Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Oportunidades a plazo

A pesar de los altos precios y poca variedad de las ofertas, la modalidad de venta por plazos ha tenido aceptación en la población

Autores:

Juan Morales Agüero
Hugo García
Lisandra Gómez Guerra

Desde el gran cristal que hace esquina en el mercado industrial La Vizcaína —recién remodelado— en la ciudad de Sancti Spíritus, Elizabet González mira con insistencia el pedazo de papel que como centro de mesa informa el precio del juego de sala de mimbre.

«¡Son 34 670 pesos! ¿Eso es de madera preciosa o es una broma de mal gusto?», exclamó.

Bastó su interrogante para que los espirituanos que merodeaban por la céntrica área le comentaran que el producto es de los que se ofertan en las ventas a plazos, modalidad de mercado que se retomó en Cuba a finales de julio tras aprobarse por el Ministerio de Comercio Interior (Mincin) la Resolución 98/2021 publicada en la Gaceta Oficial No. 66.

«De todas formas, aunque no haya que dar el dinero contante y sonante, me preocupa el alto precio. Soy madre soltera y mi salario es de poco más de 4 000 pesos. Tendría miedo de no poder cumplir con los pagos, porque antes de sentarme en unos muebles con confort debo priorizar la comida, que ya está bastante cara», añadió menos agitada.

A unos cuantos kilómetros de Sancti Spíritus, la matancera Eliane Táboas Merino rompió los temores propios ante lo nuevo y adquirió por esa vía un colchón y pintura en la tienda El Palacio, en la céntrica Calle del Medio, de la Atenas de Cuba.

«El mecanismo funciona bien. La primera vez pagué por la aplicación EnZona, pero por problemas con la conexión decidí saldar mi deuda en efectivo mensualmente», aclara.

Como otros entrevistados por Juventud Rebelde, ambas coinciden en que las ventas a plazo —una modalidad de mercado que responde al perfeccionamiento del sector del Comercio— sí resultan necesarias, aunque se precisa rectificar viejos esquemas y generar muchas más ofertas de bienes duraderos y otros artículos para satisfacer las necesidades de la población.

Era una aspiración de país y por eso en la norma jurídica ya mencionada, se establecen las regulaciones para ese tipo de venta minorista, prevista para bienes como muebles, colchones, bicicletas, equipos electrodomésticos y otros artículos cuyos precios superen los 2 500 pesos.

Para saber cómo se pone en práctica, un equipo de este diario visitó varias de las tiendas habilitadas en Matanzas, Sancti Spíritus y Las Tunas, que al decir del Mincin son las provincias donde se han realizado las mayores ventas. En estos territorios, si bien los precios han agitado el avispero de la opinión pública, se coincide, también, en que la modalidad ha tenido aceptación.

Ofertas VS Precios

La tienda El Telégrafo, en el centro histórico de la ciudad de Las Tunas, muestra últimamente un semblante distinto. Ahora su perfil no es comercializar productos al detalle. El contexto socioeconómico cubano actual, urgido de creatividad y de iniciativas, le asignó nuevas prestaciones y decidió convertirla en unidad para la venta a plazos. Fue la primera en esa provincia. Luego se dispuso otra en el municipio de Manatí.

«Abrimos el 6 de octubre y la aceptación popular ha sido excelente —asegura Niurka Fontaine, administradora de El Telégrafo—. Se trata de una opción que beneficia a personas de bajos ingresos y a las limitadas para adquirir en un solo pago algún bien. Las ofertas son aún insuficientes, pero crecerán a medida que se vayan sumando proveedores. Nuestra Empresa de Comercio los estimula para que se incorporen».

Sillas de elegante estilo, juegos de comedor y de sala de diferentes modelos, cabeceras de cama, mesas pulimentadas y soportes para consolas ofrecen la bienvenida a quienes cruzan su umbral. En uno de los ángulos se ofertan objetos decorativos de mármol de variados tipos, como bolas, búcaros y candelabros. También sandalias, zapatos de hombre… 

«Comprar a plazos favorece a los que ganamos poco, pero los precios de aquí están demasiado altos —opina Mercedes Ballester, auxiliar de limpieza del sector de la Salud—. Mire esa mesa de marabú: ¡5 500 pesos! Cierto, la puedo pagar en 12 meses, pero, aun así, la veo un poco cara. Necesito una para mi comedor, pero no me decido. Lo voy a pensar bien».

Según Niurka Fontaine, los precios de las ofertas tuneras se corresponden con lo establecido por la Tarea Ordenamiento en materia salarial. Añade que incluso los de otras provincias son más altos. «En esta tienda todo se vende —insiste—. Las personas se mantienen al tanto de lo que entra y vienen enseguida. Desde que empezamos hemos tenido 28 compradores. Al cerrar octubre habíamos adquirido artículos por valor de más de 500 000 y obtenido utilidades de más de 80 000 pesos».

