Cuando alguien no entiende el texto de una canción, o malinterpreta unos versos, una narración, me acuerdo de algo que me ocurría frecuentemente, hace más de 60 años. Yo vivía en Pinar del Río, al lado de la cárcel provincial. Los presos escribían cartas de amor a las sirvientas. Como eran analfabetas, me pedían que se las leyera. En una de aquellas, decía: «Siento por uste una pacion muy tirde». La muchacha se emocionó a tal punto que, asombrada, me vi obligada a preguntarle el significado de aquella palabra totalmente desconocida para mí. ¡Ay, chica!, ¿tú no has oído la canción Viajera?; sin dejar tiempo a la respuesta, comenzó a cantar: «Viajera que vas por tierra y por mar, dejando en los corazones, “latir de pasión” y luego mil decepciones».
No fue la única, solo que la experiencia me ayudó a desentrañar las siguientes. Voy a contarles una más, cuyo saludo era: «Querida macnolia inbade». Aunque imagines lo contrario, no me fue difícil adivinar que la había tomado de «...la palidez de la “magnolia invade” tu rostro de...».
Claro está que no siempre una se encuentra frente a casos extremos como estos; pero existen, y no pocos, por desgracia. Una señora, universitaria, criticaba aquella canción, cuya letra de tremendo significado decía: «Se me olvidó que te olvidé..., a mí que nada se me olvida...». ¡Qué barbaridad, exclamaba, oye esa contradicción! La pobre, ¡cuánta ignorancia!
Siempre les decía a mis alumnos: Leer en su primera acepción es pasar la vista por lo escrito o impreso, haciéndose cargo del valor y significación de los caracteres empleados, y pronunciando o no, las palabras representadas por estos caracteres. En la tercera, fíjense bien, es «entender o interpretar un texto de este o del otro modo». Quiere decir, que nuestra interpretación no ha de concordar necesariamente con la del autor; lo importante es pensar. Sin una comprensión cabal de lo leído, no hay lectura valedera. Sería como pretender contemplar un paisaje a través de un vidrio empañado. Ningún autor, bueno, casi ninguno, déjame no ser tan absoluta, escribe tonterías sin sentido, todo tiene una razón de ser, un significado que debes encontrar. Parece difícil, pero cuando se desarrollan las habilidades que traemos para eso, cuando nos ejercitamos en ¿por qué empleó esta palabra?, ¿cómo desentrañar esa metáfora?, comenzamos a ver más claro, a disfrutar, ¡a leer!
La respuesta de hoyDesde Regla, no se asusten, jamás digo: «el ultramarino pueblo», me escribe Lázaro Gómez; desea saber si ya se admite el uso de: «pero sin embargo», de «mas sin embargo». Lo oye constantemente, y para colmo, en boca de quienes no debieran emplear semejante combinación. También lo escucho; claro está, tampoco me satisface. Nada se ha dicho acerca de su admisión: son dos conjunciones, una a continuación de la otra; sobra una. Es como decir: «Verano y e invierno».