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Fidel situó a Cuba en el mapa político mundial

Jóvenes funcionarias del Ministerio de Relaciones Exteriores no esconden la emoción al hablar del Comandante en Jefe y de los días y noches que siguieron tras su desaparición física. Aseguran que su esencia continúa latente en los corazones de muchos cubanos

Autor:

Santiago Jerez Mustelier

En cada fecha que se recuerda a Fidel, aunque no se precisa de homenajes preconcebidos para honrar su memoria, Greisy Cordero Suárez postea en su muro de Facebook la foto con el líder histórico de la Revolución, que guarda con cariño y orgullo. Era muy pequeña, vestía de uniforme y portaba pañoleta roja, mientras miraba alegre al Comandante de millones bendiciendo su cabeza, como hizo con casi todos los niños y niñas a los que llegaba.

Haber vivido el tiempo del Caguairán es un privilegio, coincide Edisleydi Curbelo García, quien, a pesar de no haber cumplido su sueño de conocerle en el 4to. Congreso Pioneril (2008) se siente afortunada de haber crecido escuchando las historias de su madre y de su abuelo —un acérrimo fidelista, acota— con el hombre que le dio dignidad a todo un pueblo.

Para Mirthia Julia Brossard Oris, Fidel siempre fue cercano, síntesis de las grandes proezas que habitan en la cotidianidad. «Lo siento proponiendo, construyendo, pensando, siendo proactivo, y me dan unas ganas tremendas de esforzarme para parecerme a él», afirma la joven, quien, de adolescente, también tuvo la dicha de abrazarlo, de disfrutar de su risa, de sus bromas y de contarle qué quería estudiar en el futuro.

Greisy Cordero Suárez. Foto: Roberto Suárez.

Las tres muchachas, que hoy fungen como funcionarias en direcciones del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), no esconden la emoción al hablar de él y de los días y noches que siguieron tras su desaparición física; cuando afloraron los sentimientos y también la firmeza de que la Cuba venidera seguiría el rumbo socialista. Reconocen, además, en su figura, valores esenciales para la sociedad actual y lo identifican carismático, apuesto, renovador, dinámico, indomable, huracanado, tierno y devoto del alma cubana.

«Fidel situó a Cuba, aun sin tener una gran economía y siendo un país pequeño e insular, como un actor principal en las negociaciones multilaterales, como un referente dentro del Sistema de Naciones Unidas (ONU); cuando habla Cuba hay que oírla», asevera Greisy, perteneciente a la Dirección de Asuntos Multilaterales de la Cancillería.

Su virtud de no doblegarse ante el imperio más poderoso del planeta, de desafiarlo a cuenta de presiones, injerencias y acciones coercitivas, convirtió en práctica real —considera Mirthia Julia, secretaria general del comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas en el Minrex— la falacia de que en la ONU todos los países se pueden sentar, debatir y decidir sin que importe cuánto poderío político, militar y económico posee.

Edisleydi Curbelo García. Foto: Roberto Suárez.

Además, cree que, gracias al ejemplo, la postura y el legado de Fidel no hay país en el mundo con mayor moral para hablar de lo que hace por su gente. «El más alto honor de un diplomático es representar a la Revolución Cubana y al pueblo, y hacerlo con el precedente de un Fidel y que se siga apostando por un proyecto de justicia nos permite tener más argumentos para defender nuestras verdades», pondera Mirthia Julia.

En la proyección de la política exterior cubana no tiene cabida la defensa a ninguna injusticia que se cometa contra las naciones, dice Edisleydi, de la Dirección de África Subsahariana, y ejemplifica las incontables muestras de respaldo del Estado cubano a las causas legítimas de los saharauis, de Palestina, así como la condena a cualquier tipo de segregación por motivos raciales.

Hemos sido consecuentes y coherentes con nuestra estela de solidaridad, con ayudar a otros países, con materializar la cooperación Sur-Sur, apunta Curbelo García, mientras Greisy Cordero Suárez dice que «donde los más ricos no han querido ni han podido ir, ahí ha estado la mano fraterna de Cuba».

Verdades que traspasan muros

Mirthia Julia Brossard Oris. Foto: Roberto Suárez.

En su delirante afán de aislar la luz de nuestra Patria en los foros globales, Estados Unidos, con su séquito de aliados, se vale de todo tipo de cabildeos y chantajes para callar la voz disonante dentro del injusto, desigual y asfixiante (des) orden internacional. Sin embargo, frecuentemente se estrellan contra el muro de la frustración.

«Fracasan y continuarán fracasando siempre porque Cuba, bajó la égida de Fidel y también ahora, ha sembrado virtudes, se ha convertido en paradigma de solidaridad y de sinceridad, por su alto sentido de la ética y por acompañar cada cruzada justa por el bien de los países en desarrollo, lo que nos ha ganado la empatía de la mayoría de los Estados del mundo», insiste Cordero Suárez.

Una muestra de que cuando el imperio persiste en fabricar intentonas contra nuestra nación termina solitario en su despropósito, es la votación cada año de la resolución sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero, único tema de discusión que acusa con el dedo directamente a Estados Unidos en toda la agenda de la ONU, señala Mirthia.

También las estrechas relaciones con los movimientos sociales, sindicales, con las organizaciones de la sociedad civil y las asociaciones de cubanos residentes en el exterior al interior de las distintas sociedades, son evidencia del consenso generalizado y del apoyo hacia la Mayor de las Antillas, lo que se ha expresado con más énfasis últimamente cuando se intensifican los ataques contra la obra de la Revolución, apunta Edisleydi.

«Nosotros concitamos apoyo por el profundo carácter humanista de nuestro proyecto y porque tiene un compromiso real con el desarrollo social», añade la joven, en tanto Mirthia Julia significa que la política exterior se mantiene con los principios fundacionales que heredó de la visión de Fidel sobre el rol de este país en el mundo: «los Estados saben que nosotros jamás apoyaríamos una acción de injerencia y que nuestro credo es la solidaridad sin exclusiones y sin pedir nada a cambio».

Ser mujeres y fidelistas constituye para ellas un reto multiplicado, de hacerse preguntas todos los días, de crear, de pensar qué hubiese hecho Fidel ante cada situación porque su esencia continúa latente en los corazones de muchos cubanos.

Por eso Edisleydi siente que «su impronta está en cada rincón de esta Isla. Él nunca quiso que se le erigiera monumento, pero estamos conscientes de que cada obra de amor y de justicia lleva su sello».

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