Encuentro con creadores y directivos de la Cultura. Autor: Estudios Revolución Publicado: 30/05/2022 | 09:24 am
La cultura no es universo abstracto ni acepción para élites. Ella está en todo; y entendida de la mejor manera —la emancipadora, la enaltecedora—, sirve para vivir. Por eso la Revolución siempre ha alimentado el desvelo por hacer mujeres y hombres cultos desde cada espacio de la sociedad; y hoy, cuando son tan necesarios los arraigos del espíritu, la Isla hace hincapié en ese empeño.
Es lo que decía recientemente el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, durante un encuentro sostenido por él, desde el Palacio de la Revolución, con un grupo de creadores destacados y directivos del sector de la Cultura:
«Aquí —decía el Jefe de Estado— lo que estamos es tratando de promover cómo la gente se hacen de una perspectiva, de una manera de hacer para llevar, desde la cultura, el pensamiento martiano, la historia, pero de una forma que encante: creativa; y que eso complemente entonces lo que hacemos en la escuela, el trabajo de la familia, y los otros espacios que hay a nivel de la sociedad».
En consonancia con mantener vivas las ideas del IX Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) —que fue una invitación hecha por el Presidente de la República a los participantes del cónclave—, ya resulta habitual este tipo de encuentros desde el Palacio de la Revolución. Y el tema más reciente ha sido cómo marcha el cumplimiento de los acuerdos y planteamientos del IX Congreso, relacionados con la Comisión Permanente de Educación, Cultura y Sociedad.
Luis Morlote Rivas, Presidente de la Uneac, recordó a modo de pórtico de la reunión que en la agenda de esa organización «prevalece el análisis permanente de la relación entre educación y cultura, a partir de la idea de contar con la escuela como la institución cultural más importante de cada comunidad, por ser, junto a la familia, no solo el espacio donde se adquieren conocimientos sino en el que se forman valores cívicos, éticos y estéticos, y se prepara a las generaciones emergentes para la vida en nuestra sociedad».
En el proceso preparatorio y durante la celebración de nuestro IX Congreso —apuntó Morlote Rivas— se discutió ampliamente sobre la importancia de la educación en la formación de las nuevas generaciones, y fueron puestas de relieve las contribuciones de la Comisión Permanente de Educación, Cultura y Sociedad, integrada por reconocidos miembros de nuestra organización y destacados profesionales de la educación, casi siempre con responsabilidades significativas en los procesos de transformación de la escuela cubana y en el perfeccionamiento de los programas de la enseñanza general.
Lo anterior, dijo, «ha sido posible gracias al establecimiento de un canal de comunicación entre la Uneac y el Ministerio de Educación (Mined), y al espíritu de colaboración prevaleciente en dicha relación».
Esas palabras —en una jornada que también contó desde la presidencia con el miembro del Secretariado del Comité Central del Partido y jefe del Departamento Ideológico, Rogelio Polanco Fuentes— dieron paso a valiosas reflexiones sobre el alcance de la cultura en la actividad educativa. La primera disertación estuvo a cargo de Carlos Alberto Cremata (Tin), fundador y director de la Compañía Infantil La Colmenita, quien compartió la experiencia que vive mientras lleva adelante la tarea definida de conjunto con la dirección del país, de hacer todo lo posible en pos de «la transformación espiritual de la escuela cubana».
José Martí estuvo al centro de su intervención, porque para Tim están resultando impactantes los intercambios con diversos grupos de la sociedad a quienes ha ido a hablarles sobre el Apóstol. Ya él ha estado en más de 40 lugares, y sabe que el movimiento «Martí sigue llegando a mi casa», con el cual piensa llegar a escuelas, unidades militares, fábricas y otros espacios a lo largo del país, dará frutos.
Cremata ansía ver reeditado ese libro exquisito que es «Martí a flor de labios», de Froilán Escobar —«por lo menos los 55 que necesito para salir para Oriente»—; y explicó que el movimiento consta de cuatro etapas: la del diagnóstico (para ver quiénes pueden ser los replicadores de las ideas martianas); la pedagógica («donde nosotros mostramos a otros cómo hacemos desde el año 2014» para fomentar valores); la de la práctica artística; y la de la práctica comprometida (realizar pequeñas acciones «que den testimonio de una sociedad fraterna, amorosa y digna»).
