Ana Bárbara García Zúñiga, Premio Joven Patria. Autor: Reynaldo Zaldívar Osorio Publicado: 19/08/2025 | 10:21 pm
Ana Bárbara García Zúñiga no es una adolescente a la que solo preocupa actualizar su Instagram o ver el último capítulo de la serie de turno. A sus 16 años, lleva en los ojos la luz de quien ha encontrado un propósito más grande.
En un mundo donde muchos jóvenes crecen entre las grietas que la crisis económica ha dejado sobre el patrimonio espiritual de los pueblos americanos, sumiéndolos en luchas desenfrenadas por alcanzar el éxito personal, Ana ha elegido un camino que procura el bien de todos como máxima fundamental.
En la noche del 12 de agosto, en Birán, vísperas del cumpleaños 99 de Fidel, mientras jóvenes de toda Cuba festejaban en acampada la vida pródiga del Comandante en Jefe, esta muchacha recibió el Premio Joven Patria, la máxima distinción que otorga el Movimiento Juvenil Martiano (MJM).
Este reconocimiento celebra no solo su labor investigativa, sino su convicción de que la juventud puede —y debe— ser protagonista de la historia. En este sentido, José Martí ha sido su guía fundamental.
Su apego a Martí
«En 2016, cuando tenía siete años, recité La bailarina española, de Martí, en la escuela. Allí comenzó todo, cuenta Ana Bárbara. Pocos meses después, junto a otra niña, presenté al seminario municipal de estudios martianos el trabajo titulado Un niño que llegó a ser un gran hombre, que era un análisis de la infancia de Martí, de cómo fue surgiendo el sentimiento humanista en él. El trabajo resultó ganador en ese evento, y en el que se hizo a nivel provincial».
Esta joven recuerda emocionada el día que lo presentó en el evento nacional, en enero de 2016, celebrado en la provincia Camagüey. Recibió el premio de manos del Héroe de la República René González Sehwerert, uno de los Cinco.
Bajo el título La universalidad y actualidad del pensamiento de José Martí, sucedió en La Habana (enero de 2018) el Primer Encuentro Internacional de Jóvenes Martianos, que reunió a más de un centenar de niños, adolescentes y jóvenes del mundo. A este evento fue invitada Ana Bárbara.
«En la mayoría de seminarios y eventos en los que participaba era casi siempre la más pequeña. Eso resultaba intimidante y, a la vez, me llenaba de orgullo. Aún me falta mucho por conocer de Martí, pero haber comenzado desde tan poca edad me ha permitido adelantar ese conocimiento.
«Tratar de acercarme al ejemplo de Martí es una meta que sigo. Él es verbo, acción. Ese modo de pensar procuro mantenerlo latente en mi vida. Ser martiano va más allá de un sentimiento de amor por el Héroe Nacional. Implica humanismo y sensibilidad ante los problemas de las demás personas; ser martiano es reflejar empatía», agrega.
Al hablar sobre la influencia del Apóstol en las nuevas generaciones, Ana Bárbara comenta que, si un niño conoce y se acerca a La Edad de Oro, aunque no vaya a eventos, la influencia de la obra martiana lo va a llevar indudablemente a ser un buen ser humano. También lo hará, dice con total convencimiento, si se acerca a la obra de Fidel. «Estudiar al Comandante en Jefe es estudiar a Martí, y estudiar a Martí es estudiar a Fidel».
Además de miembro activo del MJM, Ana Bárbara ha sido dirigente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) en todos los niveles, hasta llegar a su actual responsabilidad como Ideológica Nacional de esa organización.
«Estar cerca de otros estudiantes con las mismas motivaciones que yo me ha permitido crecer en espíritu. Uno de los mayores retos para mi generación es la guerra mediática contra nuestra Historia, donde hay ataques constantes para desmotivar y alejar a los jóvenes de la identidad y la memoria de lucha de nuestro pueblo.
«Tanto el MJM como la FEEM me han permitido trabajar para revertir eso. Estas organizaciones promueven el estudio como principal deber, pero también el amor a la patria, a nuestra identidad, con proyectos que van encaminados a brindar estabilidad ideológica y emocional a los jóvenes», comenta.
Se hace muy necesario el estudio de la historia de Cuba para fomentar, a través del conocimiento, los valores necesarios para la construcción de un futuro mejor para la Patria. Admiro mucho a los profesionales de la salud; salvar vidas es lo más hermoso, tal vez por eso desde pequeña quise ser doctora.
Sin embargo, asegura que ahora cree puede ser útil en otras facetas, desde carreras afines a las ciencias sociales. «Aspiro a vincularme al periodista, y desde ahí serle útil a Cuba, donde pueda realizar trabajos investigativos y referentes al estudio de la historia que lleguen al pueblo con objetividad y sencillez. Martí fue periodista. Y su obra me motiva mucho. Según el Apóstol, el periodismo debe ser examen y no censura. Debe representar los intereses de la sociedad, dar respuesta a las inquietudes de la población, y creo que en eso puedo aportar mi granito de arena», agrega.
La Generación del Centenario de Fidel
El 13 de agosto último, desde Birán, se presentó el programa conmemorativo por el centenario del natalicio de Fidel. Ana Bárbara, dice sentirse orgullosa por pertenecer a la generación de los cien años del Comandante. Como mismo él y otros jóvenes rebeldes no dejaron morir al Apóstol en su siglo, comenta que hoy se hace necesario no dejar caer el pensamiento fidelista. Y es una tarea de orden para los jóvenes de este tiempo.
Ana Bárbara junto a jóvenes en campamento de Birán. Foto: Reynaldo Zaldívar Osorio
«Lo más importante es llevar en nuestro espíritu sus ideales. En mi caso, para honrar a Fidel, lo haré desde el aula, sobre todo, pero también desde mis responsabilidades en la FEEM o donde quiera que se me asigne», reconoce.
En tiempos donde la crisis espiritual golpea más fuerte que la económica, Ana Bárbara es el recordatorio de que ni Martí ni Fidel son un lujo, sino una necesidad. Como aquel Cristo de los pobres que caminó junto a los humildes, su legado sigue siendo brújula para los que no se resignan. Ana Bárbara no pertenece a la generación del desencanto, como algunos insisten en promover. Es parte de la generación que eligió creer y fundar.