Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Yo cambio, tú cambias, ¿nosotros cambiamos?

Nada debe impedir romper esquematismos, lograr transformaciones, propiciar el diálogo, incluso la polémica, usar mejor las nuevas tecnologías y las redes. Así piensan muchos jóvenes a propósito de su 12mo. Congreso

Autores:

Osviel Castro Medel
Nelson García Santos
Yuniel Labacena Romero

Hace varios años este propio periódico reflejó la escena de dos jóvenes que, con gesticulación incluida, discutían en una parada de guaguas. Entonces polemizaron sobre fútbol y pelota, las dificultades cotidianas y los últimos celulares del mercado.

Así pasaron por incontables cuestiones hasta que, por carambola, cayeron en el tema de la juventud y su organización de vanguardia. Mientras el mayor, de unos 30 abriles, habló de éxitos, actividades, orgullo... el otro, tal vez una década menor, se refirió a «la candela», los «reunionismos» y los yerros de la Juventud.

El diálogo, que tomó calor a medida que transcurrían los minutos, demostró que aún en Cuba se suscitaban debates sobre un asunto que va más allá de la política.

A la vuelta del tiempo valdría preguntarse si todavía hoy ocurren tales porfías. ¿Cuántos en el país piensan como uno y cuántos como el otro? ¿Alguno posee la verdad absoluta? ¿Qué UJC tienen hoy los jóvenes y cuál quisieran tener? Con estas preguntas como acicates, JR fue al encuentro de muchachos de tres provincias (Granma, Villa Clara y La Habana) para pulsar criterios en este mes de abril, justamente cuando se celebra el 12mo. Congreso de la organización.

Sin cruzar los brazos

Tiempo atrás la UJC era mirada solamente para y por la militancia; hoy, en cambio, hay casi unanimidad en que la organización debe ocuparse y preocuparse por todos los niños, adolescentes y jóvenes.

Tal vez por eso la mayoría de los entrevistados por JR expuso que desean una organización más atractiva, con mayor poder de convocatoria, más entusiasta, que enamore desde las redes sociales y sea capaz de convertirse en un paradigma.

¿Vamos a creer en serio que la Juventud avanza desde la comodidad de una silla? Así se pregunta José Salvador Ramos Torres, joven profesor del IPVCE Silberto Álvarez Aroche, de Granma, para explicar que las transformaciones en la UJC pasan por un camino: el de la motivación. «A los más nuevos hay que entusiasmarlos, para eso se les deben dar tareas atrayentes, pero jamás pensar que desde la posición de brazos cruzados llegarán los cambios», señala él.

Su criterio se entronca con el de Rosbiel Rosales, médico del hospital pediátrico General Luis Milanés, de Bayamo, quien señaló que, al contrario de lo que dicen ciertas personas, muchos integrantes de las nuevas generaciones sí quieren asumir responsabilidades, incluyendo los del sector de la Salud Pública, golpeado por la escasez de cuantiosos recursos. Pero «no a todos se les toca la puerta y se les convence con argumentos. Quizá debamos cambiar nuestros métodos, saber cómo piensa cada muchacho, darles seguimiento después de que salen de las aulas», meditaba este pediatra que ocupó varios cargos en su vida estudiantil y siempre ha sido un convencido de que el buen trato a los demás es la principal premisa de un profesional de la Salud.

En esa misma línea de pensamiento están los criterios de Helen Echevarría Ramírez, integrante del Comité Provincial de la UJC en La Habana, quien tiene 28 años y es graduada de Ingeniería Industrial. «Nuestra organización tiene que estar todo el tiempo pulsando los estados de ánimo, las insatisfacciones, las principales problemáticas, y actuar para revertirlas desde la participación activa y real de todos», dice.

Añade que al comité de base, como estructura que integra la militancia de un lugar, no puede faltarle el activismo constante, la creatividad, el trabajo joven a joven, el diálogo, el intercambio, «la implicación en tareas que solucionen problemas reales del centro y la comunidad, la sensibilidad y ayuda con las personas que más lo necesitan».

Mientras, Elizabeth Casanova Castillo, presidenta de la Asociación Hermanos Saíz en Villa Clara, escritora, investigadora y profesora del Departamento de Filosofía de la Universidad Central de Las Villas, piensa que, más que crecer en el número de sus integrantes, a la UJC le hace falta abrirse más a la sociedad, lograr que sus estructuras de base funcionen y encuentren una expresión propia, distinta a la de otras organizaciones.

