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Anima: un acto de inspiración (+ Video)

Por estos días, las salas del país exhiben Abdala, el gran sueño de la filial de los Estudios de Animación del ICAIC en Holguín, cuyo quehacer aproximamos ahora a los lectores de JR

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Un acto de inspiración. Así nació Anima en 2008, hoy filial de los Estudios de Animación del ICAIC en Holguín, aunque en verdad se hizo realidad a partir de un fuerte deseo que Adrián López venía acariciando desde que estudiaba Medios de la Comunicación Audiovisual en el Instituto Superior de Arte (ISA). «Siempre soñé con hacer “muñequitos”. Si bien ya tenía una carrera hecha como diseñador, esa inquietud jamás desapareció.

«Sí, había comenzado a hacer spots para la televisión, y en ellos ponía en práctica la animación de caracteres, personajes... Entonces, me propuse crear en la Escuela de Artes Plásticas El Alba un taller que me permitiera formar a esos futuros artistas como animadores. De ahí surgió el primer grupo con el cual se conformó Anima, que empezó denominándose Grupo de Avanzada de la Animación en Holguín, después de nuestra primera campaña sobre calidad de vida para Salud Pública, del videoclip de El Guayabero..., los cuales llamaron la atención de la Dirección Provincial de Cultura y de Alexis Triana, quien nos puso en contacto con el Ministro de Cultura.

«Lo cierto es que la dirección de los Estudios de Animación enseguida nos ayudó. Es muy complicado trabajar con un colectivo como este, a casi 900 kilómetros de la capital. Desde el principio dimos a conocer nuestro deseo de hacer Abdala: El retorno de los señores de Xibalba, pero nos convencieron de que antes debíamos “calentar el brazo”, aprender animación, para podernos someter luego a ese gran proyecto», asegura el joven director.

Ya a estas alturas, con solo 15 animadores, Anima se enorgullece de haber concluido los encargos de la industria y una campaña del VIH/sida con su correspondiente videoclip (además de otros 12 para artistas como Lidis Lamorú con El grillo chiquilín), de haber colaborado con la serie Adrenalina 360 y de haber terminado, sobre todo, Abdala, que por estos días se exhibe en salas de todo el país.

Eso, sin descontar que, durante estos casi cuatro años de existencia, «no hemos desatendido las necesidades de la Dirección Provincial de Cultura, enfatiza Adrián. Creo que somos una evidencia de cómo se puede poner a una institución como la nuestra, en el interior del país, en función del desarrollo político, social y cultural de una provincia».

¿Cómo han conseguido tanto en escaso tiempo? El realizador responde a JR: «Es un grupo muy flexible que busca la mayor integralidad posible para lograr una eficiencia superior. Eso no impide que los jóvenes se entreguen con entusiasmo, intentado hacer arte. Anima es como una especie de laboratorio de investigación que persigue mejorar constantemente la calidad visual de nuestras propuestas».

—Adrián, ¿cómo resultó la experiencia de Abdala?

Abdala tuvo una animación muy complicada, debido a que nos decidimos por un diseño anatómico de sus personajes; porque, además, llevaba animación en 3D y tradicional. A pesar de contar con un argumento para un largometraje, debíamos primero presentar la idea y desarrollarla de manera visual y probar que fuera funcional como historia de ciencia ficción. Entonces, vimos Abdala como un capítulo piloto de una futura serie, porque se trata de José Martí y de una obra que nunca había sido llevada al audiovisual. Y ello, sin duda, representaba un reto.

«Confieso que no resultó fácil adaptar el lenguaje para hacerlo más asequible a los jóvenes, sin dañar la esencia del discurso martiano y sin dejar de potenciar el amor a la patria, que continúa siendo un valor universal. Entonces recreamos un mundo en torno a la cosmogonía y la mitología maya, a la cultura mesoamericana, para realizar el Abdala que yo quería contarle a mi hijo, con los códigos de hoy. Pues no queríamos calcar a Martí, sino interpretarlo.

«Para ese mundo nos estudiamos la pictografía, la simbología, los colores..., tratamos de verter una seria investigación cultural en función de la visualidad, buscando la grandilocuencia en el trono de Aztlán, en el Árbol de la vida; para construir una ciudad con grandes murallas, y que además hubiera naves espaciales (porque tiene de ciencia ficción), guerreros, batallas, cosas que atrajeran a los jóvenes.

«Con este cortometraje de 15 minutos nos interesaba no solo estimular la lectura de la obra martiana, sino invitar a investigar sobre los mayas, quienes fueron a la cultura mesoamericana como los griegos y los romanos a los europeos.