«Yo me siento inmensamente feliz con esa misión —confesó Cremata—; siento, como decía Martí, que voy regando almas buenas, siento que eso está pasando».
José Manuel Espino Ortega, dramaturgo, poeta y promotor cultural de la Atenas de Cuba, expresó que «en Matanzas, de manera natural, se está dando el encuentro entre educación y cultura». Compartió experiencias del territorio; y habló de estudiantes de música participando en conciertos de Jazz, de la Feria del Libro como «momento muy especial», de las «escuelas abiertas» —idea apoyada por el Partido y el Gobierno, consistente en ir los fines de semana a lugares desfavorecidos; porque, como él dijo, «la palabra sana, la palabra ayuda»—.
Pedro de la Hoz González, periodista y crítico de arte, enunció, entre otras ideas, que «con independencia de que hay un sistema de trabajo entre el Ministerio de Educación y el Ministerio de Cultura y las instituciones culturales y educacionales, yo creo que cada escritor y cada artista pueden hacer mucho, en el ámbito extracurricular, para enriquecer la vida de la gente, para formar mejores ciudadanos, y para divertir a la gente de una manera sana».
Recordó que el canto salva. Y que bien promovido es «una fortaleza tremenda para mejorar el gusto estético de la gente», de seres humanos «que tengan razones de vivir, que sepan apreciar el arte». En consonancia con tal certeza habló la Directora del Coro Nacional de Cuba, Digna Guerra Ramírez, cuya «experiencia en el trabajo con las Cantorías realmente ha sido muy enriquecedora».
«Yo creo, dijo, que Cantorías (proyecto del Coro Nacional de Cuba, que agrupa a cientos de niños y cuyo promotor esencial fue el Comandante en Jefe Fidel), (…) ha sido una experiencia única. Nosotros tuvimos un gran movimiento de San Antonio a Maisí, de cantorías infantiles; necesitamos que eso se recupere, porque el canto en coro dignifica y enaltece».
Nelson Simón González, poeta, narrador y dramaturgo de la provincia de Pinar del Río, y presidente de la Uneac en el territorio, aclaró: «Nosotros no estamos para suplantar espacios sino que estamos para complementarnos, para aportar desde los saberes de la cultura a todo este proceso». Han sido hermosas y muy gratificantes, dijo, las vivencias relacionadas con la promoción de libros y de bibliotecas.
«Estamos trabajando muy estrechamente con la escuela», afirmó con orgullo, y resaltó a la «literatura como un vehículo para transmitir valores culturales, éticos, y cívicos».
Nuria García Reyes, quien coordina desde el Mined el trabajo con el área de la cultura y los proyectos de la Uneac —quien ostenta un proyecto distinguido el pasado año con el Premio Nacional de Cultura Comunitaria—, recordó que ella creció con el movimiento de Cantorías infantiles. Habló también sobre la importancia de retomar con fuerza el trabajo coral: «En todas las escuelas tiene que haber un coro».
«Desde el 2009, narró, tenemos una orquesta de guitarras que hicimos historia en (el municipio capitalino de) la Lisa: empezamos con 8 niños; a los tres meses eran 28; y a los ocho meses dimos nuestro primer concierto con 20 obras. Muchos lloraron allí, muchos lloramos, fue algo increíble. Hoy ya tenemos 13 años, y tenemos 401 niños…». La idea, afirmó, «no es que toquen perfecto; la idea es que amen la música, que conozcan la historia de Cuba —cuando tú conoces la historia de Cuba, tu identidad, tus raíces, por lógica tienes que amar este país tan lindo—».
Por su parte Iván Barreto Gelles, director de la Empresa de Informática y Medios Audiovisuales (Cinesoft), hizo referencia a la trascendencia de la educación audiovisual, y destacó la urgencia de que «los muchachos» aprendan a mirar, a observar un mundo de imágenes y sonidos, para poder entenderlo y para poder lidiar con él. Y Fernando Echevarría, actor de teatro, cine y televisión, con más de veinte años de docencia en su haber, definió que «la ética tiene que ser la columna vertebral nuestra», al tiempo de aseverar que «hay que hacer una labor extraordinaria con el horizonte cultural de nuestros jóvenes».