Es similar el panorama matancero, donde hay ocho tiendas en igual número de municipios y se espera que antes de finalizar diciembre todos los territorios inauguren este servicio. Los productos de El Palacio —en la misma cabecera provincial— están en la boca de todos. Un juego de sala Charlot fija su precio en 55 000 pesos, una puerta de calle con su marco cuesta 18 687 pesos, una butaca 6 778 pesos…

Lo más vendido en dicha entidad han sido los juegos de sala, de comedor y las puertas de calle, y excepcionalmente cinco colchones y pintura para paredes.

«Siempre se hace algún comentario por los altos precios, pero la mayoría agradece la posibilidad de los plazos, porque son personas que no tienen una solvencia económica grande», alega Nélida Tápanes Gómez, administradora de la tienda.

En cambio, en las 13 unidades aprobadas hasta ahora en Sancti Spíritus las ofertas están mucho más deprimidas: «Solo hemos podido ofertar dos tipos de muebles de sala y un juego de comedor. Pero evaluamos la aceptación como positiva, pues ya contamos con más de 25 ventas en los municipios de Sancti Spíritus, Trinidad y La Sierpe. En el resto seguimos intencionando las gestiones», explica Odelys Domínguez Valdivia, especialista de Programas del Grupo Empresarial de Comercio en este territorio.

Al visitar dos de las tres entidades con ese objeto social en la urbe del Yayabo, se constató que las limitadas ofertas no satisfacen la demanda: «En menos de una semana vendimos dos juegos de muebles (los que llaman Panchos, con valor de 38 700 pesos cada uno); cuatro juegos de comedor (20 800 pesos) y dos juegos para sala de mimbre (34 670 pesos). Tuvimos que ir a la Empresa Universal porque es con la única que tenemos contrato, pero ya a ellos se les agotó el de modelo Pancho. Las personas preguntan cuándo habrá de nuevo y qué otros productos pondremos a la venta», refiere Yanisleidys Rodríguez García, administradora del mercado industrial La Vizcaína.

Tras haber dialogado con varios clientes, Dirisleisy Domínguez, económica del mercado industrial El Paraíso (ubicado frente al parque central yayabero), asegura que también les preocupa a los clientes con qué materiales están hechos y cuánto menos costarían de ser más pequeños.

Consciente de la limitada oferta, Domínguez Valdivia informó que ya en Sancti Spíritus se realizan contrataciones con la filial del Fondo Cubano de Bienes Culturales y la Empresa de Producciones Varias. «Las empresas municipales de Comercio son responsables de hacer contratos con sus proveedores. La aspiración es contar con variedad de productos que satisfagan gustos y necesidades», explicó.

En el camino de tener más proveedores, Matanzas y Las Tunas le sacan ventaja a Sancti Spíritus. En la primera de esas provincias este equipo encontró a Roberto Rodríguez Medina, trabajador por cuenta propia, convencido de la necesidad de sumarse a la venta a plazos, un llamado del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

«Las personas están necesitadas de adquirir estos productos, pero no pueden comprarlos en efectivo. Me integré a la experiencia porque además nos beneficia: cada vez que confeccionas un mueble tienes su venta segura. El asunto de los precios, lo que más ha llamado la atención de la gente, está motivado por el alto costo de fabricación de los muebles.

«Toda la materia prima la compramos en tiendas en MLC porque en las otras no se venden; por ese motivo se encarecen. También hay que pagar a la ONAT y el fisco de fin de año, y todo eso sube los costos. De todas formas los hacemos, porque lo fundamental es que el pueblo sienta que tiene la posibilidad de adquirir cualquier artículo», apunta Rodríguez Medina.

Por su parte, los proveedores principales de la tienda tunera son la Empresa Universal (sus juegos Don Pancho cuestan 26 000 pesos, lo más caro de las ofertas); la Empresa de Servicios y Ludema, esta última un referente nacional en el giro de la mueblería. Hay, igualmente, un trabajador por cuenta propia de Villa Clara cuyas entregas son bien recibidas. A todos se les evalúa la calidad antes de ponerlos en venta. Es una medida elemental para evitar molestas reclamaciones.

«Los productos más codiciados son los juegos de sala y los de comedor —asegura Niurka Fontaine, la administradora—. Hace poco nos visitó Betsy Díaz Velázquez, ministra de Comercio Interior, y nos prometió ayuda en lo referente a ampliar las ofertas. Nos vendrían bien, por ejemplo, mesas de computadoras, pues se piden mucho. Según conozco, en tiendas de otras provincias se han ofertado bicicletas eléctricas y colchones».

