Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Se respira en Santiago de Cuba un aire trovadoresco y renovador

La trova en esta provincia del oriente cubano bebe de sus esencias, a la vez que con el tiempo busca nuevas formas para mostrarse

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

Eliades Ochoa y su grupo Patria en el cine Cuba. Foto: Lourdes Nogueira Moreno SANTIAGO DE CUBA.— En la Plaza Dolores fluye un ambiente natural para los trovadores. Algunos artistas empíricos acuden allí para interpretar célebres canciones que han inmortalizado el género. Con los acordes de una guitarra de fondo, un joven interpreta el Chan Chan de Compay Segundo, mira a sus amigos, y sin dudar ellos lo siguen en Píntate los labios María.

«A mí me gusta cantar y vengo todos los días después del trabajo. Soy trovador porque me acompaña la guitarra, aunque mi repertorio va desde el pop hasta lo más tradicional», afirma Luis, quien se alisa su uniforme de chofer.

«De los más viejos no sé mucho. Algunos no los escucho porque no me gustan, pero reconozco que son grandes. Esta tierra es así, llena de gente de talento», dice en el intermedio de las canciones A puro dolor (Son By Four) y Lágrimas negras (Miguel Matamoros).

En la Ciudad Heroína se respira un aire trovadoresco y renovador. Ciertamente se cultiva el género entre juglares y artistas profesionales. Para la musicóloga Maritza Puig el género está en una continua evolución, donde las nuevas generaciones van ampliando su forma de hacer.

La trova no ha muerto, afirma, pero no es igual a etapas anteriores. Actualmente hay buenos valores en Santiago de Cuba. Claro, que requieren de mayor difusión, de más dicha comercial...

La también profesora del Conservatorio Esteban Salas asegura que desde mediados del siglo XIX existía en esta ciudad una manera muy espontánea de cantar y componer, cuyos protagonistas no pensaban que iba a trascender.

«La historia marca un punto de partida en La Bayamesa (1851), de Céspedes, Fornaris y Castillo. El tema, hecho con la intención de darle una serenata a la novia de Céspedes, indica la existencia de este tipo de creación.

«En las dos últimas décadas de ese siglo XIX toma mayor auge el estilo y se reconoce a la figura de Pepe Sánchez como una de las más representativas de aquel momento. A partir de él hay mayor conciencia y la gente se identifica con los juglares, pues su creación sintetizaba una serie de elementos que venían en ese proceso», señala la investigadora.

En el libro inédito La trova santiaguera de 1883 a 1930, Maritza Puig recoge los nombres de más de 200 artistas, entre intérpretes, compositores y músicos. «Hablamos de personas comunes, ni siquiera de gentes con grandes conocimientos musicales ni estudios académicos, pero con un profundo amor a la patria.

«A unos les iba un poquito mejor con la economía, otros vivían al libre albedrío. Ellos se involucraron en todo lo que estaba pasando en la Isla. En Santiago de Cuba hay ejemplos de ellos, estuvieron en la manigua y la ciudad conspirando».

En esa tradición tampoco escapan las mujeres trovadoras, quienes han mantenido una presencia importante en la historia musical santiaguera, con una fuerte incursión en el formato de dúos y tríos como expresa Iranea Silva Santiago, musicóloga y profesora del Conservatorio Esteban Salas.

Música para toda la vida

Famosas composiciones salidas de la creación de músicos santiagueros han hecho inmortal a la trova. Miguel Matamoros, Máximo Francisco Repilado (Compay Segundo), Antonio Fernández (Ñico Saquito) o Rosendo Ruiz, por solo citar algunos nombres, hicieron brillar esta forma de interpretar la canción.

«Quién va a dejar de cantar Lágrimas negras, Tristezas... Eso se canta toda la vida», señala el musicógrafo Lino Betancourt.

Santiago de Cuba, apunta Lino, tiene una tradición viva. Junto a Sancti Spíritus, esta oriental ciudad ha pasado esa particular herencia de padres a hijos. «Aquí hay quienes cultivan el género en sus esencias legítimas. Eso es cubanía», puntualiza.

El paso del tiempo ha integrado elementos nuevos a la trova. En la década del 30 en el siglo XX, según señalan algunos estudios, «el acto trovadoresco se diversifica, enriqueciendo el paradigma de la guitarra en mano. Tanto solistas como agrupaciones avanzan y se proyectan, sin estar exentos de influencias foráneas».

El Movimiento de la Nueva Trova encontró aquí ejemplos consolidados y con propuestas que igualmente aportaron al legado nacional de este estilo musical, como Augusto Blanca y José Aquiles, o los grupos Muralla y Granma.

Otros ejemplos actuales se suman a lo que el territorio exhibe en materia de trova. William Vivanco, Eduardo Sosa, Rubén Léster y muchos otros, beben de las esencias de antaño y las combinan con maneras más actuales de decir.

Para Iranea Silva Santiago esa evolución de los jóvenes intérpretes de la trova se aprecia tanto en algunos «de la calle», como en otros graduados de las escuelas, «que aman el género porque realmente es muy fuerte en la región oriental.

Cita obligada

El Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez, con 46 ediciones, es uno de los más antiguos eventos culturales celebrados en el país. Presidido por el reconocido músico Eliades Ochoa, el Festival rinde especial tributo a este tipo de creación que tiene como plaza potencial a la ciudad de Santiago de Cuba.

El Parque Céspedes, uno de los lugares de la trova. Foto: Lourdes Nogueira Moreno Varios espacios de la ciudad acogieron a destacados exponentes del género, en una fiesta donde no escapó la participación popular. En esta ocasión se realizaron presentaciones en el Cine Cuba; las casas de la Trova, de las Tradiciones y del Coro Madrigalista; la Sala Dolores y el céntrico Parque Céspedes.

Este espacio propició el intercambio de conocimientos en temáticas como la vinculación de la familia Maceo Grajales a la trova santiaguera, el origen y actualidad del Movimiento de la Nueva Trova, la penetración cultural en el estilo musical, así como se ofrecieron reflexiones sobre la necesidad de brindar un tratamiento adecuado para presentar el género en los espacios que están concebidos para la trova.

En las actuaciones, el Pepe Sánchez mostró una vertiente más tradicional del género, imbricada con el son, la guaracha y el bolero. Se palpó una fuerte presencia de artistas santiagueros y de otras partes de la Isla, unida a la participación de representantes de Japón, España, México y Venezuela.

El Festival tuvo entre sus momentos más trascendentes la inauguración, el domingo, del monumento funerario en la tumba de Compay Segundo, en el Cementerio Santa Ifigenia. Igualmente fue significativo el estreno, el lunes, del material Todo el mundo es música, de Patricia Ferreira, un documental que tiene a la música cubana como temática fundamental, y fue facturado por la Televisión Española en colaboración con el ICAIC.

«Creo que una de las cosas en las que debemos influir, es en llegar más a la gente», aseguró Eliades Ochoa, al enunciar los retos actuales del Festival. Y lo cierto es que el evento es uno de los de mayor fuerza en la preservación de elementos genuinos de nuestro patrimonio sonoro.

Sobre esa cuerda andan los trovadores santiagueros. Reflejando desde sus creaciones a su pueblo, moviéndose entre las nuevas tendencias del género y conscientes de desarrollarse en el seno de una ciudad que ocupa un lugar importante en la historia cultural del país.

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