Las obras creadas por Francis Fernández, Kamyl Bullaudy y Marlys Fuego. Autor: Ilustración: Vladimir Fernández Publicado: 21/09/2017 | 04:54 pm
Habrá compositores geniales como Bach, Lizt, Rachmaninov, Tchaikovsky, Schumann..., que hayan aportado obras inmortales concebidas para teclado, y, quizá, sean incluso más importantes que Frederic Chopin, pero el maestro Frank Fernández considera que cuando de piano se trate tendrá que hablarse de un antes y un después del brillante músico nacido en Polonia. Por eso el renombrado pianista cubano no puede evitar sentirse orgulloso al saberse el elegido por los polacos para dejar oficialmente inaugurado el Año Chopin en Cuba.
Esta vez Fernández no ha querido estar solo esta noche (8:30 p.m.) en el escenario de la sala Roldán del Teatro Auditórium Amadeo Roldán, sino que a través del realizador Roberto Chile quiso convocar a artistas de la plástica para que ellos se sumaran también a este homenaje por el bicentenario de quien fuera, según el poeta Cyprian K. Norwid, «varsoviano de nacimiento, polaco de corazón, ciudadano del mundo por su talento...».
«A Frank y a mí nos une una amistad duradera, enriquecida por el trabajo«, asegura Chile. «Martí decía que subir lomas hermana hombres, y las nuestras han sido documentales, exposiciones, conciertos, videoarte...
«Por eso, todavía no había acabado de explicarme la idea y ya yo estaba pensando en los artistas que pudieran hacerlo con calidad; en aquellos que a partir de una imagen tomada de Internet pudieran entregarnos propuestas diferentes, contemporáneas, de estilos diversos, llenas de sentimientos...».
De esa manera, respondieron al llamado de Chile nueve creadores, entre los muy reconocidos y otros que empiezan a abrirse paso. Así, serán las piezas de Amalia Angulo, Francis Fernández, Jesús Lara, José Antonio Hechavarría, Kamyl Bullaudy, Lorenzo Linares, Marlys Fuego, Verónica Guerra y William Pérez las que conformarán para la ocasión una escenografía sui géneris. Pero..., ¿qué motivó a estos artistas a involucrarse en un proyecto como este, dejando a un lado sus otros compromisos?
En todos los casos, la amistad que los enlaza, y el haber sido parte del proyecto Alas con puntas. Pero William Pérez, por ejemplo, había leído con anterioridad las biografías de Chopin. Conocía que le nombraban el ruiseñor, «motivo suficiente para dejar a un lado la fibra óptica, la cinética, las máquinas, y asumiera la acuarela para ofrecer mi mirada de ese músico tan grande.
«También era muy difícil negarse a participar en un proyecto centrado por Frank, y donde se mezclan la música, el audiovisual, la plástica... Era algo en lo que inevitablemente tenía que estar, por su honestidad, por el arte».
Jesús Lara estuvo entre los últimos que se sumó, por hallarse fuera de la Isla, pero se lo mencionaron y enseguida se alistó. «Soy un amante ferviente de la música del polaco, la cual siempre me toca el alma. Quien lo haya escuchado sabe a qué me refiero, aunque no lo pueda expresar con palabras. Pero nosotros los artistas plásticos tenemos la capacidad de convertir las emociones en trazos, y estos en colores que conducen a las obras. Estoy aquí no por compromiso, sino porque me toca de cerca».
Lara decidió tomar lo mejor de cada una de las imágenes que tuvo a su alcance de quien compusiera 24 estudios, 24 preludios, cuatro baladas, cinco scherzos, 12 polonesas, 68 mazurcas... y creó su propio Chopin, «atrevido y juguetón».
Otras razones
Lejos de las gordas, los paisajes, los gallos..., de los Martí («que siempre pintaré pues tengo con el Apóstol una deuda de gratitud), que los distinguen, Kamyl Bullaudy, aceptó gustoso entregarnos su visión del genio. ¿La causa? «El trabajo del pintor es muy solitaria. Por eso se hace acompañar por la música. Y dentro de mis melodías preferidas están las del varsoviano. ¿Podrá haber algo más agradable que pintarlo escuchándolo?».
Quizá porque no pudo evitar que apareciera su experiencia como actor y escenógrafo, Kamyl se salió de las medidas acordadas y colocó en la pared de su estudio un lienzo de 170x130 cm. «Mi interés era trabajar volúmenes de luces y sombras, sin ir mucho al detalle para que desde la distancia funcionara como lo que es: una obra escenográfica».
