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El arte es eterno

Lara es de esos hombres que no puede dejar de dar testimonio de sí, ni de sus pensamientos a través de todo tipo de arte que se haya cruzado en su bregar

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

«Soy como todos, no tengo poderes personales, pero nadie puede matarme, ni detenerme, pues el arte es eterno». Así se ve el importante e indetenible artista de la plástica Jesús Lara Sotelo, quien en este 2013 salió a conquistar nuevamente el mundo de la creación con el pie derecho.

Y es que Lara es de esos hombres que no puede dejar de dar testimonio de sí, ni de sus pensamientos a través de todo tipo de arte que se haya cruzado en su bregar, «puesto que mi creación, asegura, es mi biografía y mi vida; un fiel reflejo de lo que he creído que debo ser cuando las llamas amenazan. El arte debe y tiene que ser peligroso a fuerza de sobrevivir con eficacia y autonomía. Hay un solo arte: aquel que, al tiempo que sangra, florece».

—Jesús, cuéntanos de tu experiencia con Dial, la más reciente producción discográfica del dúo Buena Fe...

—El vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM), Erasmo Lazcano, me propuso que hiciera el arte del disco. Me puse en contacto con Israel y Joel, tuvimos un primer encuentro y ese día fue mágico.

«Enseguida supimos que podíamos conjugar la magnífica música de Buena Fe, que ha estado apegada a mi obra siempre, con las artes visuales. Decidimos no solo pensar la imagen del disco, que es importante y lo que queda, sino que preferimos realizar un producto artístico que implicara ambas manifestaciones.

«Así concebimos audiovisuales que exhibimos el día de la presentación del álbum —no se trataba de videoclips, sino de una visión mía de las canciones, apoyada en los presupuestos de la plástica. Y el resultado fue magnífico: salieron 12 audiovisuales, fotografías, spot, además de la exposición Frecuencia 13.9 (por el día de mi nacimiento), la cual contó con 12 piezas: seis litografías y seis carboncillos sobre telas, así como con una instalación. Igualmente, nos encargamos de la parte escenográfica, es decir, que fue un trabajo intenso y divertido para ambas partes, en el que primó la profesionalidad, el deseo de hacer y de decir. Sin duda, resultó una experiencia muy interesante...».

—Tanto, que ya estás involucrado en otros proyectos similares...

—Pues mira que sí. Es evidente que lo que sucedió con el álbum Dial — nominado, por cierto, en el Cubadisco en la categoría de Trova-fusión— también contribuyó a que me involucrara en la próxima producción de Lázaro García con Colibrí, en la cual intérpretes como Omara Portuondo, Buena Fe, Coco Freeman... le rinden homenaje. También me interesó otro proyecto, que rige el maestro Frank Fernández, con la Nueva Trova y el Grupo de Experimentación Sonora del Icaic —he realizado retratos de Silvio, Noel Nicola...—; se trata de un movimiento que mucho ha tenido que ver con mi crecimiento espiritual.

—Hablas de la música, esa que ocupó un lugar protagónico en la celebración de tus 23 años de carrera artística. Es extraño, porque normalmente se festejan los aniversarios cerrados...

—Siendo un poco práctico, no sé lo que va a suceder de aquí a un año o en seis meses. Ni siquiera puedo adivinar qué pasará mañana. Por eso decidí celebrar este aniversario 23, aunque no sea lo convencional. Sobre todo, porque deseaba reunir y hacer diferentes acciones artísticas con muchos otros artistas amigos, y pasar un rato divertido, con aquellos que, como yo, no se cansan de hacer arte.

«Ya todo el mundo sabe que me encanta el trabajo, que me siento feliz cuando estoy organizando diversos proyectos, especialmente si se trata de aunar pensamientos, inquietudes artísticas. Esta vez me acompañó el maestro Jesús Ortega, quien un día después de pasar por mi estudio me llamó para que escuchara una melodía. Le puse atención y me recordó a Mendelssohn, me pareció como si fuera una marcha nupcial, un tema de una película... “¿Qué es?”, le pregunté. “Pues una pieza que compuse dedicada a ti. Se llama Fanfarria para el talento múltiple de Jesús Lara”. Me dejó atónito, pero feliz. Creo que en ese sentido me siento una persona dichosa pues gestos similares han tenido otros maestros como Frank Fernández, quien compuso Lara para mí, o como Eduardo Martín, quien me dedicó La trampa.

«De modo que en ese aniversario, en el que presenté además mi exposición Concierto Euclidiano, el maestro Ortega con su orquesta de guitarras Sonantas Habaneras interpretó, en la SCJM, esta pieza. Igual de amable fue la joven concertista Ariadna Cuéllar, quien me regaló, a su vez, Sortilegios de Lara, Ocasos sin palabras y Jesús y Geraldine, un hermoso y emotivo vals que hace alusión a mi hija; títulos que aparecen en su disco Sortilegios entre cuerdas.

«Por una parte, esta no es una experiencia nueva. La música siempre ha estado imbricada en mi quehacer. Como mínimo la necesito como el agua para saciar mi sed; por la otra, me siento un artista maduro que todavía tiene mucho que decir y que vive con la sensación de que el tiempo para expresarme es poco. Así que no quiero perder ninguna oportunidad para llevar adelante mis empeños creativos, sobre todo porque sé que el arte permite sanar el espíritu con cosas elevadas, y fue lo que intenté hacer con ese convite por mis 23 años como artista».

