En la calle 82, entre 81 y 83, hace algunos años se colocó este busto que rinde homenaje al ilustre alquizareño. Autor: Otoniel Márquez Publicado: 15/01/2024 | 09:47 pm
Era 20 de diciembre en el último año de un siglo marcado por el fin de la dominación colonial española y el inicio de la ocupación militar norteamericana. Faltaban apenas días para que comenzara la nueva centuria y veía la luz en el pequeño pueblito de Alquízar un niño rubio, sonrosado y hermoso, fruto de la unión entre María de los Dolores Villena y Delmonte, y Luciano Martínez Echemendía.
Rubén Agnelio Martínez Villena llegaba para iluminar la casa de madera y tejas, ubicada en la calle San Agustín (hoy avenida 91) y marcada con el número 8427, y aunque allí solo vivió unos dos años, quedan atesoradas muchas de sus memorias, documentos, pertenencias… incluso su mascarilla mortuoria en bronce y en yeso, esa que impresiona al visitante porque deja entrever la intensidad de su mirada.
Fue quizá esa misma intensidad la que impresionó al Generalísimo Máximo Gómez. Cuentan que una vez el dominicano coincidió con Rubén y su padre en el tren, e impactado seguramente por los penetrantes ojos del niño sentenció: Tu vida tendrá luz plena de mediodía; y acaso con eso estaba prediciendo todo un futuro dedicado a la lucha por las causas justas, por la independencia de Cuba y contra el imperialismo.
Reconocido primero como intelectual y poeta, Villena, quien escribía poesías desde los 11 años, formó parte de aquella generación que en los años 20 del pasado siglo redespertaban la conciencia nacional y avivaban el espíritu de lucha. Graduado en la Universidad de La Habana de Doctor en Derecho Civil y Público dedicaría su corta pero fecunda vida a la lucha del lado de los obreros. Los más importantes sucesos políticos de los años 20 y principios de la década del 30 tienen el sello de su fecunda actividad.
Fue protagonista de la Protesta de los 13, hecho de notable significación que puso al descubierto la corrupción del Gobierno de Alfredo Zayas con la compra del Convento de Santa Clara. El reclamo justo le valió el encarcelamiento pero no amilanó sus ansias de lucha, todo lo contrario, se avivaba su espíritu con un Mensaje Lírico Civil que resume su denuncia, a veces de manera irónica, contra el Gobierno corrupto y la injerencia norteamericana que significaba la Enmienda Platt:
«(…) la Florida es un índice que señala hacia Cuba./ Tenemos el destino en nuestras propias manos / Y es lo triste que somos nosotros, los cubanos, / quienes conseguimos la probable desgracia, / adulterando, infames, la noble Democracia, / viviendo entre inquietudes de Caribdis y Scila, e ignorando el peligro del Norte que vigila».
Una fecunda existencia
Villena tuvo una participación activa en la creación de la Universidad Popular José Martí, que logró vincular a los movimientos obrero y estudiantil, destacados en la batalla contra el Gobierno. Fue fundador también del Grupo Minorista, conformado por intelectuales opuestos a los politiqueros y a la corrupción. Asimismo, formó parte del Consejo Supremo del Movimiento de Veteranos y Patriotas.
Poco a poco creció su vínculo con las organizaciones obreras. Participó en la fundación de la Confederación Nacional de Obreros de Cuba y del primer partido marxista leninista en 1925. Destaca su identificación con el pensamiento del líder Julio Antonio Mella. Precisamente en su defensa, el joven Villena, débil de cuerpo pero gigante de alma, enfrentó al tirano Machado calificándolo de «asno con garras», a raíz de la huelga de hambre que protagonizara Mella en prisión.
En 1927 comenzó a militar en las filas del Partido Comunista de Cuba. Poco decayó su producción poética y creció su labor política, con un activismo tal que debió incluso exiliarse debido a la persecución del Gobierno de Machado.
Desde finales de los años 20 su salud comenzó a deteriorarse poco a poco producto de la tuberculosis. No obstante, fue electo en 1928 como miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y organizó la huelga política del 20 de marzo de 1930. Ya muy mal, perseguido por Machado, viajó a la URSS para recibir tratamiento.
Durante su exilio allí, ingresó en el sanatorio producto de la tuberculosis y los médicos le hicieron saber que no sanaría: entonces regresó otra vez a Cuba en 1932 y dedicó a la lucha su último aliento. En esa misma etapa llegaría al mundo su hija Rusela.
Sus últimos grandes empeños serían dirigir la Huelga General Revolucionaria que derrocó a Machado el 12 de agosto de 1933 y organizar el 4to. Congreso de la Confederación Nacional Obrera de Cuba, en diciembre de ese año. Apenas un mes después, el 16 de enero de 1934 se apagaba su existencia física y su figura pasaba a un plano superior.
Dejaba para las generaciones presentes un poemario de obligada lectura, con obras que van desde el fino erotismo hasta la lucha ferviente por una causa justa, pasando por otras.
Una casa con vida propia
El 16 de enero de 1976, al cumplirse 42 años de su muerte, se inauguró el Museo Casa Natal Rubén Martínez Villena, inmueble declarado dos años después como Monumento Nacional de la República de Cuba.
La casa, ya desde 1950, contaba con una tarja conmemorativa por iniciativa de los miembros del Partido Socialista Popular. En 1971, la Comisión de Activistas de Historia de Alquízar puso empeño en rescatar el local que fue adquirido en 1974 por el Gobierno revolucionario. Dos años tardó la restauración, a cargo del arquitecto Daniel Taboada, con tal de devolverle al sitio, en la medida de lo posible, su imagen original.
Aunque el inmueble ha recibido varias intervenciones de restauración, hoy es visible cierto deterioro en el piso de madera y algunas filtraciones en el techo que ponen en peligro el tesoro que allí se resguarda.
Beatriz Ramos González, directora de la institución, refiere que allí puede el visitante visualizar del puño y letra de Villena algunos de sus más de 60 poemas conocidos, y acceder a documentos relevantes del poeta intelectual y revolucionario, pertenencias, recuerdos, objetos de su época, de sus contemporáneos y de familiares. Destaca el expediente escolar de Rubén, el expediente de la Causa 330, una libreta escolar suya, hojas del expediente universitario, cartas a su esposa, al padre.
La Casa Natal, hoy sin todo lo necesario para conservar tan valiosos documentos, atesora también actas del Partido de la época, fotos familiares, libros y publicaciones posteriores a su fallecimiento, su máquina de escribir, condecoraciones y otros objetos que sirven a quienes quieran saber más de su vida.
Este espacio patrimonial, de referencia en Alquízar por su significación histórica, es escenario constante de visitas de estudiantes y da cabida a peñas literarias y eventos culturales, como homenaje también al intelectual y poeta que vio la luz entre esas paredes.
Este 16 de enero pudiera pensarse como un día luctuoso, mas se convierte en fecha de homenajes y recordación a quien tuvo una vida corta pero fecunda y dejó un legado perdurable.
En la casa natal de Villena se atesoran pertenencias del joven revolucionario, de sus familiares y de personalidades de la época. Foto: Otoniel Márquez.