En las tres provincias visitadas no se encontraron a la venta útiles del hogar. El Estado hace lo posible por proveerlos, pero no siempre lo consigue. Entonces, ¿por qué no recurrir a los trabajadores por cuenta propia? Muchos fabrican una variada gama de productos, entre esos cocinas, muy demandadas por la gente. Estas tiendas a plazos se pintan de maravillas para eso.

Para Laudis Martes Batista, a cargo de la tienda habilitada en el municipio tunero de Manatí, el inventario de su entidad se incrementará cuando los proveedores por cuenta propia comiencen a insertarse en la provechosa iniciativa. «La tienda lleva poco tiempo abierta al público. Sin embargo, ya hemos vendido bienes por valor de casi 141 000 pesos», estima.

La matancera Nélida Tápanes Gómez se pregunta porqué no se han sumado más proveedores para aprovechar más esta oportunidad comercial. «Es ventajoso para el productor, porque en 30 días se le paga la totalidad de lo contratado. Aunque, claro, se corren riesgos en caso de no vender el producto. Aun en El Palacio no se ha dado el caso. Desde el 29 de agosto hasta el cierre de octubre hemos recaudado más de 1 072 000 pesos».

Quizá su pregunta encuentre respuesta en la preocupación del espirituano Roberto Conde, economista de la vida por sus años y experiencia, como le gusta autotitularse: «Desde que oí por la radio de las ventas a plazos dije: qué bueno para los que no recibimos remesas del exterior. Pero luego fui a la historia reciente y hay que tener mucho cuidado y extremar los controles, porque todavía hay quienes le deben al banco los calderitos rojos, aquellos que ya casi ni existen en nuestras casas, que nos vendieron a plazo por el Programa de Ahorro Energético».

Su desvelo se resume en evitar lacerar la circulación mercantil de las entidades comerciales. De no contar con una estabilidad financiera será imposible pagar a proveedores y lograr que se sientan interesados en formar parte de la iniciativa.

Los altos precios de los productos mueven los estados de opinión. Foto: Lisandra Gómez Guerra

 

Trámites

El control es uno de los pasos esenciales para quienes se interesan en la modalidad. Es fácil el procedimiento: al cliente se le entregan dos planillas, una para que llene el comprador y la otra para el codeudor. En alrededor de diez días se aprueba o no la venta.

«Desde que se entregan esos documentos se separa el producto. En esta unidad la económica es la encargada de rectificar en el centro de trabajo de ambos (cliente y codeudor) los datos entregados. Luego se visitan sus casas. Así vendimos cerca de un mes (ahora la tienda entró en una reparación capital y paramos), y no tuvimos problemas con ese proceso; mucho menos con quejas por mala calidad», explica Anabelkis Quintero González, administradora del mercado industrial El Paraíso, en la ciudad de Sancti Spíritus.

Ya vencido ese paso, se procede al cobro del primer plazo, que como mínimo es del 20 por ciento del total, y después restan 11 plazos más. Los productores tienen tres meses de garantía.

«Los pagos pueden realizarse mediante descuento de nómina, por EnZona o de forma personal. El cliente se pone de acuerdo con el administrativo. Incluso en los montos de cada mes. Hemos tenido en Sancti Spíritus quienes han entrado con más del 20 por ciento en ese primer plazo, e incluso algunos lo han hecho con todo el monto de una vez», informa Odelys Domínguez Valdivia, especialista de Programas en el Grupo Empresarial de Comercio en esa provincia.

De fallar lo pactado entre ambas partes, lo dispuesto es visitar al cliente para conocer las causas del atraso y, según la situación, negociar para que se ponga al día en los meses venideros, pero no más allá del plazo de un año. «Si persiste el impago se le recogerá el artículo y se venderá en liquidación», enfatiza la matancera Nélida Tápanes Gómez.

La directiva en el Grupo Empresarial de Comercio en Sancti Spíritus prefiere esperar a que transcurran los próximos diez meses antes de llamar a malos augurios: «Estamos empezando y ha sido positivo. Te propongo evaluarlo en septiembre de 2022… Confío en que tendremos buenos resultados».

Y aunque no lo mencionó, tanto esa espirituana como el resto de las administrativas consultadas para este reportaje coinciden con el filósofo chino Confucio cuando expresó que el camino más largo comienza con el primer paso. El Ministerio del Comercio Interior lo acaba de dar.

En la tienda El Palacio, de Matanzas, se expenden también gaveteros. Foto: Hugo García

 

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