—Acabas de inaugurar tu estudio-galería, en la céntrica calle 23, en el Vedado...

—Efectivamente. Se nombra Domo Magicus, porque la he concebido como si fuera una bóveda donde se guardan tesoros, que en este caso son el patrimonio y la biografía de mi vida. Este será un lugar donde nada quedará estático, sino que constantemente habrá transmutaciones, aprovechando que en esta sede han venido a confluir todos mis estilos, todas mis experiencias, de modo que el público puede encontrar una retrospectiva de mi obra.

«Este es un lugar donde ahora hay expuestas 90 obras bajo el título No solo de sangre vive el hombre, las cuales recorren en años desde 1987 hasta el 2013 —más de la mitad de ellas, a pesar de haber sido mostradas en el exterior, no han sido exhibidas en ninguna galería del país—, entre cerámicas, litografías, calcografías, tinta china, dibujo a la mina de plomo, esculturas, instalaciones...

«Este es un lugar que está destinado para la creación; pero también un lugar para compartir con amigos: músicos, poetas; pintores, quienes si necesitan de un espacio también pueden exponer; y para emprender algunas empresas de corte social —de hecho, ya inicié uno con niños autistas. Este es un lugar que se opone al envejecimiento de las ideas, de los pensamientos, de los ideales, pero, especialmente, un vientre donde se irán gestando criaturas, a las que les urge nacer».

—Hay erotismo en casi todas las producciones. ¿Se corresponde este rasgo con una personalidad erótica y sensual o simplemente se ajusta a una tendencia creativa?

—Solo puedo decir, pisando el límite de la privacidad, y a modo de confesión, sabiendo que no será tal, que por mi ser lo que corre no es sangre, sino el fuego quemante del erotismo, la seducción del desafío, la esperma de la diversidad, que es fiera cuando parte del instinto, que es simbiosis, arte, ya cuando confluye con el espíritu universal.

«El siempre amigo Rufo Caballero me llamó una vez sibarita, sonreí y añadí después de reflexionar: Sí, pero también un degustador analítico del placer; analítico, por ir más allá del aplauso, de la cosquilla seudo-intelectual, de las certezas, por la resistencia al mal que vive en mí y que paradójicamente al consumarlo me embriaga de un goce desconocido, pésimo para la vida, nutritivo para crear.

«En mi obra no hay sexo, eso sería muy superficial, vacuo. En mi obra hay sexualidad perenne, un rito, un culto quizá por ver germinar el fruto de innumerables contradicciones haciéndose una unidad íntegra, fecundamente compatible».

—¿Qué pretendes representar o transmitir con unos lienzos que pueden hacernos sentir la más dulce alegría o impactarnos hasta llegar al más profundo miedo?

—El abismo de una época que rara vez encuentra su equilibrio, en un mundo que se debate de una manera neurótica y autodestructiva por conservar sus paradigmas de libertad y desenfreno, hacia un progreso cada vez más precario, mórbido, capaz de minimizar las grandes catástrofes humanas y magnificar los ínfimos esfuerzos por erradicarlas, de esta forma se convierten las virtualidades en valores; y los valores en incompatibilidades irreconciliables. Las macroestructuras imperantes terminan por condicionar la conducta humana, la identidad de sujeto. En todo caso, mi obra es un reflejo de ese contexto. Así expreso, desde el arte, mi inconformidad, mis cuestionamientos.

—¿Cómo es la vida de Jesús Lara?

—Mi vida ha sido siempre una explosión y mi cuerpo su ligera envoltura. En el fondo de esta sentencia se trasluce una existencia que pugna entre la agonía del ser y el éxtasis consolador del arte, una existencia marcada por los extremos, una existencia proteica e insaciable, una existencia que se resiste al límite impuesto. Así ha sido y es la mía. ¿Qué tipo de arte pudiera salir, siendo honesto, de tal existencia, sino un arte de convicciones, un arte maduro para aceptar la belleza de la imperfección sin temor, sin culpas? Todos los momentos han hecho estallar ese estatus quo, sabiendo de una vez que no hay retorno. He creado tanto como he podido con las fuerzas prestadas de la espiritualidad y por encima de toda necesidad humana, básica.

«He sido el creador que como surfista ha esperado la ola mayor para arriesgarlo todo, pero también para ganarlo todo».

—¿No te preocupa que ese no pararse nunca con tus proyectos y creaciones te agencie algunos «enemigos»?

—(Sonríe). ¿Enemigos dices? Pienso que un hombre inteligente termina por forjar su intelecto con sus enemigos, por ello debe considerarlo como mentores de su refinamiento humano.

«Aunque parezca paradójico, creo que debemos agradecerles por sus obstáculos, porque ello ayuda a crecer. Como creo profundamente en el poder del arte, me veo como un corredor de fondo que sabe imponerse.

Ese es Jesús Lara, quien no da nada por sentado. «No lo doy en mi obra, no lo doy en mi vida. Dejo siempre mi mente abierta a las posibilidades infinitas que pueden venir y sorprenderme».

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