Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Raíces de una tradición juvenil

El 2 de diciembre de 1964, la UJC de la entonces provincia de Oriente decidió homenajear el inicio de la etapa decisiva de liberación con una acción que devino prueba de resistencia, organización y entusiasmo. Uno de aquellos 82 muchachos cuenta las peripecias de la primera evocación in situ de la llegada del yate a Las Coloradas

Autor:

Andrés Zaldívar Diéguez

En un artículo de cierto tiempo atrás publicado en Juventud Rebelde apareció una reseña del desembarco simbólico del yate Granma, realizado por aquellos días por 82 jóvenes destacados de todo el país en el lugar original en que había ocurrido ese hecho histórico, en diciembre de 1956.

Se calificaba ese homenaje como una muy hermosa tradición de las nuevas generaciones, y expresaba el autor que la fecha exacta en que se había iniciado no se recordaba, cubierta por la bruma de los años. Algún tiempo después de haber leído aquello, me siento impulsado a escribir al respecto.

Desde los meses finales de 1964, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en la antigua provincia de Oriente —con sede en Santiago de Cuba—, con el respaldo imprescindible de la UJC del regional Bayamo-Manzanillo, comenzó a dar los pasos que posibilitasen recordar, in situ, el hecho que llevó al nacimiento del Ejército Rebelde y dio inicio a la etapa final de la lucha contra la tiranía batistiana.

Aunque el apreciado compañero y amigo Luis Enrique Colomé Dagness no lo reseña en su excelente libro El retrato de una época, dedicado a la masiva y en muchas ocasiones heroica incorporación de la juventud a la Revolución en aquel territorio (primero a través de la Asociación de Jóvenes Rebeldes y a partir de 1962 de la UJC, que le correspondió dirigir en Manzanillo en la fecha que nos ocupa), de seguro recuerda las disímiles tareas que en los meses finales de 1964 dieron origen a esa tradición, entre ellas la localización de un yate —remedo del Granma— que posibilitase reditar la hazaña, y encontrar apoyo en los primeros campesinos que interactuaron con los expedicionarios en la zona costera de Los Cayuelos, para que nos ayudaran a marchar después del desembarco hasta Alegría de Pío; todo ello acompañado del sinnúmero de medidas logísticas requeridas para impulsar actividades de aquella naturaleza.

Los comités regionales de la UJC de la provincia, de acuerdo con la división político-administrativa entonces existente, debían seleccionar a jóvenes que recordarían de aquella manera el octavo aniversario del desembarco del Granma, y yo tuve el honor de representar al Regional Banes-Antilla como estudiante del tercer año de la Secundaria Básica Conrado Benítez, de Banes.  

El desembarco 

Llegamos a Manzanillo desde horas tempranas del día 1ro. de diciembre, y en la medianoche los organizadores nos condujeron al puerto donde abordamos el yate, en medio de la algarabía de quienes —la mayoría— por vez primera hacíamos algo semejante.

En la corta travesía hasta Los Cayuelos, lugar original del desembarco, a dos kilómetros de la playa Las Coloradas, en el municipio Niquero, nos hablaron de la importancia y significado de la fecha, así como del honor de participar en aquella novedosa manera de homenajearla.

Quizás ninguno pudo conciliar el sueño. Al amanecer, muy pegados al mangle que impedía divisar la costa, escuchamos la orden: «¡Al agua!», y por mi corta estatura, eso fue lo único que encontré debajo de mis pies: agua. Afortunadamente, habíamos sido provistos de lápices simulados de cartón de alrededor de un metro de largo —la más grande gesta juvenil hasta entonces realizada había sido la Campaña de Alfabetización— y en alguna medida cumplieron la función de salvavidas. Con ellos avanzamos hasta los mangles, y sobre las raíces, o agarrándonos de donde pudiéramos, caminamos trabajosamente por mucho más de una hora —quizás dos, porque la bibliografía existente expresa que fue el tiempo en que lo hicieron los expedicionarios en 1956— hasta dejar atrás las marismas.

