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Publican en La Habana obra del escritor vasco Bernardo Atxaga

Obabakoak, del autor más representativo de la literatura vasca, es una obra original que abarca varios géneros

Autor:

Juventud Rebelde

Considerado, hoy por hoy, como el autor más representativo de la literatura vasca, Bernardo Atxaga (Asteasu, Guipúzcoa, 1951) ha creado una obra intensa y original que abarca la poesía, la literatura infantil, la narrativa, el teatro y el ensayo. De esa obra, premiada en múltiples ocasiones y traducida a 25 idiomas, la editorial Arte y Literatura publicó el pasado año un título que sin duda alguna, es el más reconocido en la actualidad por críticos y lectores. Hablamos de Obabakoak.

Escrito en St. Andrew, Escocia, en 1987, y publicado por la editorial Erein al año siguiente, Obabakoak (que en euskera significa «los de Obaba»), tuvo un éxito extraordinario en el País Vasco, donde se agotaron en solo tres meses los 6 000 ejemplares de la primera edición.

Texto de difícil clasificación genérica, ya que no es precisamente una novela ni un libro de cuentos, Obabakoak se inscribe en la misma tradición de Las mil y una noches, El Decamerón o Manuscrito encontrado en Zaragoza, obras con las que tiene en común el atractivo de las historias, la importancia de los marcos narrativos y el encadenamiento entre los cuentos. Integrado por 26 relatos, el libro se divide en tres partes que son muy singulares y diferentes entre sí. En la primera (Infancias) se abunda en el ejercicio de la memoria, el aprendizaje del mundo y el descubrimiento del amor. Todo ello entreverado con historias que pueden ser mágicas: un niño maltratado se convierte en un furioso jabalí blanco que aterroriza a un pueblo entero; simpáticas: una historia de trenes vista desde la perspectiva de una maestra de escuela (la cual se fuga con el maquinista) y la de una niña (alumna de la maestra); o bien francamente extrañas: un hombre descubre que las cartas que le enviara una muchacha (el amor de su infancia y juventud) fueron escritas por su propio padre.

La segunda parte (Nueve palabras en honor del pueblo de Villamediana), un largo relato dividido a su vez en nueve secciones, es la más realista del libro y está introducida por un marco narrativo que deviene alegoría sobre los dos extremos peligrosos que representan el exceso de memoria o la falta de ella. Esta Villamediana fantasmal, abúlica y un tanto desvaída, y las historias que en ella transcurren, tienen la virtud de reforzar (por contraste) la extrema vivacidad y encanto narrativo de la que será la parte final del volumen: En busca de la última palabra.

Una fotografía inquietante (que muestra a un niño sosteniendo un pequeño lagarto cerca de la oreja de otro), una leyenda popular (que asegura la locura irremediable a quien le penetre un lagarto por el oído) y el viaje de dos escritores que van a leer sus cuentos a casa del tío de uno de ellos (y a averiguar por qué enloqueció el niño de la foto) constituyen el marco narrativo y el soporte argumental donde se insertan las 20 historias de esta tercera parte. Las dos líneas argumentales: la investigación que realizan los escritores, y sus propias teorías, comentarios y reflexiones sobre la literatura y el arte de escribir avanzan sin estorbarse, y aquí también se insertan otros personajes, con sus respectivas historias, comentarios y teorías.

Impulsados a contar y a contar siempre, las historias de Obabakoak narran, en todo momento, algo que trasciende los destinos individuales; enmascaradas por la ficción y la necesidad de la fantasía nos hablan de la memoria y la necesidad de pervivir. Buscar la última palabra, una palabra preciosista o definitiva, buscar la palabra que ponga fin al relato, equivale a vivir para poder contarlo. Sin embargo, y al igual que Scheherezada, no podemos dejar de contar, pues encontrar la última palabra, detenerse para fijarla en el tiempo, equivale a la muerte.

Si el elemento común que une todas las historias es el de tratar sobre la «gente de Obaba», este libro es algo más que los mitos, las supersticiones y los destinos individuales de una comunidad imaginaria. Obabakoak no se agota en ese tópico, pues además de ser un libro de fantasía desbordante, puede ser leído como una novela de aprendizaje, un libro de aventuras o, en última instancia, como una reflexión sobre el poder y la naturaleza de la ficción.

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