Verónica y Marlys, al igual que Amalia, representarán a las féminas en este esperado concierto de apertura. Reconoce Marlys que su presencia en este se la debe a Chile. «Yo he sido la coordinadora de Alas con punta por todo el país, pero, al mismo tiempo, soy artista. Chile conocía mi obra, de hecho ya había integrado la muestra Cuba pinta a Guayasamín, que fue expuesta en Ambato, ciudad de la provincia ecuatoriana de Tungurahua, de la cual Roberto era el curador. Por ello me invitó otra vez a esta excitante “aventura”, y yo, claro, ni siquiera lo pensé para responder que podía contar conmigo».
No se sabe si fue por casualidad o por algún misterio, pero tanto Marlys como Verónica escogieron, al azar, las únicas imágenes de Chopin que fueron concebidas también por mujeres. Asimismo la Guerra estuvo entre los 26 artistas de la plástica que firmaron los cuadros de Cuba pinta a Guayasamín. La diferencia es que mientras que Marlys se fue por el acrílico sobre lienzo, Verónica optó por la técnica mixta.
«Resultó tan enriquecedor el intercambio y la “química” que se produjo entre quienes expusimos en Ecuador, que no pude negarme a seguir alimentando mi espíritu», explica Verónica, quien además segura que el autor de la afamada Marcha fúnebre Op. 72 No. 2 encabeza la lista de sus preferidos. Ella decidió denominar a su pieza Nocturno, razón por la cual acudió a los colores tierra y café, «porque se trata de una sonoridad misteriosa y cálida, triste y a la vez alegre, que siempre me cautiva».
La técnica mixta fue también la elección del muy joven Francis Fernández, alias Copola. «De más está decir que para mí es un gran honor. Pero sobre todo agradezco el hecho de que este proyecto me haya acercado aún más a la vida y obra de un compositor irrepetible. Y claro, eso le ha dado una perspectiva diferente a mi propuesta».
Darlo todo se titula la obra de Francis en la que hizo una especie de collage con papel periódico que incrustó sobre un dibujo clásico.
A quienes asistan al concierto seguramente llamará la atención no solo la atípica escenografía, sino también el diseño del programa, responsabilidad del dúo nombrado LISELOY, compuesto por Liset Vidal de la Cruz y Eloy Hernández Dubrosky, «un matrimonio no solo profesional, sino también en la vida», como aclara este último. Fueron ellos, los más recientes ganadores del Premio Coral de Cartel por el documental La marea, de Armando Capó, los encargados de crear la identidad de Cuba por el Año Chopin.
«La Embajada de Polonia —responsable del importante festejo junto al Instituto Cubano de la Música, el Centro Nacional de Música de Concierto y el Amadeo Roldán— nos solicitó que propusiéramos una entidad que fuera cubana y decidimos utilizar una insinuación de la firma de Chopin a la cual unimos un teclado de un piano sobre el cual aparece el año 2010.
«Con este concierto se presentará la imagen de la Isla para el Año Chopin, la cual se va a mover en diferentes colores, en distintos momentos del año, pero decidimos comenzar por un degradado que va del amatista al lila, que eran los matices preferidos del músico».
¿Y por qué no?
La historia de cómo se produjo el encuentro con el proyecto PMM la narra el mismo Frank Fernández, «provocado» por JR. «En una conversación muy franca con el director de PMM, Héctor Rodríguez Yánez, le cuestioné la afiliación de su empresa con algunos géneros muy comerciales, y este me respondió: El día que un Frank Fernández no los permita colaboraremos con él. Y me tiró un guante que yo enseguida recogí».
No obstante, el productor Roberto Vezes de la Cruz, segundo al mando de PMM, cuando nota que lo miran «extraño», asegura que «no trabajamos por un esquema, sino que todo lo que representa la cultura cubana es bienvenido, porque poner en alto lo nuestro es esencial para nosotros, como antes hicimos con Mendive durante la Décima Bienal de La Habana y en la expo de Li Domínguez Fong. Esta es la primera vez que nos acercamos a la música clásica, pero esperamos que no sea la única».
Habrá que esperar a esta noche para apreciar las luces inteligentes de PMM, los cuadros de los nueve pintores y sobre todo para disfrutar de la música de Frederic Chopin defendida por Fernández. «Su talento y su genio fueron superiores a los míos, dice, pero, como dijera Martí, ninguna palabra es débil para rendir homenaje».