las labores de las manualidades. Entre tantas manos, todo sale con mayor calidad», expresa, al tiempo que revisa una vez más si la flor que sobresale entre el deshilado tiene el tamaño ideal.

—¿Cómo logró involucrar a las figuras masculinas de su alrededor en una actividad considerada, por no pocas personas, como femenina?

—Mi esposo fue uno de los primeros en salir a la luz con un aro porque se dio cuenta de que a pesar de los prejuicios, hacía algo con gusto y sentido. Con mis hijos no ha sido tan fácil, no siempre prefieren que se les vea, pero lo hacen con gozo.

Los conocimientos de Zaida Ramos también han sido bebidos por el resto de las artesanas-artistas del proyecto trinitario Entre hilos, alas y pinceles, rectorado por Yudith Vidal Faife, a fin de fusionar las manualidades con nuevos soportes y técnicas artísticas. Por ello, ya han presentado varias exposiciones, integradas por grandes cuadros hechos con pinceles y agujas.

«Además de aprender entre todas, hemos rescatado puntos que se desconocían y los hemos compartido con la comunidad. Impartimos talleres en centros educacionales y a todas aquellas personas que desean aprender. El proyecto se ha convertido en nuestra segunda casa», considera.

—En tiempos donde la comercialización, en ocasiones, «ahoga» los verdaderos valores artísticos-artesanales y propone bisuterías de cuestionada factura, ¿por qué apostar por la defensa a ultranza de la tradición?

—Porque es importante mantener las esencias de dónde venimos. La lencería, por ejemplo, es parte de Trinidad y si se pierde, no tendría sentido esta ciudad. Las más jóvenes generaciones tienen que aprenderla y luego defenderla, para que puntos como la trinitaria se mantengan en la preferencia de quienes buscan creaciones con autenticidad.

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