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Aisar Abdalá expone en La Habana Vieja

En El guardador del rebaño, el artista de la provincia cubana de Camagüey, exhibe obras inspiradas en los poemas del portugués Fernando Pessoa

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Aisar A. Jalil. Foto: Claudio Fuentes Madan No es Aisar Abdalá Jalil Martínez de los artistas cubanos de la plástica que se duermen en los laureles. Es más, si alguna vez lo sorprende el sueño imagino que sus lienzos se convierten en confortable almohada. Pero eso no deja de «asustar» a quienes seguimos con interés su obra, porque este camagüeyano, si bien produce, también expone. En ocasiones hasta dos veces en un mismo año, como ha sucedido en este 2007, en que ya presentó La historia de un caballo (abril) y ahora nos sorprende con El guardador del rebaño, ubicada en la galería de la Biblioteca Rubén Martínez Villena, de La Habana Vieja. Y eso implica riesgos: repetirse, aburrir, desterrar la frescura y la originalidad. Pero otra vez el Master of Fine Arts, graduado en la Academia de Bellas Artes Repin, de Leningrado, vuelve a atraparnos con su formidable quehacer.

El guardador del rebaño, lienzo que da nombre a la exposición. Si en La historia de un caballo Aisar se decidió por la litografía para recrear el relato homónimo de León Tolstoi y así contar la historia de su propio caballo, ahora acude al óleo sobre el lienzo, inspirado en los poemas de Fernando Pessoa, a cuyo país, Portugal, ha dedicado esta exposición —El guardador... viajará a esa nación para quedar inaugurada el próximo 31 de agosto, por iniciativa de la reconocida fundación Alentejo Terra Mae.

Para este destacado pintor y escultor comunicarse con el público a través de su obra es lo más importante. Y lo consigue con una facilidad asombrosa, incluso en aquellos casos en que no es muy evidente el contenido. Él es un provocador, un mago a la hora de manejar códigos efectivos que conviden a la interacción, de modo que nadie pueda permanecer impasible ante su fértil imaginación. Aisar siempre se está renovando, ideando nuevos ambientes para sus personajes, poniéndolos a vivir otras realidades, que son, a fin de cuentas, su realidad y la de las personas que lo rodean.

Sí, porque justamente eso hace este cronista con sus muy atentos ojos: observar su entorno, la gente, sus alegrías y frustraciones, y convertir esa realidad en una poesía llena de metáforas, de imágenes sugerentes y hasta turbadoras. Sus personajes son hombres y mujeres de esa Habana Vieja bulliciosa donde el artista tiene instalada su casa y su estudio —pero también de Cuba y el mundo—; los mismos que el tiempo y las circunstancias han transformado en mutantes que, no obstante, uno puede reconocer; los protagonistas de siempre, solo que les han brotado cuernos, han adquirido una apariencia zoomórfica y se han agenciado alas para volar.

En el muy personal retablo de Jalil Martínez conviven estos seres, los cuales son una expresión metafórica de lo que el pintor cree que nos está sucediendo. Para nadie es un secreto que hemos vivido momentos adversos, de no pocas dificultades, y eso produce «mutaciones», una cierta involución en el individuo. Mas esta no es una peculiaridad de nuestra Isla, es una constante en el mundo convulso de hoy, donde abundan las guerras, la contaminación ambiental, el hambre... Por ello, estos personajes se han inventado alas para volar, para buscar otros parajes, otros caminos, otras alternativas. Y claro, el movimiento es una constante en estas piezas. Los mutantes parecen que no se pueden contener dentro de esos fondos generalmente neutros —ideales para destacar las figuras—, y dan la sensación de que van a abandonar en cualquier momento el cuadro, tomando en diversas direcciones.

Amén del gozo que uno puede experimentar por la belleza y la magnífica factura de los dibujos, es evidente que con esta muestra, curada por Yana Elsa Brugal, Aisar, un creador cada vez más maduro, quiere convidarnos a reflexionar. La figuración le viene como anillo al dedo para alcanzar el necesario dramatismo y su objetivo. No le interesa pintar cosas que se avengan con la moda, sino cuestionar la realidad, ya sea desde el humor o la sátira, o desde lo grotesco.

Cada lienzo de El guardador del rebaño reboza cubanía. Y, sin embargo, la propuesta artística es de valía universal. Lo comprobará Aisar cuando exponga El guardador... en Portugal. Y es que quienes visiten la Alentejo Terra Mae no solo apreciarán que algunos de los títulos parten de los versos de Pessoa; o reconocerán en piezas como Plenilunio, El sueño es ver las cosas invisibles o la que da nombre a la muestra, una síntesis de un paisaje del país iberoamericano, sino que, como nosotros, no podrán escapar de un lirismo que se agradece y no pasa inadvertido, porque estos lienzos transmiten los sentimientos y las inquietudes que embargan a este dibujante nato, que no por casualidad son las de muchos de sus contemporáneos.

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