Alexander Morales CIENFUEGOS.— Con más de 30 exposiciones colectivas y una docena personales, a sus 33 años a punto de cumplir, Alexander Morales tiene la edad de reconocer que «el arte siempre exige una militancia en el sentido de su compromiso con la sociedad en que se vive».
Y que, además, «los artistas se han adelantado al vislumbrar atisbos del mañana, adheridos por lo general a un papel activo, modificador y reactivador del pensamiento de cualquier sistema social».
Por ello, piensa que «no debe obviarse nunca la importancia del rol del creador, creo que para nada el arte que se precisa hacer en estos tiempos deberá quedarse inactivo ante lo que acontece; sino, por el contrario, generar respuestas, al menos sugerencias para vertebrar un pensamiento renovador».
Fiel con su percepción, este miembro de la UNEAC —el más joven de la Asociación de Plástica en el Comité Provincial de Cienfuegos—, quien ganó recientemente el Salón Mateo Torriente, traduce en su obra el diálogo de la cotidianidad.
Alexander se granjeó el máximo honor del referido certamen con la pieza ABC, una muestra de la óptica que ha venido enfocando de un tiempo a esta parte, relacionada con el mundo del circo.
«Hace par de años —recuerda— expuse la muestra Subpayaso, que de igual modo estaba inspirada en similar universo, con un sentido teatral o grotesco, y que comentaba acerca de ciertos asuntos del orden doméstico desde el punto de vista de experiencias personales, siempre en un diálogo con el contexto muy abierto y desenfadado, tratando de oxigenar constantemente la obra».
Prepara para este mes otra expo personal «que tiene la biología como motivo central también vista en su relación con el circo, y donde los animales actores constituyen el foco: hay toros en la cuerda floja, perros de exhibición y hasta peces ornamentales».
Llevará por título Biodesagradable, una asunción humorística en la denominación para aludir a términos que se ponen en boga, y que se manejan usualmente, aunque la mayoría de las personas lo hacen con muy poco conocimiento de causa, opina.
Si bien aclara que «no es un objetivo hablar puramente de ecología u otros asuntos, está presente en la obra procurar la toma de conciencia a partir del humor, la reflexión, a través de la ironía o el sarcasmo, al incidir en problemáticas vitales a las que nos enfrentamos todos los días». Y en torno a las cuales, reflexiona Alexander, adoptamos actitudes o poses fingidas, que a la gente en verdad les resulta distante y a veces asumen por estar a la moda o por sentirse dentro de ella aunque de cierto modo no sean parte orgánica de ellas.
Cuando recabo los orígenes de su atracción por el tema del circo, se remonta a sus antecedentes. «Me pregunto eso varias veces, me retrotraigo entonces a los trabajos de mi tesis del nivel medio de artes plásticas sobre el vedettismo.
«Veía a la vedette —agrega— como un ser grotesco, amorfo, con exceso de tejido adiposo, eran gordas que además tenían un exceso de maquillaje, en fin..., desde aquí la forma de asumir el teatro como un mundo cerrado, claustrofóbico de la pintura, ha estado presente en mi trabajo al igual que el humor».
Al comenzar estudios en el Instituto Superior de Arte, el creador inició otros procesos, otras ideas y abandonó esta serie que tenía como protagonista la teatralidad, mas al regresar a Cienfuegos germinó de nuevo la obsesión de desarrollar un grupo de planteamientos o tramas alrededor del teatro y el circo como esencias generadoras o pretextos para abordar otros fenómenos.
En ello anda Morales hoy, de ahora en más con el prestigio de haber obtenido el premio del reciente Salón, la perspectiva inmediata de la nueva exposición, un respeto creciente por su trabajo diario y una fe manifiesta en la función del creador que lo engrandece en tanto tal.