«Nuestro discurso siempre estará encaminado a motivar el acercamiento de los jóvenes a la savia y la magia de nuestra literatura. Mira, yo prefiero que, en lugar de Superman, mi hijo vea nuestros propios superhéroes: Caupolicán, Cuauhtémoc... Debemos aprender a contar nuestras historias, que no están contadas. A mí me encantaría hacer una serie, por ejemplo, a partir del libro Oros viejos, de Herminio Almendros, o llevar a ese mundo recreado la caída del Imperio Inca: la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac, los hermanos Huáscar y Atahualpa. Nuestra empresa es defender valores, sin convertirlos en panfleto».

—Abdala es un producto concebido especialmente para los jóvenes, lo cual lo hace más interesante...

—Es una línea que nos interesa muchísimo. La verdad es que en Cuba se hace animación para niños, pero escasamente para este otro grupo etáreo tan importante. Es algo en lo que hay que trabajar muy seriamente.

«Entre 1992 y la fecha en que se inauguraron los Estudios de Animación, hubo una depresión notable en el dibujo animado cubano en general, lo cual significa que hubo una o dos generaciones que apenas tuvieron contacto con nuestras producciones. Son esas que hoy están atadas al anime japonés, al bueno y al malo; y están recibiendo toda la gigantesca producción norteamericana, que por demás se está llevando al cine, con lo cual se convierte en un fetiche mayor. Mira, no veo mal que se vea a Spiderman, Batman, Superman..., pero no tenemos paradigmas propios, y no somos capaces de proponerlos. La industria cubana debe no solo pensar en eso, sino trabajarlo directamente».

—Antes de enfrascarse con Abdala, realizaron más de diez videoclips...

—Sí, y fue muy provechoso, porque no sabíamos hacer dibujos animados en cine. Ello nos permitió, ante todo, montar una estructura de producción industrial. Nos salió un poco mal al principio, pero poco a poco se fue armando el equipo. Ya hoy logramos integrarnos, y conocemos perfectamente los procesos de trabajo. Aprendimos a precomponer, lo que significa un libro de personajes, la puesta en escena..., cosas que hacíamos intuitivamente.

—Sus obras evidencian que prefieren mezclar las técnicas de animación...

—Efectivamente. Creo que esa constituye una de nuestras herramientas más fuertes: no utilizar una técnica pura, aunque haya alguna que prime sobre la otra. Si hacemos animación tradicional mezclamos 3D, como en El grillo chiquilín, o en la serie juvenil Adrenalina 360, donde empleamos pintura para los personajes, pero los montamos con una estructura de huesos, por medio del anime studio, simulando un juego de playstation, mientras para los efectos visuales nos decidimos por after effects... Abdala muestra elementos estéticos interesantes. Son fondos pintados al carboncillo sobre geometría 3D, por ejemplo. Experimentamos mucho.

—Se sabe que llevan adelante una muestra especializada de dibujos animados. ¿En qué consiste?

—Se trata de vincular la experiencia del cine móvil al dibujo animado. No solo queremos producir animados, sino también promoverlos. ¿Qué hacemos? Organizamos una semana de muestra especializada donde exhibimos lo último realizado internacionalmente y en los Estudios, así como nuestras obras más recientes, y nos vinculamos a colectivos al estilo del Guiñol, de manera que los niños también puedan disfrutar de payasos, piezas teatrales... Comenzamos por Holguín, pero ya nos hemos movido hasta Moa y Niquero, en Granma, y tenemos en la mira a Santiago de Cuba. Y con ello conseguimos no ser solamente un frío grupo que concibe dibujos animados, sino un estudio con pretensiones de promoción cultural, de intervención en la comunidad.

—¿Cómo ves el futuro de Anima y de la animación en Cuba?

—Anima se merece sobrevivir. Ser un estudio con todas las pretensiones que tiene. No vayas a creer que estamos a espaldas de la situación económica del país. La conocemos. Pero al mismo tiempo creemos que una de las formas de sostener la industria cultural es brindando servicios.

«Todavía debemos mejorar la promoción de nuestros productos, ubicar aún más nuestros materiales en la televisión nacional. Es una carencia que debemos resolver, como también la industria debe variar sus producciones: realizar más cortos, otras series que no sean solo tradicionales. Y es posible. Ahí están los ejemplos de Wajiro, de Ernesto Piña; de Juan Quinquín, de Alexander Rodríguez; Abdala...

«Es esencial seguir empeñándonos en función de la búsqueda y rescate de valores; y en hacer de la industria del dibujo animado cubano un movimiento cultural, que cuente con muchos grupos de trabajo haciendo, experimentando, concretando ideas en otros territorios. Solo así se nutrirá mucho más y se podrá sostener una producción nacional más saludable».

Video de Abdala: El retorno de los señores de Xibalba (TeVeo)

Trailer: Abdala: El retorno de los señores de Xibalba (YouTube)

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