Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El especialista

No necesito carta de presentación, pues todos los amigos foráneos y embajadores me conocen bien

Autor:

JAPE

MI nombre es Elio Bencomo Dean, pero mis compañeros me llaman cariñosamente el comodín, y soy un especialista.

He querido presentarme porque algunas personas no logran entender cuál es mi cargo, mi función, en la empresa o ministerio en que pernocto, y en la sociedad. Algo que es muy sencillo, pues como ya dije, yo soy el especialista. ¿De qué? Se preguntan muchos, y yo simplemente respondo: ¡de todo!

Yo soy el tipo, mejor dicho, el especialista, que siempre aparece en todas las listas de viajes hacia el exterior, ya sea para un evento cultural, una gira de alto nivel, un encuentro deportivo, una feria de negocios, y hasta como mediador en una guerra. Soy graduado de algo que ya ni recuerdo, pero eso no es lo importante porque a pesar de que no soy especialista en nada específico… ¡sé de todo! Al menos eso he logrado aparentar con buenos resultados.

Mi cargo se adecua a cualquier centro laboral, desde una institución científica hasta un ministerio, siempre a un alto nivel, cerca de los directivos que no necesitan ser especialistas para viajar y por eso siempre viajo con ellos, incluso: hasta cuando ellos no viajan.

Puedo aparecer lo mismo impartiendo una conferencia sobre el desarrollo de la comunidad científica del país, comentando un audiovisual (que no he realizado yo, por supuesto), sobre religión y cultura, que en el banco del equipo nacional de voleibol, béisbol o clavado, aunque no sepa nadar; pero ahí estoy clavado yo.

No quiero que confunda mi cargo con el contenido de trabajo o la tarea que deben asumir otros funcionarios. No. Yo sí puedo hablar, emitir opiniones, hacer chistes, hacer importaciones, visitar amigos y enemigos, porque yo supuestamente soy la persona que sabe bien cómo y cuándo hacer, lo que se tiene que hacer. Soy un asesor por excelencia. Muchas veces ocupo el lugar del verdadero protagonista, o sea, el autor, el creador, el científico, el deportista… El problema es que ellos no siempre están preparados para ese mundo cruel que los espera allende los mares.

Un especialista jamás traiciona los objetivos de una misión. Aunque eso ha cambiado mucho… me refiero a los objetivos, pues el mundo está en constante cambio, generado por inestables bisectrices económicas y sociales, y yo lo tengo bien claro.

Quizá pudieran poner en tela de juicio que mi proyección escénica, mi desarrollo oral, mis comentarios, suelen ser los mismos en la clausura de un encuentro internacional de productores de manteca de foca en la Antártida, que en la apertura de una espectacular exposición de arte contemporáneo en el Pompidou de París. No hay problema alguno. Tampoco soy un genio, además, eso no se echa a ver. Lo importante es estar y decir algo políticamente correcto que haya funcionado en otros espacios.

No necesito carta de presentación, pues todos los amigos foráneos y embajadores me conocen bien. Sienten gran alegría al verme como parte de una delegación y así lo demuestran cuando me saludan efusivos: «¡Otra vez aquí!».

Estas son algunas de mis credenciales, para que se vayan construyendo una mejor opinión sobre qué es un especialista. Y aunque mi cargo es vitalicio y gozo de impunidad, apréndanselo bien, porque no soy eterno.

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