Momento de la inauguración. Foto: Calixto N. Llanes
Porque ya es imposible pensar en un cine sin sonido y sin música, y porque esta isla de la música se contagia cada diciembre de cine, fue que para dejar inaugurado oficialmente el 28 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano se convidó a Aldo López Gavilán para que el arte señoreara en el Complejo Cultural Karl Marx no solo por la genialidad de El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro, sino también por la originalidad y la belleza de las composiciones del joven pianista.Viernes de ciudad y De princesas, castillos y puntos suspensivos bastaron para demostrar la calidad artística de Gavilán y sus acompañantes: Néstor del Prado (bajo), Roberto Martínez (saxofón), Ruy Adrián López-Nussa (batería), la Orquesta de Cámara del Conservatorio Amadeo Roldán, así como Diana Fuentes y Dayana García, en los coros.
Como se ha hecho habitual en esta cita del séptimo arte, correspondió dar la bienvenida a Alfredo Guevara, presidente del Festival, quien envió un caluroso abrazo al Comandante en Jefe Fidel Castro, sin duda, uno de los artífices de esta fiesta del espíritu. Y es que el cine que nació con esta gesta, afirmó, no ha dejado de acompañar la gesta en este nuevo amanecer de la América nuestra.
«No somos en el mundo más que un punto, pero un punto luminoso, donde se hace posible la siembra de futuro», dijo y recordó que han transcurrido 39 años desde que en Viña del Mar, Chile, en 1967, naciera lo que se conocería en el mundo entero como el Nuevo Cine Latinoamericano «que se dio nombre, se encontró a sí mismo y, fundándose, fundó su propia ética».
Serán diez días de excelente cine, de ese que ha sido marcado por la búsqueda, la audacia y rigor intelectual y técnico; un cine que «salva la memoria, cimiento que la cultura de la tabla rasa y el pensamiento único tratan de demoler».