Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El Saratoga: entre miradas y esfuerzos

Las horas han pasado y con ellas, los vecinos más cercanos han visto desde sus balcones a un hotel que casi se desmoronó por completo, pero también a esos hombres y mujeres que aun, cuando no cesan ni el polvo ni el ruido, buscan la esperanza de un pueblo conmovido

Autor:

Rosmery Pineda Mirabal

Los escombros son recuerdos inefables hoy de un momento desastroso, feroz, violento. Nadie aparenta indiferencia cuando pasa por los alrededores del capitalino hotel Saratoga. Todos observan y acechan un edificio con sus miradas mientras, al interior de este, se intentan despertar bajo piedras las esperanzas dormidas.

Mucha crudeza quedó bajo esos mismos bloques de adocreto, y aquellas horas lúgubres del viernes marcará para toda la vida a personas que se encontraban cerca de la instalación y vecinos próximos a este. Sin embargo, sus historias y por qué no, su heroicidad luego de la lamentable explosión también conmueve y reconforta nuestras esencias.

Es así que vecinas como Yelaine Zamora Cabrera, quien reside a escasos metros del Saratoga, vivieron una vorágine inusual e inédita en muchos años. Nunca se había escuchado un estruendo así por la zona, ni siquiera algo similar que movilizara tanta desesperación en el Prado capitalino. «Lo primero que pensé fue que se estaba derrumbando mi edificio y agarré rápido a “mi viejo” para bajar sin más nada que nosotros mismos», cuenta.

Ya estando en la acera vio lo sucedido y su único pensamiento fueron los niños de la escuela primaria, los hijos de sus más cercanos. Fue entonces cuando corrió hacia ellos y se unió a las labores auxilio. «Todo sucedió muy rápido. Allí empezamos a sacar niños y maestras, algunos con heridas pequeñas, sin zapatos ni mochilas», dice.

Yelaine, que ha estado cada instante sentada en su balcón viendo las labores de rescate, siente todavía el desconsuelo por lo sucedido. Ella, al igual que otros vecinos del lugar, también conocen a personas aún desaparecidas. Y eso, la sacude en su interior como a mucha gente en nuestro país.

Su madre, por ejemplo, Celani Cabrera, quién es además presidenta del CDR en la zona 18 que se ubica paralela al hotel Saratoga, está agitada desde el momento del estruendo y su presión arterial no logra estabilizarse. Con los años no recuerda haber experimentado algo similar.

Sobre la actitud de la población cercana al Saratoga, esta veterana mujer, refiere que fue muy humana. «Todos se inmolaron para salvar a las personas atrapadas y los niños. Incluso, desde que están aquí los bomberos, la Cruz Roja y el personal del Sistema Integrado de Urgencias Médicas (SIUM), les hemos prestado ayuda en lo que podemos», dice.

Héroes anónimos

Son héroes anónimos los que están allí en el Saratoga. A algunos los vimos subir bajo ruinas un edificio, a otros transportar lo inoportuno y seguir a la espera de lo posible, de la esperanza. Para Yamilet García Alpízar, doctora de una de las ambulancias que prestan servicio en el traslado de las víctimas, estos han sido días dolorosos a los que nunca pensó si quiera enfrentarse.

Como ella, son varios los trabajadores de la salud que acudieron al lugar de los hechos. Pero en su caso y en el de los compañeros del SIUM que allí se encuentran, el nivel de entrega ha sido elevado e incluso, al punto de no ceder por horarios ni cansancios. «Aquí no existe alguien indolente, todos nos entregamos a este trabajo de salvar vidas y preservar lo humano», dice.

A pesar que el personal de emergencia en el sistema de la salud está siempre lidiando con situaciones similares, al borde de límites, bien sabe esta mujer que lo vivido durante el fin de semana último fue algo desolador, duro. Quizás por eso nos repitió que; «lo material se reconstruye, pero encontrarnos con personas sin vida, a los cuales ya no podemos ayudar, sí nos duele y mucho».

Las horas han pasado y con ellas, los vecinos más cercanos han visto desde sus balcones a un Saratoga que casi se desmoronó por completo, pero también a esos hombres y mujeres que desde el viernes y aun, cuando no cesan ni el polvo ni el ruido, buscan la esperanza de un pueblo conmovido.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.