Miriam Ramos y Ernán López-Nussa, junto a otros virtuosos invitados, interpretaron los magníficos temas de Siempre en mi corazón. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
Viajar por las composiciones de Ernesto Lecuona siempre es un acto de redescubrimiento. Al final de ese recorrido puede hacerse de su música una interpretación osada, desenfadada, de reverencia. Lo demostraron la cantante Miriam Ramos y el pianista Ernán López-Nussa el sábado último, en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís.
Los convocó Siempre en mi corazón, un fonograma que grabaron ambos el pasado año, avalado por el sello La Ceiba, de la Oficina del Historiador de la Ciudad. El álbum se alzó con el Premio Cubadisco 2011 en la categoría de cancionística.
Noche azul, Se fue y Canto Siboney son parte de la docena de temas escritos o musicalizados por Lecuona y de los que Miriam y Ernán ya se han apropiado de una manera única, plausible.
Al iniciar la actuación Miriam Ramos aclaró que era un concierto de celebraciones: «Primero, porque precisamente el 6 de agosto de 1895 nació en Guanabacoa Ernesto Lecuona». También porque ese fue el momento que ella escogió para volver a los escenarios.
La cantante hilvanó cada fragmento de la presentación al ofrecer detalles de las piezas interpretadas. Del sencillo que da título al CD, Siempre en mi corazón, mencionó la repercusión internacional que alcanzó. «Le dio la vuelta al mundo en 1942 y se ganó una nominación al Oscar (por ser parte de la banda sonora del filme Always in my heart)», explicó.
Aquella tarde, cantado a dos voces por Ramos en el disco, creó toda una confabulación entre intérprete y público, en el que este último fue una voz segunda espontánea, sincera.
Con una evidente base de jazz, que trasciende a la totalidad de la producción discográfica, en el volumen se conjugan otros estilos. Este es el caso de Soy razonable, una canción aderezada con aires de bossa nova y que rinde tributo al brasileño Caetano Veloso, quien incluyó composiciones de Lecuona en uno de sus discos.
Como una manera de reseñar la importante labor de Ernesto Lecuona al musicalizar poemas, no escaparon a los presupuestos estéticos del álbum y del concierto, los versos de José Martí (De cara al sol y Un ramo de flores), José Serebrier (La Habanera o ¡Mira!) y Gustavo Sánchez Galárraga (Madrigal). Todos llevan el sello melódico del célebre pianista cubano.
Para cerrar nada mejor que Canto Siboney, donde instrumentistas y cantante prefirieron transitar por una zona interpretativa que, alejada de la vertiente lírica inicial de ese número, funcionó de un modo singular, novedoso.
Valió la pena volcar toda la creatividad y recorrer nuevamente la obra del autor de La comparsa. Para Ernán López-Nussa, productor musical y arreglista del disco y del concierto, este es un volumen obligatorio.
«Estamos hablando de uno de los compositores más importantes de Cuba, en todos los tiempos. Una persona que ha dejado un legado transcendente, como también lo hicieron quienes lo antecedieron: Ignacio Cervantes y Manuel Saumell. Él es la culminación de toda esa creatividad, de ese gran patrimonio que tenemos en la Isla. Llevó las danzas a un nivel superior», aseguró a JR.
Precisó López-Nussa que Lecuona escribió muchas obras para orquestas y solistas. «Todavía no se conocen muchas de sus obras. Era un reto hacer esas canciones que en gran medida se habían creado con otra estética, compuestas para cantantes de la línea operística y lírica».
Otro de los desafíos lo constituyó el de mostrar a Lecuona desde la perspectiva del jazz. «Fue una combinación muy particular. Fue el jazz con el estilo de cantar de Miriam Ramos».
Tal conjugación se logró también gracias a la participación del trío de Ernán, compuesto por el percusionista Enrique Plá y el bajista Gastón Joya, y las intervenciones del clarinetista Ernesto Vega, el trompetista Julio Padrón y el guitarrista Jorge Valdés Chicoy.
El fonograma Siempre en mi corazón nació de una idea de la Oficina del Historiador, cuyo propósito fue el de hacer un disco-libro sobre Lecuona, detalló a nuestro diario Ernán López-Nussa. «Se lo propusieron a Miriam y ella dijo que lo haría conmigo, porque ya teníamos la experiencia del disco Canciones, que pertenece a una trilogía, todavía sin salir a la luz pública», sentenció.
Aunque la pertinaz lluvia quiso apagar la tarde sabatina, fueron precisamente esas mágicas canciones de Lecuona las que disiparon el mal tiempo. Ellas lo devolvieron a nuestra época, como una señal válida de que la buena música siempre pervive.