La joven arquitecta afirma que a Varadero le debe la experiencia práctica, ejecutiva y organizativa de su labor. Autor: Hugo García Publicado: 01/03/2022 | 09:35 pm
VARADERO, Matanzas.— Una joven habanera, devenida matancera, sueña muy alto. «Me gustaría diseñar un edificio de 50 plantas, pero no en Varadero, porque no veo ese entorno como para construir una edificación tan alta». Ella es la arquitecta Martha Victoria Coutín Sindorenko, de 28 años de edad.
Se graduó en 2014 en la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae). Es una joven de estatura alta y ojos claros, apasionada por los temas del diseño y proyectos de arquitectura. A su niño Diego y a su esposo, Mario Antonio Pérez Martínez (también arquitecto), dedica su escaso tiempo libre.
Literalmente es la «madre» del bulevar de Varadero, un espacio recreativo y funcional para vacacionistas con una red gastronómica en la calle 62, otra comercial en la 63 y la plaza cultural en la 64, además de incluir en sus áreas un motel de diez habitaciones de la cadena Islazul, y dos restaurantes, uno de comida asiática y otro de la culinaria rusa.
La COVID-19 permitió hacer los ajustes pertinentes e incorporar nuevos objetos de obra, como cafeterías y bares temáticos, área para niños y otros. Desde su apertura, el bulevar apuesta por convertirse en el centro recreativo más importante del afamado balneario. Mucho colorido acoge el entorno, y en el horario nocturno el contraste de la iluminación artificial brinda sosiego a los visitantes.
—¿Sientes satisfacción con lo logrado?
—En parte. La arquitectura va desde la estética hasta la funcionalidad del espacio. La diversidad de diseños siempre estuvo contemplada en el proyecto, pero todo debe tener su orden, y establecer la armonía se complica cuando intervienen múltiples entidades en las decoraciones, tanto de espacios exteriores como dentro de los propios inmuebles.
—Es una gran responsabilidad haber sido la proyectista principal del bulevar…
—No tenía dominio total de cómo funcionaba ese cargo de proyectista principal, pero no me faltó apoyo y tampoco me fue difícil, aunque fuera una obra compleja, principalmente por el poco tiempo con que contábamos para proyectar, debido a la cercanía de la feria del turismo.
«¡Fue todo un reto! Muchas cosas se te van de las manos cuando no tienes el tiempo para que interactúen entre sí las diferentes entidades que participan. Tienes que trabajar de la mano con todo el mundo, y más tratándose de un proyecto urbanístico, porque son cuatro calles, pero al final tienes otra escala.
«La envergadura del proyecto no constituyó ningún problema, porque tenemos muy buenos profesionales en la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería de Matanzas (Empai), y se resuelven las cosas fácilmente cuando las personas saben su oficio.
El bulevar apuesta por convertirse en un importante centro recreativo. Foto: Tomada de traveltradecaribbean.es.
«Pudimos recuperar a la arquitecta Amarilis Castillo Ramos, quien trabaja para la Inmobiliaria del Turismo como inversionista a pie de obra. Ella fue la inversionista principal encargada de esta obra y ha luchado duro porque todo salga bien. La considero muy preparada y con una tremenda experiencia como inversionista, además de ser una excelente persona. Sin ella esta historia sería otra.
«El bulevar luce bien. Antes ahí no había nada. Las empresas constructoras trabajaron bien; no puedo decir que la mano de obra haya sido mala. Todos los proyectos llevan su tiempo para una correcta terminación. La premura no es proporcional a la calidad de culminación, y las cosas hay que hacerlas correctamente.
«Es un error que se repite una y otra vez en la actualidad cubana y que debe erradicarse, porque lacera nuestra economía. En Cuba existe un plan anual para las inversiones y debería respetarse al pie de la letra. Solo la estricta planificación de nuestra economía nos llevará al éxito».
—¿Alguna referencia internacional para este proyecto?
—Nosotros siempre nos ponemos a la par del mundo. Antes de empezar las ideas conceptuales estudiamos el repertorio internacional, porque al final estamos empezando y tenemos que saber cómo han enfrentado determinados países esas mismas situaciones.
—¿Un turista se identifica con rapidez con el bulevar?
—Pienso que no del todo, porque cuando estudiamos el repertorio internacional siempre hacemos un análisis aterrizando en Cuba, que tiene unas condiciones climatológicas que te obligan a tomar otras decisiones, a cambiar el entorno. En las ideas iniciales existían varias áreas de sol, luego buscamos
alternativas para solucionar este aspecto sin alejarnos de las líneas de diseño.
—¿Antes de esta obra ya contabas con experiencia en Varadero?
—Desde que me gradué en la universidad fui inversionista en la empresa inmobiliaria Almest, de Varadero, donde estuve cuatro años. Trabajé en varias obras como la Marina Gaviota, en reparaciones que se le hicieron al Complejo Sirena Coral, y después pasé a la preparación de las obras.
—¿Desde que te graduaste te dieron responsabilidades?
—Nunca tuve problemas por ser joven. Desde el inicio se confió en mí. Sin embargo, como mujer sí tuve problemas, pero muchos me tuvieron confianza y me dieron tareas importantes, lo que hace que te crezcas, porque tienes que cumplir; te desvelas y esfuerzas porque quede bien.
«Me pasó lo mismo cuando llegué a la Empai; una quiere realizarse de otra manera y esta entidad me brindaba esa opción de desarrollarme como proyectista. En Almest trabajé a pie de obra, que me interesaba mucho; luego tuve un bebé, aquí igual tengo poco tiempo, pero estoy cerca de la casa y de mi niño. Antes todos los días tenía que ir de Matanzas a Varadero, donde casi todas las obras son de gran envergadura y a veces las más pequeñas, de reparaciones, se complican mucho porque el hotel no puede parar y tienes que trabajar con esas instalaciones funcionando.
«Cuando llegué a la Empai cambió mi perspectiva, porque ya pasé a ser proyectista. Allí en mi primer mes todo estuvo relacionado con la calidad; hacían hincapié para que mi entrega fuera de óptima calidad en todos los aspectos».
—¿Entonces podrías trabajar en cualquier proyecto?
—Las universidades cubanas preparan muy bien a los futuros profesionales. Aquí me siento feliz. Ya llevo ocho años de graduada. Esta ha sido mi segunda universidad.
Los trabajos de esta obra no se detuvieron ni siquiera en los momentos más complejos de enfrentamiento a la pandemia de COVID-19. Foto: Tomada de matanceros.gob.cu.