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Celebración del aniversario 99 de la Federación Estudiantil Universitaria en Camagüey

La celebración del aniversario 99 de la Federación Estudiantil Universitaria multiplicó abrazos en comunidades distantes en Camagüey

Autor:

Yahily Hernández Porto

MINAS, Camagüey.— «Estos jóvenes están "escapaos"», fue la expresión de la octogenaria Juana María al ver a cerca de 50 jóvenes de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) invadir a su querido Caideje, asentamiento rural ubicado a unos 90 kilómetros de la ciudad agramontina y a tres del poblado de Sola, justo donde se entrelazan la carretera que une al municipio de Minas con el de Sierra de Cubitas.

Razón le sobra a Juanita, como cariñosamente le nombran los vecinos de este pintoresco lugar (donde hace cerca de un siglo se asentaron los emigrante haitianos en Camagüey), pues los estudiantes de la Universidad Medica agramontina Carlos J. Finlay celebraron su 99 cumpleaños justamente donde más lo necesita el pueblo, en las comunidades de la extensa llanura.

«Pintados» por el rojizo del suelo de este caserío, de unos 200 habitantes, los jóvenes se adueñaron de la explanada del parque, y a ritmo de música cubana y juegos de participación compartieron el conocimiento científico y médico con las familias humildes de este atractivo paraje, donde el tiempo parece detenido, y la sonrisa que brinda sinceridad y agradecimiento da la bienvenida.

Y es que la celebración por el nuevo aniversario rompió esquemas: no hubo escenario engalanado, diplomas de reconocimientos ni bellezas pomposas… solo el abrazo infinito y consagrado de los vecinos, quienes festejaron junto a los futuros médicos y enfermeras una fecha histórica siempre juvenil.

Las pesquisas en el caserío permitieron identificar síntomas de cuidado y educar casa a casa sobre las medidas higiénico-sanitarias para reducir riesgos ante el escenario pandémico que aun experimenta la provincia. FOTO: Cortesía de los estudiantes

 

 

El proyecto comunitario Sonríe con salud, de la Facultada de Estomatología, deja en la familia enseñanzas para toda la vida.

 

El «sabor» de la alegría de la juventud, las pesquisas y las charlas educativas se multiplicaron en todo el sitial, al tiempo que los títeres y los payasos hacían reír y soñar a los más pequeños.

El sol poniente avisó que se acercaba el retorno de los jóvenes de las batas blancas hacia la ciudad agramontina, mientras lágrimas de retribución y «abrazos pandémicos» aseguraban que la medicina cultural había calado hasta alma: ese gesto efectivo y afectivo de estudiantes que traspasan las frontera del aula y de su universidad para dialogar y compartir con la familia gigante, el pueblo, se había convertido en un hecho simbólico y de gratitud infinita.

«¡Feliz cumple!», gritaron los vecinos a sus muchachos. Y ese «¡Felicidades!» de la despedida rebotaba en sus corazones mientras la guagua se alejaba de aquel paraje diatante, pero ya querido por sus nuevos hijos, «los jóvenes de Medicina».     

 

 

El grupo de teatro para niños Olga Alonso hace reír a los más pequeños de cada comunidad visitada. Foto: Cortesía de los estudiantes.

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