Jesús Nodarse en pleno trabajo en el mural realizado en Beirut, Líbano. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
Jesús Nodarse es hijo de la época de la imagen, tanto del cine como de la fotografía. Desde pequeño hurgó en nuestra realidad, y acostumbró a los ojos a ver el entorno humano como una sucesión de fotogramas a los que la mirada había de dar sentido, para que los instantes se uniesen y establecieran el latido de la sangre. Esto es lo que hace con sus pinturas: darles el sentido humano exacto a cada una de ellas, colmarlas de vida, de imaginación y de una absoluta creatividad.
Una de sus más recientes series: La mujer del pescador —que expuso con mucho éxito en la Casa Lloyd’s Register, de La Habana—, es un fértil campo de conceptos actuales. La escenografía vital es el paisaje del malecón habanero donde se mueven sus dos personajes principales. Porque el artista, graduado de pintura en San Alejandro, 1996, mira la realidad de una manera personal donde la atemporalidad da pie a que la sensualidad desempeñe el papel estelar en cada una de las escenas que nos presenta en sus trabajos (realizados en óleo/lienzo y acrílico y pastel/lienzo). Por medio del movimiento, el colorido y la robustez de las formas nos quiere mostrar las características que más le llaman la atención del temperamento nuestro, aunque confesó que con esos seres pasados de peso «traduce» el ocio sacralizado, la autocomplacencia y hasta el «cero sacrificio»…
¿Cómo nacieron tus… gordas? Con una sonrisa a flor de labios comentó a JR que por casualidad. «Era la etapa de estudiante en que uno, a veces, no sabe qué pintar. La acuarela siempre me ha gustado mucho, y me puse a “coquetear” con la obra de Fabelo, y empecé a pintar estos personajes gordos y los encaucé con mi concepto de enfocar la parte pasiva que todos tenemos. No son gordas, son supermujeres, y exagero todo aquello que es diferente del cuerpo del hombre. Sobredimensiono los cuerpos en una palabra».
¿¡Botero!? «Nada que ver, dice rápidamente, conocí su quehacer artístico después. De todas formas hay que tener cuidado, quizá siempre hay algo… pero no en la idea. Él hace un universo gordo; yo busco, repito, la sensualidad y la hipersensualidad que no tiene mucho que ver. ¡Pero me ha costado!» (Al final, los gordos y lo que existe sobre la tierra no es de nadie).
La imaginación del cubano, con la sonrisa siempre a flor de piel, salpicada de una inteligente imaginación creadora, se mueve por toda su obra inundándonos la retina, de manera positiva, con esa cartografía personal de imágenes corporales, cual metafóricas visiones de nuestras realidades más íntimas. El cuerpo femenino es protagonista de sus historias, que nos atraen de manera inquietante. Como modelo estético es despreocupado por alcanzar el ideal de la figura occidental, más libre y voluptuosa, enfatizando y exaltando la sensualidad femenina, de la misma forma que otros creadores en la historia del arte se han apasionado por presentar el ideal corporal de la época o región, atrapados por la fascinación de la expresión que este provoca, de acuerdo a los cánones del tiempo y del espacio. Esos cuerpos, capaces de romper la homogeneidad de cualquier espacio, son manipulados más allá de los límites físicos y la mera construcción formal, con la finalidad de colocarlos en un campo de total transgresión, donde operan como punto de referencia para aproximarnos a nosotros mismos y a nuestra realidad.
Sus pinturas —de tonos delicados, y armados con una línea precisa y segura— son como visiones que sugieren una situación, no son obras narrativas. ¿El color? «Lo aprendí de una manera intuitiva, y con el tiempo he ido generando sutilezas con él. Utilizo los tonos pastel y abordo la pintura con un sentido del color diferente, y descubro algunos que no sabía que existían».
Las «Gordas» se fueron de viaje…
El cuarto mes del año despertaron sus «gordas» en el Líbano, y dejaron gratas huellas durante dos meses en una exposición abierta en la galería South Border, en Beirut, donde mostró también su arte la artista cubana Ossi Milián. El diario digital L’Orient-Le Jour.com anotó en sus páginas «… femineidad voluptuosa en Jesús Nodarse, que a pesar de su nombre cristiano, le gusta exaltar en sus pinturas la plenitud carnal y la naturaleza hedonista de sus seres. Mujeres, en particular, que representan muchachas de Eva, frívolas y alegres…».
El ambiente y los personajes atienden a problemas reales, de la vida diaria, donde los hechos tienen intenciones simbólicas. Y las caras de los personajes de Jesús Nodarse (La Habana, 1973) rara vez comunican una expresión específica. Prefieren mantener en secreto sus problemas, obligando al espectador a buscar en su propia experiencia las soluciones. En sus trabajos, el artista plantea el problema; es el espectador quien debe descifrarlo.
Investigadores como John Fleming expresan que «las grandes obras de arte son más que objetos agradables estéticamente, más que demostraciones de habilidad humana. Profundizan nuestro poder de introspección y de análisis de los otros; agudizan la percepción de nuestra religión y otras creencias, expanden nuestra comprensión de formas de vida alternativas y a veces extrañas para nosotros. En resumen, nos ayudan a explorar y entender la propia naturaleza».
Podemos decir, sin lugar a dudas, que Jesús Nodarse estructura su propio lenguaje expresivo en cada obra. El entorno natural es traducido a través de la reflexión personal de su paleta y los cuadros están marcados por el temperamento y su propia autenticidad personal: son trabajos sobrios, elegantes y expresivos, en ocasiones intensos, con los que nos invita a aventurarnos en un cúmulo de sensaciones pictóricas, y, sobre todo, a descifrar vivencias…
Una pregunta se impone… ¿Si no existieran las gordas? Se queda pensativo, vuela el pensamiento y sale a flote con la respuesta: «Este año pienso hacer una serie que nada tiene que ver con ellas; es sobre mi gata, pero también me gustaría hacer unos paisajes…».