La presencia de Fidel resultó emblemática el 3 de septiembre de 2010. Autor: Sitio Fidel Soldado de las Ideas Publicado: 03/09/2025 | 02:26 pm
Hace 15 años, a pocos días del inicio del curso escolar en Cuba y ante el peligro de una nueva guerra en el Medio Oriente con imprevisibles consecuencias para el mundo, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz habló a los estudiantes universitarios, a quienes llamó «queridos compañeros». El lugar escogido no fue al azar, era la Universidad de La Habana, el sitio en el cual, dijo en más de una ocasión, se hizo revolucionario.
Para los cubanos, su presencia ese 3 de septiembre de 2010 resultó emblemática, porque se trata de la primera vez que el eterno Caguairán participa en un acto de masas desde su recuperación, cuando una enfermedad lo obligó a alejarse de sus funciones como jefe de Estado y de Gobierno del país. Ese día dio una muestra de modestia infinita, llegó sin sus grados de Comandante en Jefe y con la emoción del primer día.
«Esta Escalinata, a la que nunca imaginé volver, guarda imborrables recuerdos de los años en que comencé a tener conciencia de nuestra época y de nuestro deber. Se puede adquirir conocimientos y conciencia a lo largo de toda la vida, pero jamás en ninguna otra época de su existencia una persona volverá a tener la pureza y el desinterés con que, siendo joven, se enfrenta a la vida. A esa edad, descubrí mi verdadero destino», dijo entonces.
Temprano en la mañana, él había pedido reunirse «antes de que nuestro Sol caliente demasiado». Por eso, a la hora anunciada para el encuentro (las siete y media), ya estaba hablando a los muchachos de la Universidad, quienes levantaban banderas cubanas y aplaudían, como también cubanos de todas las edades, que se habían dado cita desde la noche antes, incluso, en esa emblemática institución, la única que existía en el país cuando el propio Fidel ingreso en ella, el 4 de septiembre de 1945.
Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas
«Entonces, sobre esta colina universitaria caía el poder de la fuerza bruta y la brutalidad de la fuerza, la inconsciencia y la corrupción aplicada a nuestro pueblo», recordó el Comandante en Jefe y al evocar pasajes feroces de la historia en la Universidad significó que «la Revolución puso fin a esos horrores» y por ello podíamos reunirnos en esa mañana de septiembre.
«Cuán lejos estábamos de pensar después del triunfo que, en una ocasión como esta, volveríamos a reunirnos en esfuerzos aún mayores y con objetivos superiores a los que, en un tiempo, nos parecieron las más altas metas de los pueblos, en aras de la justicia y la felicidad de los seres humanos», expresó el líder histórico de la Revolución a una multitud que hacía silencio.
Habló, también, de cómo nuestra lucha por la liberación nacional se mezcló con el tenaz esfuerzo de los trabajadores de nuestro país por su liberación social y como ello no fue obra de la voluntad; lo fue del azar. «El mérito del pueblo cubano es haber sabido comprender y fortalecer los indisolubles lazos entre ambos». En ese momento, los aplausos y exclamaciones de ¡Viva Fidel!, inundaron la Escalinata.
Pero, el Comandante en Jefe sabio como siempre dijo alertó el tiempo que la humanidad dispone para librar la batalla por evitar una agresión militar contra Irán, que inevitablemente se volvería nuclear, es increíblemente limitado. A lo largo de más de tres meses de incesante batallar, como el mismo confesó se esforzó modestamente por divulgar, ante un mundo inadvertido, los terribles peligros que amenazan la vida humana en nuestro planeta…
Foto: Sitio Fidel Soldado de las Ideas
«Al mundo se le ocultó deliberadamente esta realidad y le ha correspondido a Cuba la dura tarea de advertir a la humanidad del peligro real que está confrontando. En esa actividad no debemos desmayar», reveló Fidel y volvió a recordarnos el dolor de las ciudades japonesas arrasadas por bombas atómicas: Hiroshima y Nagasaki y que el poder destructivo de las armas acumuladas actualmente equivale a más de cuatrocientas cuarenta mil veces el poder de alguna de aquellas bombas.
Por eso, el eterno Caguairán señaló que «la pretensión de dominio económico y militar de los primeros en utilizar esos aterradores instrumentos de destrucción y muerte, condujo a la humanidad a la posibilidad real de perecer que hoy enfrenta» y que «el problema de los pueblos hoy día, digamos, el de más de siete mil millones de seres humanos, es impedir que tal tragedia suceda».
Él estaba claro que, en esta, como en muchas luchas del pasado, es posible vencer. Entonces, al agradecer la presencia y el apoyo moral que los estudiantes le estaban ofreciendo a la lucha por la paz, pidió que «¡Que la vida humana se preserve! ¡Que los niños y los jóvenes disfruten de ella en un mundo de justicia! ¡Que los padres y los abuelos compartan con ellos el privilegio de vivir!».
¿Qué hacer para salvarnos todos? ¿Cómo obrar el milagro de la paz? Esas preguntas, inmensas, son las que tenemos que seguir respondiendo cada día para que la vida humana se preserve y con ello seguir siendo consecuentes con la vida, la obra y el pensamiento de Fidel, sobre todo, cuando el mundo atraviesa momentos difíciles y nuestra humanidad está en peligro.