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Ernesto Camilo Vega vino y venció en el mundo del jazz

«Nacer» es el significado que este joven músico le otorga al jazz, un género que cultiva con virtuosismo y que le ha permitido obtener el Premio Cubadisco en esa categoría

Autor:

Juventud Rebelde

Los estudiantes caminaban con sus instrumentos musicales de aquí para allá, tratando de no atrasarse en sus clases, mientras en un aula del conservatorio de música Amadeo Roldán, conversábamos con Ernesto Camilo Vega, un jazzista que presentó su fabuloso disco Venir al mundo en el pasado festival capitalino Jazz Plaza, y que recientemente ganara el Premio Cubadisco 2009, en ese apartado.

Aquella tarde de febrero, el joven artista me develó que gracias a su padre llegó al género. También habló de sus primeros pasos en la música en la Escuela Vocacional de Arte Raúl Gómez García, y en la de nivel medio José María Ochoa, ambas ubicadas en su natal provincia de Holguín.

Me comentó de la inquietud que siempre tuvo de tocar buena música, sus deseos de improvisar con el clarinete; de su primera y querida profesora del instrumento, la hermana del pianista Ramoncito Valle; así como de sus ansias de nutrirse de grandes músicos al estilo de Benny Woodman, un pianista norteamericano muy famoso.

Ernesto recordó también a su maestro Vicente Monterrey cuando, en el 2000, le impregnara ese necesario conocimiento por la música de concierto y la contemporánea, a su paso por el Instituto Superior de Arte. Vega es un excelente interlocutor. Nos pareció que el tiempo se detuvo mientras conversábamos.

—¿Qué hiciste cuando culminaste la universidad?

—Cuando me gradué del ISA impartí clases de jazz en unos cursos de la Universidad que se abrían para estudiantes extranjeros. Eso hizo que mantuviera el contacto con la docencia. Cuando das clases reafirmas los conocimientos y estás activo todo el tiempo.

—Participaste en disímiles festivales internacionales, incluso cuando aún estabas estudiando. ¿Qué te aportaron esos certámenes?

—Hay una persona muy importante en mi carrera llamada Carlos Maza, un músico chileno que vivía en Cuba, y con quien hice mi primera gira internacional a un Festival Internacional de Jazz en Francia. También estuvimos en Suiza donde grabé dos discos: Chócala y Salvedad. El primero de canciones; y el otro, instrumental.

«Con Carlos Maza aprendí a tocar toda la familia del clarinete, saxofón y percusión. Asimismo, pude conocer una buena parte de estos festivales, lo cual me aportó mucho, pues amplié mis horizontes, desarrollé innumerables ideas y pude consolidar una mejor estética a la hora de interpretar».

—¿Cómo valoras la ayuda que le brindaron los músicos invitados a tu disco Venir al mundo?

—Tuve invitados de lujo como Harold López-Nussa, Alfredito Rodríguez, Diana Fuentes, el Cuarteto de Cuerdas del Amadeo Roldan, Yaroldy Abreu, percusionista de Irakere; Delvis Ponce (saxo), y Alejandro Vargas, quien interviene en casi todos los temas con el piano, y con el cual trabajo hace ya un tiempo. Con él obtuve mi primer premio en un Cubadisco con el disco Trapiche.

«Me sentí muy feliz, pues para mí fue una experiencia de familia, todos los involucrados en la realización del CD son muy buenos amigos y, como si fuera poco, excelentes músicos. De ahí que sus contribuciones hayan sido fabulosas».

—Y para ti, ¿qué significó haber colaborado en discos de músicos como Telmaris y Harold López-Nussa?

—Fueron experiencias muy bonitas, porque pude trabajar y aprender de la sólida música que realizan estos dos amigos. Para mí eso es muy importante.

«En el caso del fonograma de Telmaris, decidí utilizar un tipo de clarinete que se emplea en la música de concierto. Y ese contraste que hubo entre el estilo de Telmaris y el clarinete bajo, fue sorprendente. En el disco de Harold tuve el placer de grabar tres temas; uno de ellos muy conocido: Para Bárbara, de Santiago Feliú, que lo hicimos a clarinete, contrabajo y piano».

—¿Cómo se han comportado los medios de comunicación con tu carrera musical?

—De manera personal no soy de los que busca fama, no es que no me guste la publicidad, pero creo que es mejor desarrollar una carrera y después darme a conocer. Es mejor dar pasos sólidos para no fracasar. Pienso que ahora que he terminado mi disco, es el momento justo para difundir mi obra. Me parece más seguro.

«Aprovecho, ya que me lo preguntas, para comentar que sería bueno también que se hablara de esos instrumentistas jóvenes que ahora están surgiendo —y de los no tan jóvenes también—, porque por lo general solo se hace referencia a aquellos que ya son consagrados. Sin embargo, hay músicos extraordinarios que no dejan de trabajar, de superarse, mas no son reconocidos en ningún medio. Es como si no existieran, y creo que eso debe cambiar».

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