Ya en una ocasión hablé de esa expresión vulgar que los artistas se dicen unos a otros, antes de subir al escenario para desearse buena suerte: «m...», o «mucha m...». Tiene un origen muy curioso: antiguamente, los asistentes al teatro iban en coches tirados por caballos, que defecaban en la calle, a la entrada del edificio donde se celebraría la función. El exceso de heces determinaba la cantidad de público presente en la sala. Por tanto: «mucha m...» era signo de un lleno total.
El vocablo de marras, indudablemente obsceno, está presente también en un momento importante de la historia. Se cuenta que Cambronne, hasta entonces oscuro oficial francés, la pronunció en la batalla de Waterloo cuando, ya vencido por los ingleses, al anochecer, bajo una lluvia de proyectiles, la bandera convertida en un harapo, y rodeado de los cadáveres de sus hombres, un general inglés —Colville o Maitland—, lo conminó a entregarse. Dicen que Cambronne agregó a continuación: «La Guardia Imperial muere, pero no se rinde».
Siendo muy pequeña, escuché esa anécdota; juro que desde entonces, la palabra cobró un tremendo prestigio ante mis ojos. El coraje es admirable, ¿verdad? Siempre recuerdo la frase de Albizu Campos, político puertorriqueño fundador del Partido Nacionalista: «El valor supremo del hombre es el valor».
La respuesta de hoy: Estimada Liliana González Ruiz, mil gracias por esa crítica tan acertada. Sí, tienes toda la razón: Killers significa asesinos. Esa terminación ers. lo indica. En seguida que recibí tu mensaje, fui a buscar el original; hubiera jurado que se trataba de una errata; pero no, fue un disparate. Killed habría sido lo correcto, ¡ah!, y en este caso, sin s final, porque en inglés, los adjetivos no adoptan el plural. Te juro que lo sé; no me explico cómo pudo suceder. El 7 de noviembre de 2005, hablé de esto en la sección Del lenguaje, que atendía entonces en el periódico Granma. Allí —acabo de revisarlo— lo escribí correctamente. ¡Ay!, si mis viejos profesores vivieran aún, seguramente me «destitularían».