Varios de los entrevistados, como la villaclareña Mónica Sardiña Molina, expresaron que es fundamental, para lograr el llevado y traído «funcionamiento», el liderazgo del secretario general del comité de base, si bien es «tarea de todos aportarle frescura, creatividad, dinamismo, ética y ejemplaridad a la organización».

El dirigente de base al que le falte dar el ejemplo y convicción para conducir no podrá atraer a los militantes y no militantes.  Debe saber demostrar que la organización puede aportar. Así razona ella.

Por su parte, Mónica González González, estudiante bayamesa de segundo año de Medicina, expone que el secretario general y el resto de la militancia necesitan conocimiento, cultura, leer, estudiar historia y tener referentes del pasado. Como no siempre eso sucede, algunos —incluso, integrantes de la organización— caen en la vulgaridad, la banalidad o la superficialidad.

Para el santaclareño Rodolfo Rodríguez, de 28 años, quien milita en un centro de servicios, los miembros de la UJC deben sentir orgullo por pertenecer a la organización y no «de manera clandestina»; también tienen que ser sensibles, luchadores contra la injusticia y mostrarse inconformes cada vez con lo que anda mal. Mas... ¿sucede así en la vida real?

¿Esquemas rotos?

¿Por qué hay que reunirse siempre entre cuatro paredes? La interrogante la han formulado varios jóvenes desde hace tiempo. Uno de ellos, Yovanis Ariel Guerrero Solano, de 28 años, integrante del Comité Municipal de la UJC en Bayamo, considera que las reuniones ordinarias pueden celebrarse en lugares históricos o en otros sitios de interés, que dejen huellas en los militantes.

«Necesitamos romper esquemas, pero no de los dientes para afuera, sino en la práctica. Algunos comités de base lo han logrado, pero debemos preguntarnos si esa es la generalidad», expone.

Por ese hilo estuvo la reflexión de la reportera de 32 años Geidis Arias Peña, del periódico La Demajagua, quien reitera que el protagonismo juvenil no puede convertirse en una frase hueca. «Hay que soñar con hacer algo nuevo cada día en nuestras organizaciones de base y tal vez retomar algunas de las acciones que se hicieron en otra época, la de nuestros padres».

Su observación parece válida. ¿Cuántas cosas de antaño, mejoradas por la modernidad, pudieran hacerse ahora?

Al respecto, Elvia Teresa Castro Figueredo, trabajadora de Etecsa en Bayamo, sentencia que los tiempos actuales brindan enormes potencialidades y a veces «ni siquiera pensamos en aprovecharlas». La Juventud «debe ser de avanzada, tecnológica, desarrollada. No podemos hacer las cosas con la misma mentalidad de hace muchos años, aunque retomemos cosas del pasado».

No es la única que piensa así. JR comprobó que muchos aspiran a tener páginas web más cautivadoras, publicaciones digitales que sean frescas, atrevidas y rebeldes, a realizar debates sin prejuicios y con total transparencia en las redes sociales (que aborden temas vinculados con la migración, el costo de la vida, las posibilidades de realizarse en Cuba o en el exterior, la lucha contra las drogas y otros vicios),  a contar con aplicaciones para los teléfonos móviles que reflejen el mundo de los jóvenes, incluso hasta con videojuegos que exploten aristas del universo de los más nuevos.

 Epílogo

«¿Qué impide cambiar los esquematismos o los métodos viejos que se han arrastrado durante años?». ¿Qué impide que en las discusiones diarias de la organización estén temas como el embarazo en la adolescencia, las indisciplinas sociales, los hechos delictivos, la marginalidad, los problemas económicos, entre otros que afectan a la sociedad?

Al parecer solo hay que «cambiar el clip». Pero para eso no se necesita una orden vertical, aunque es cierto que mucho se puede hacer desde las «instancias superiores».

¿Cada militante ha pensado en transformar y transformarse? Tal vez esa interrogante también ayude a entender un asunto que es sumamente complejo y requiere respuestas multifactoriales.

En cualquier caso, es importante que escuchemos a todos, especialmente a los que piensan diferente. Es esencial que cada polémica, por simple que parezca, contribuya a repensar una UJC más inclusiva, alejada de formalismos y otros ismos, una Juventud renovadora, laboriosa, conectada con la realidad, con los oídos más pegados a la tierra, continuadora y a la vez rompedora de esquemas. Simplemente mejor.

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