Héctor Quintero regresa con un elenco de lujo: Natasha Díaz, mario Aguirre y paula Alí. Foto: Pepe Murieta. Sin ánimo de hacerles la competencia a los colegas de la página deportiva, lo cierto es que no puedo imaginar mejor título para la propuesta teatral de la sala Adolfo Llauradó de la capital. Allí, como uno de esos bateadores que saben darle en el centro a la bola, Héctor Quintero al frente de su compañía teatral ofrece tres formidables monólogos reunidos en el espectáculo Tres en uno: Aquello está buenísimo, Una mujer sola y Antes de mí el Sahara, que resultan tres hits capaces de atraer a un público amplio y heterogéneo, que se divierte al disfrutar con alguien como Quintero que sabe hacer reír y pensar a un tiempo.
El primero y el tercero de estos títulos son obras originales del autor de Contigo pan y cebolla, mientras que Una mujer sola es una versión del texto homónimo de Darío Fo y Franca Rame. En cada uno de ellos se aprecia la pericia y el depurado oficio de creadores que no solo han sabido tomarle el pulso a lo popular, sino también abordar un género difícil con apreciable éxito.
Aquello..., escrito en 1982 y estrenado un año más tarde, relata la historia de una mujer que ha marchado a Estados Unidos y ahora regresa a visitar a su hijo. La capacidad para contrastar lo que dice con su realidad particular, la naturaleza de sus propias confesiones, así como la situación dramática ideada por el autor nos llevan del dramatismo a la reflexión, y de ahí a la carcajada.
Una mujer... funciona como una humorística y resignada confesión realizada por la protagonista a una vecina invisible. Este texto —llevado a escena por Quintero en 1989— resulta un excelente ejemplo, para quienes se aventuran en el difícil género, tanto por su calidad como por su dinámica interna. Los avatares de un matrimonio sin sentido, contados desde la perspectiva de la enclaustrada esposa, la exageración e incluso el absurdo, son algunos de los resortes capaces de movilizar a la platea.
Antes de mí..., escrito en 1990, sube a escena por primera vez. El tiempo transcurrido entre la fecha de escritura y su estreno, lejos de avejentarlo, le ha conferido un diapasón más amplio, despojándolo incluso del carácter contingente y coyuntural con que fue escrito. En esta ocasión, la propia exigencia de que el actor encarne a varios personajes hace que este texto se acerque visiblemente al unipersonal.
Para esta tríada de humorísticos monólogos Quintero ha escogido a tres asiduos colaboradores suyos: Natasha Díaz, Paula Alí y Mario Aguirre. Díaz asume a la atormentada e hilarante madre de Aquello está buenísimo. La actriz se apoya en los sabrosos contrastes ideados por el dramaturgo, realizando una faena donde la máscara facial, las inflexiones de la voz, el carácter confesional y la sinceridad devienen eficaces puntos de apoyo para terminar facturando un desempeño de muy buen nivel.
Paula Alí da una verdadera disertación de excelente actuación al encarar a Una mujer sola. Junto a su natural vis cómica, la Alí construye una cadena de movimientos y gestos estilizados y gráficos, crea tensiones y suspenso, acude a la sorpresa, concibe climas contrastantes, llevando a los espectadores de la risotada al análisis, en tanto que Mario Aguirre, en Antes de mí el Sahara, enfrenta y singulariza a un grupo de personajes diferentes e incluso peculiares, a la par que encuentra y realza los costados humorísticos de un texto que, en el cuerpo de otro actor, bien podría haberse convertido en un árido mal ejemplo de lo que no debe hacerse en el teatro. El intérprete acude a todo el caudal de su experiencia, y seduce a un público que lo sigue de principio a fin.
Con Tres en uno Quintero vuelve sobre sus fueros trabajando, como suele hacerlo, en una cuerda realista, haciendo que el reflejo de nuestras circunstancias sea pasado por el tamiz de la risa y la aguda crítica. Dinamismo y estilización como pautas que distinguen el montaje, un elenco conformado por comediantes de primera línea, junto a la utilización de textos cuya actualidad resulta indiscutible, son otras de las claves del éxito del más reciente espectáculo del Premio Nacional de Teatro.
La puesta, que deviene una buena muestra de un género que hoy día se intenta fortalecer, abunda en esas salidas sorpresivas, personajes singulares, mezcla de lo cómico y lo dramático y apego a nuestra realidad y problemas, que ha tipificado la obra de Héctor Quintero.
Gracias a la colaboración de un equipo riguroso, entre los que sobresale la labor de Carlos Repilado, quien se hizo cargo del diseño de luces, Tres en uno se convierte en uno de esos raros casos en la escena cubana de hoy donde la risa está sabiamente apuntalada por el sustancioso abordaje de la realidad. Con este regreso a las tablas de la compañía de Héctor Quintero, la cartelera teatral se enriquece y el público tiene una excelente oportunidad para mirarse en el espejo del teatro.