El galardonado se calificó de permanente luchador, abierto a la experimentación y al perfeccionamiento de la labor artística propia. Autor: Pepe Murrieta Publicado: 21/09/2017 | 05:16 pm
El premio Nacional de Teatro 2012 fue conferido al actor Francisco (Pancho) García, informó este miércoles el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE), informó la AIN.
Ese lauro le será entregado el próximo 22, Día del Teatro Cubano, en ceremonia que acogerá la sala habanera Hubert de Blanck.
El galardonado se calificó de permanente luchador, abierto a la experimentación y al perfeccionamiento de la labor artística propia.
Significó que su misión es la dejar un legado a las nuevas generaciones y mantener viva la tradición y la experiencia acumulada con grandes figuras de las tablas cubanas, como los hermanos Raquel y Vicente Revuelta, Berta Martínez y Abelardo Estorino.
Considera un gran privilegio trabajar en los últimos tiempos con el director Carlos Celdrán y su grupo Argos Teatro, con el cual mantiene en escena la más reciente versión de Aire frío, de Virgilio Piñera.
Ese montaje inició, el fin de semana anterior, el programa por el centenario del natalicio de Piñera, gran dramaturgo, introductor de la modernidad en las tablas criollas.
Pancho, quien este año celebra el medio siglo de vida artística, insistió en la necesidad de actualizarse constantemente, cuestionarse lo realizado hasta el momento, trabajar mucho y no temer a lo nuevo o desconocido.
El crítico Omar Baliño subrayó que el desempeño de este actor en Aire frío es impresionante, como la versión dirigida por Celdrán, quien logró descontextualizar la época de la obra original y presentarla como un retrato intemporal de la familia cubana.
Rafael Pérez, vicepresidente del CNAE, anunció que Pancho repondrá en octubre venidero, durante una temporada completa, el espectáculo unipersonal La legionaria, del dramaturgo español Fernando Quiñones, pieza multipremiada en Cuba y otros países.
En La legionaria, ofrece un magistral ejercicio histriónico, al meterse en la piel de una anciana prostituta, quien en tono tragicómico cuenta a una psicóloga sus problemas existenciales, que pueden concernir a cualquier ser humano, sin distinción de género, época o latitud.