Exhaustos, pisamos tierra firme. A pocos metros de la costa, en la ahora denominada Portada de la Libertad, donde muchos años después pude apreciar la hermosa réplica del Granma allí emplazada, esperaban por nosotros dirigentes de la UJC y autoridades políticas y administrativas que participarían del acto en homenaje al octavo aniversario de la efeméride, y entre ellos, presidiendo la ceremonia, el asaltante al cuartel Moncada y expedicionario del Granma, a la sazón ministro de Comunicaciones, Jesús Montané Oropesa.

Al terminar aquella actividad, cuando intentamos llegar a Alegría de Pío, comenzó para nosotros la segunda odisea del día. No recuerdo si quien nos serviría de guía sería Ángel Pérez Rosabal, quien, según la bibliografía existente, el 2 de diciembre de 1956 había informado a Fidel el lugar exacto donde habían arribado los expedicionarios. Lo que sí recuerdo es que visitamos el humilde bohío donde él había vivido, muy cerca del lugar del desembarco, y allí nos concentramos para partir.

Tras varias horas de caminata, quien nos guiaba confesó que estábamos totalmente extraviados. La explicación que ofreció, convincente o no, debíamos aceptarla: el ciclón Flora había devastado la zona el año anterior de forma tal que para él, que en evitación de los desmanes de la soldadesca batistiana no había vuelto a aquellos lugares, le resultaban ahora totalmente desconocidos.

Nuestra caminata se prolongó mucho más allá del tiempo previsto, sin dudas contentiva de un enorme aprendizaje de subsistencia: en marcha agotadora, con sed saciada con el agua acumulada en las hojas de los curujeyes u otras plantas, o extraídas trabajosamente de rocas similares a dientes de perro que allí proliferan, aunque estábamos lejos de la costa.

Aunque pueda parecer insólito, aquel reto vencido fue lo que con mayor agrado se grabó en mi memoria, y con toda seguridad de la mayoría, si no de la totalidad de quienes participamos de esa acción.

Recuerdo que fue a través del ruido bronco de guamos, fabricados con cobos, emitido por quienes nos localizaban, que pudimos encontrarnos con ellos y dar continuidad al plan previsto, concluido ya en horas de la noche.

Es indudable que estábamos todos imbuidos del espíritu de la época. Si no fuese así, no habría explicación para la consciente disposición con que horas más tarde, cuando arribamos al albergue de Manzanillo en que dormiríamos, respondimos todos positivamente a la perentoria convocatoria de salvar todo lo que se pudiese en una cercana instalación que almacenaba sacos de soya, donde por auto-combustión había surgido un incendio de ciertas proporciones. Ya en la madrugada, el cumplimiento exitoso de aquella postrera tarea puso el punto final a nuestra participación en el homenaje al octavo aniversario del desembarco del Granma.

Lo realizado en aquella oportunidad abrió las puertas a sucesivos y muy hermosos desembarcos simbólicos. Sobre los primeros que le dieron continuidad al reseñado antes, podría abundar el apreciado Colomé Dagness, en la actualidad en el órgano de Comunicación de la Televisión Cubana.

De lo ocurrido en los años 90, cuando el Comité Nacional de la UJC decidió recordar la fecha iniciando la travesía en el puerto de Tuxpan, en el hermano México, podrían testimoniar Victoria (Vicki) Velázquez y Juan Contino Aslán, con roles protagónicos en su planeamiento y organización, e incluso por la participación directa del segundo en la expedición de 1992.

Aquel primer viaje simbólico desde México fue ricamente documentado por Katiuska Blanco Castiñeira, en su carácter de periodista encomendada a cubrir la actividad por el periódico Granma, cuya profusa información sobre los expedicionarios participantes y pormenores de la travesía, ofrecida en reportes periodísticos, fueron posteriormente compilados en un libro, considerado como el inicio de su vasta obra sobre el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. 

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.