El actor y humorista cubano, Osvaldo Doimeadiós, hizo alusión al valor de «articularnos entre distintas manifestaciones, disciplinas; articularnos también con la docencia». Lo dijo desde la experiencia de su propia obra, esa que hace pensar y que siembra tantas interrogantes, como reflexionaba el Presidente Díaz-Canel Bermúdez.
«Cuando discutimos estos temas —razonó el Jefe de Estado—, lo que pienso es cómo nosotros propiciamos que la gente tenga un bagaje cultural que les permita apreciar el arte». Destacó que esa fortaleza debe ser creada desde la niñez, en todo el sistema de escuelas, en todo el sistema institucional. Es algo, valoró, que aunque ha estado en el sueño de la Revolución y Fidel fue el primero en defenderlo, todavía no se manifiesta del modo en que ha sido soñado: «Son desafíos que tenemos; y ahora se ven más, ahora necesitamos más tener esa formación sobre la que estamos debatiendo aquí».
Una preocupación quiso compartir con los presentes el poeta, narrador, ensayista y etnólogo Miguel Barnet Lanza. «Todo lo que se ha dicho aquí tiene una poderosa carga política. Tenemos que rescatar los verdaderos contenidos de ese concepto de política, que está indisolublemente vinculado a la ideología y a la poesía. En internet, cuando difaman a la Revolución, o a los revolucionarios, lo hacen desde una posición llamada apolítica, según los difamadores, y no saben que la nación cubana se gestó con una semilla poética cuyo fruto fue político».
«La más bella obra de la nación cubana —prosiguió Barnet— es la Revolución que es a su vez un acto poético, o el acto poético más grande de nuestra historia. Nuestros próceres, desde Carlos Manuel de Céspedes hasta José Martí, son políticos porque llevaban la poesía en su corazón. La política es de los revolucionarios verdaderos y no de más nadie. Quitémosle ese halo de negatividad a la palabra política. Ella, como la Patria, es ara y no pedestal».
El Presidente Díaz-Canel agradeció a todos por haber acudido «a la convocatoria de tener este encuentro», para «darle seguimiento a los acuerdos del Congreso, y que de verdad el Congreso siga aportando y no se quede en letra muerta».
«El tema es lo que nos falta para que estas buenas experiencias no sigan siendo excepcionales», expresó el mandatario. Hizo alusión a la necesidad de llevarlas a todos los lugares, cuidando en todo momento las características propias de cada escenario. Y habló sobre un reconocimiento, por parte de todos, «de retos actuales, de desafíos formativos, de insatisfacciones formativas que tenemos».
«Creo —afirmó— que hay organismos formadores, tanto el ministerio de Educación como el Ministerio de Educación Superior, que han sido receptivos a este encuentro con la cultura. Creo que hemos superado otros momentos, donde estábamos más ubicados en parcelas, en fincas, donde nos costaba más interactuar». ¿Qué es lo que nos falta?, preguntó, para luego responder: «Lo que nos falta es integrar, articular más, socializar, oír más a las gentes que quieren proponer proyectos; ayudarlos, abrirles puertas, proyectar, que otros puedan asesorar sobre la base de las experiencias».
No olvidó el mandatario que las comunidades son escenarios que esperan por toda esa fuerza del saber y la cultura. Y volvió sobre el concepto de política acerca del cual disertó Miguel Barnet: habló de defender modos de hacer política desde el concepto de Armando Hart Dávalos, «que por supuesto la concibió a partir del estudio de Martí y del estudio de Fidel». Mencionó las premisas de la cultura en su sentido más amplio, la ética, el Derecho (porque encierra el concepto de lo justo); y todo eso, integrarlo de manera solidaria.
Es el momento, enfatizó, de seguir trabajando para implementar las ideas, y para amplificar las buenas experiencias.