Obra de Mabel Poblet. Autor: Internet Publicado: 21/09/2017 | 05:14 pm
BOGOTÁ, Colombia.— Un interesante proyecto de la galería Villa Manuela (UNEAC), la cual reúne la obra de seis jóvenes artistas cubanos, que enfoca, desde distintos ángulos o dimensiones la manera de ver el mundo circundante y sus instintos creativos, atrapó las miradas de la séptima edición de la Feria Internacional de Arte ART-BO 2011, que acaba de finalizar en Bogotá, Colombia.
Casi 300 artistas con 57 galerías llegadas de 15 países, participaron en esta edición donde lo latinoamericano es protagonista en un evento que mucho se promocionó aquí, en los diferentes medios de prensa, televisión, radio y en pancartas que sobresalían en las avenidas más importantes de esta ciudad de más de siete millones de habitantes, bordeada de altas montañas que le ofrecen un toque muy singular.
Cuba llegó a Bogotá mediante los peculiares lenguajes de pintura, dibujo, gráfica, fotografía, instalación... presentes en las obras de Roberto Diago, Mabel Poblet, William Pérez, Luis E. Camejo, José A. Vincench y Ernesto Javier Fernández. En todos se manifiestan algunas de las muchas vías por las cuales la imaginación se transforma en cuadro o estampa, proyectándose de esa forma hacia la realidad donde estas surgen, y enriqueciéndola.
En ellos va implícita la capacidad de tornar como símbolo y metáfora poética el sentimiento de nación, con el propósito de tejer una fábula visual con elementos, rincones, personajes y hasta sueños característicos del ámbito cubano, universalizándolos por conducto de sus dimensiones imaginativas; esa tendencia que utiliza el paisaje como vehículo que interiorice y sugiera efectos perceptivos de la naturaleza y valores de una cosmovisión o mística individual.
Roberto Diago (La Habana, 1971), con esa versatilidad propia de abarcar variados soportes en sus trabajos, acerca aquí la temática racial desde una perspectiva antropológica, a partir de símbolos de ascendencia africana. Ernesto Javier Fernández Zalacain (La Habana, 1963) en las fotografías «instaladas» expresa un acertado interés por las problemáticas sociales, amén de interrelacionar el aspecto planimétrico de la fotografía con lo volumétrico de la instalación, en la que de manera original incorpora el neón. William Pérez (Cienfuegos, 1965) le ofrece una dimensión personal a la cartografía tradicional, y crea sus propias leyes espaciales estableciendo un nuevo orden del mundo. Además de investigar-estudiar el movimiento tanto físico como espiritual del ser humano manifestado en el carácter cinético de las piezas.
José A. Vincench (Holguín, 1973), por su parte, acerca un conjunto de piezas donde cuestiona la función del arte y reflexiona sobre el nivel de compromiso que puede alcanzar la pintura con la realidad histórica. Mabel Poblet (Cienfuegos, 1986) enfoca sus discursos creativos en problemas de la comunicación y emplea la autorreferencia para abordar la temática de la memoria, donde los recuerdos comparten dosis de veracidad y distorsión al mismo tiempo; mientras que en el quehacer plástico de Luis E. Camejo (Pinar del Río, 1971), tópicos como la ciudad y el hombre, la fotografía, el tiempo, el diseño espacial, la imaginación, el paisaje, la lluvia o la neblina, el talento y hasta la energía, constituyen «ingredientes» que, reunidos, ofrecen la visión de una obra acabada que se mira a través de un «lente» personal, con sus desenfoques incluidos, los cuales dialogan con el color, que suma de forma precisa, mesurada y orgánicamente.
Pero hubo más del arte cubano en el recorrido de Art-Bo. Obras del destacado maestro cubano Wifredo Lam mostró la galería León Tovar, de Estados Unidos, en tanto que del talentoso Carlos Garaicoa las expuso la galería Elba Benítez, de España, con lo cual se conformó una seria imagen de lo que se hace en la pequeña isla del Caribe en cuestiones de formas y colores.
Junto a la muestra central, Art-Bo 2011 previó los Projects Rooms, donde se presentaron siete proyectos individuales bajo la dirección del célebre curador español Octavio Zayas; el Pabellón Arte Cámara, donde Santiago Rueda seleccionó siete artistas colombianos de un total de 211 (persigue promover el talento joven de este país); el Pabellón Infantil para los más pequeños, así como conferencias y foros académicos, para redondear el quehacer de una feria que se afianza en el panorama latinoamericano y mundial, y donde tomaron parte, además, destacadas personalidades del mundo de las artes plásticas internacionales.