José Cuenca Sosa considera que el changüí es uno de los ritmos más singulares y auténticos de la música cubana Autor: Lisván Lescaille Durand Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
GUANTÁNAMO.— Si a Cuba se le considera la Isla de la Música, a la más oriental de sus provincias le debe mucho tal denominación. Esta es una región marcada por diversas culturas (aborigen, hispánica, africana, europea, norteamericana y antillana).
Desde el siglo XVIII hasta los años 50 del siglo XX, hombres y mujeres procedentes de Haití, Jamaica, Santo Domingo, Puerto Rico y otros países han marcado la historia de Guantánamo y forjado su cultura.
«En el panorama músico-cultural guantanamero el changüí y la tumba francesa ocupan, por su singularidad, los lugares principales, y están unidos en su devenir histórico y social, así como en su entorno geográfico; los descendientes de las migraciones haitianas han sido los cultivadores por excelencia de ambos géneros», afirma el licenciado José Cuenca Sosa, director del Centro de Información y Documentación de la Música Rafael Inciarte Brioso.
Según el investigador, en los cafetales de las lomas guantanameras tiene su origen el changüí «como reflejo de tradiciones familiares que cristalizan a lo largo del siglo XIX; lo mismo sucedía a la zona de Baracoa con los nengones y el kiribá.
«El surgimiento de este ritmo se debe en buena medida a las tumbas francesas, fiestas organizadas por los esclavos de los colonos franceses que se remontan a 1790, con las primeras oleadas migratorias procedentes de Santo Domingo, a las que se fueron incorporando progresivamente los criollos cubanos y se convirtieron así en elementos del folclor nacional».
El investigador Cuenca Sosa sostiene que el changüí es uno de los ritmos más singulares y auténticos de la música cubana.
«Es una fiesta campesina que se trasladó a la ciudad y que puede durar hasta más de una semana. El convite se celebra generalmente para el año nuevo, algún cumpleaños o bajo cualquier pretexto. Decir en Guantánamo “Vamos a un changüí” es el equivalente en otra parte de Cuba a decir “Vamos a un guateque”.
«En lo musical encontramos su singularidad, como fenómeno sociocultural, específicamente en sus instrumentos principales: el tres, el bongó y la marímbula. El tres es el instrumento líder; sin este no hay changüí. Es el que plantea el tema, da pie a la entrada del resto del grupo, dobla la melodía que hace el cantante, realizando los llamados “pasos de calle” (puentes entre una y otra frase), introduce la descarga y conduce al clímax de despedida. El tresero changüisero nunca pone acordes, pues su instrumento tiene esencialmente una función melódico-rítmica.
«El bongó de monte, más grande que el normal y que a diferencia del bongó en el son no mantiene un patrón estándar, sino que permanentemente ejecuta repartos y acentuaciones muy similares al toque del Premier de la Tumba Francesa y a lo que hace el “quinto” en la rumba.
«Y la marímbula, casi extinguida en los formatos musicales cubanos y que en el changüí juega un papel fundamental, realizando la función de una especie de bajo, pero con afinación indeterminada. El dialogo bongó-marímbula al que se suma el tres da al changüí una riqueza extraordinaria, en la que la herencia africana es determinante. Junto a estos, el guayo y las maracas mantienen un patrón regular muy cercano al toque del catá de la tumba francesa, como complemento del resto de los instrumentos».
Cómo se ha incorporado esta variante a la base rítmica de casi todos los géneros musicales cultivados en la Isla, es una historia que este indagador de la musicología cubana describe como un viaje interminable.
«Con el triunfo de la Revolución tuvo lugar desde Guantánamo un éxodo hacia otras regiones de Cuba, que se mantiene hasta hoy. Pero antes, durante toda la etapa que va desde finales de siglo XIX hasta las primeras décadas del XX, también encontramos numerosos tocadores, bailadores, cantores y creadores de este ritmo, tanto del campo como de la ciudad. Este proceso continuaría hasta llegar a un momento definitorio en la década del 40, con la creación del grupo Changüí Guantánamo, agrupación insignia del género, que ha marcado su devenir histórico y músico-cultural hasta nuestros días.
«El grupo fue fundado en 1945 por los hermanos Latamblé Veranes: Arturo, bongosero y director, y Reyes “Chito” (1916-1993), tresero, así como otros músicos, entre ellos Pedro Speck (1909-2000), y Luis Céspedes (1909-1991), bajo la orientación de Rafael Inciarte Brioso (1909–1991), importante músico santiaguero, radicado en Guantánamo a partir del año 1927.
«No es hasta finales de los años 80 y principios de los 90 en que podemos hablar de un fuerte y creciente movimiento changüisero, con la aparición y permanencia de numerosas agrupaciones en varios municipios, y la incorporación al sistema institucional de la música de los formatos más destacados, así como el interés de otros músicos de Cuba y el mundo en estas expresiones músico-danzarias».