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Cuando algo es más fuerte que yo…

El uso indebido de drogas y la práctica de otras actividades que pueden generar adicciones constituyen problemas de gran relevancia que afectan el bienestar y la calidad de vida de las personas. La pandemia ha incidido en su aparición y desarrollo

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

No puede salir con sus amigos, como antes. No puede tampoco reunirlos en su casa o acudir a la de uno de ellos para juntos escuchar música, ver televisión, competir en videojuegos, estudiar o practicar algún deporte. Ahora no puede salir a bailar, como antes. No puede sentarse en un lugar a compartir con alguien o subir a una guagua por el solo hecho de pasear a algún sitio.

Permanece demasiado tiempo en casa, y solo sale a lo primordial. Las mismas paredes, los mismos libros, la programación televisiva de todos los días, las llamadas telefónicas a los amigos que repiten un ciclo cada cierto tiempo… la misma rutina.

¿Cuándo terminará la COVID-19? ¿Cuántas variantes más surgirán? ¿Qué tiempo falta para volvernos a encontrar en una fiesta, en un concierto, en un campismo?, se pregunta. Y mientras se sirve un trago de alcohol o se da cuenta de que empezó a fumar y ya consume más cigarros cada día que meses atrás, y ya quiere probar «otras cosas» a ver si siente «algo distinto».

Si algo hemos aprendido en el contexto de situaciones de emergencias, desastres y catástrofes, es que las personas requieren también una atención especializada desde el punto de vista sicológico. La propagación de la COVID-19 lo ha demostrado, sobre todo, en el caso de los grupos poblacionales vulnerables desde el punto de vista sicosocial, pues carecen de las herramientas esenciales para enfrentar la actual situación.

Deviene entonces una verdadera urgencia sanitaria atender a aquellas personas que presentan trastornos adictivos o comienzan a sucumbir ante ellos, porque no resulta fácil mantener la abstinencia o el consumo controlado si no se tiene la resiliencia capaz de soportarlo.

Lecciones aprendidas

El uso indebido de drogas y la práctica de otras actividades que pueden generar adicciones constituyen problemas de gran relevancia que afectan el bienestar y la calidad de vida de las personas, por lo que es vital que antes, durante y después de las situaciones críticas se controlen los riesgos sicosociales y se potencien las fortalezas personales para enfrentarlos.

Justo Reinaldo Fabelo Roche, Serguei Iglesias Moré y Ana María Gómez García, especialistas del Centro de Desarrollo Académico en Drogodependencias de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, advierten en su artículo Sicología, adicciones y COVID-19: lecciones aprendidas para la recuperación y afrontamiento a otras situaciones críticas, que la complejidad del tratamiento se dificulta en la actual situación mundial.

«Determinados fenómenos son predecibles con cierta antelación, como el embate de un huracán y en esos casos, la expectación previa puede provocar ansiedad, angustia e incluso incremento del consumo de sustancias o de la práctica de actividades adictivas.

«Aunque la durabilidad de los eventos es variable, mientras estén manifestándose, los sentimientos de intenso malestar, inquietud, desamparo, el miedo a perder la vida propia y la de los seres queridos y las reacciones emocionales asociadas a la tensión, la incertidumbre y los comportamientos reactivos como las adicciones y la violencia, pudieran suscitarse con mayor facilidad».

Precisan los especialistas en su artículo —publicado en la revista Infomed— que «al convivir de forma obligatoria en la casa, aparecen numerosos fenómenos que pudieran afectar las relaciones humanas. En este caso el consumo y la práctica de otras actividades adictivas suele tener efectos desbordantes del autocontrol y de la regulación familiar.

«Se presupone que la vida continuará y retornará a sus cauces normales en algún momento, pero mientras tanto apuestan por intentar evadir la realidad, defender sus derechos y disfrutar con desenfado cada momento que sea posible. Hay contextos sociales y familiares fortalecidos que pueden soportar situaciones como la descrita, pero hay otros que lamentablemente se afectan pudiendo llegar a desintegrarse definitivamente.

«El estilo de vida inadecuado, acontecimientos de vida negativos significativos, el limitado desarrollo de recursos personales para el afrontamiento sicológico a situaciones adversas, las creencias de salud asociadas a la invulnerabilidad ante las situaciones de riesgo y el consumo de drogas, la limitada amplitud de las redes de apoyo social promovedoras de la salud y no vinculadas a las adicciones, son algunos de los factores de riesgo identificados en el actual contexto».

Drogas: ¿vía de escape?

Como se ha apuntado, es significativo el incremento a nivel mundial de las conductas adictivas en el confinamiento impuesto por la COVID-19, aunque en algunos casos, como el concerniente a Cuba, se puede hablar de una disminución de la accesibilidad a determinadas sustancias sicoactivas.

En ello coincidieron varios especialistas que participaron en el recién celebrado espacio Dialogando sobre jóvenes —organizado de modo online por el Centro de Estudios Sobre Juventud—, quienes, además, afirmaron que numerosos estudios actuales arrojan que muchas personas pueden acudir a las drogas y al alcohol para lidiar con las presiones creadas por la situación sanitaria actual, tales como el estrés o el aburrimiento.

María Esther Ortiz Quesada, jefa del Servicio de Adicciones del Centro de Orientación y Atención Sicológica Alfonso Bernal del Riesgo, abordó el impacto del consumo de drogas desde el punto de vista económico, ético, social, de la salud y familiar, y recordó que «las personas con conductas adictivas no pueden cambiar de la noche a la mañana y ahora, en tiempos de pandemia, el acompañamiento se dificulta, por lo que habilitamos variantes para ello en la mayoría de los casos».

Preocupa la marginalidad en la que se ubican, insistió, y «me refiero a la franja social en la que se mantienen al margen de las relaciones familiares y sociales, y del desarrollo de cualquier actividad de enriquecimiento espiritual», afirmó la también sicóloga.

Idelis Cabrera Ariz compartió experiencias relacionadas con su trabajo en consulta, donde le resulta viable situarse en el lugar de ese adolescente o joven que atiende, para intentar comprender las causas que pudieron haberle motivado a caer en una situación de dependencia a cualquier sustancia.

«Lo más común es el refugio en el alcohol, que también es la sustancia de mas fácil adquisición, al igual que el cigarro, pero siempre esta quien te regala lo otro, y entonces se abre la puerta a un camino inacabable», señaló la siquiatra infanto-juvenil Idelis Cabrera Ariz, jefa del Departamento de Salud Mental del municipio de Plaza de la Revolución.

El sistema de Salud tiene desde la Atención Primaria las acciones establecidas para que se trabaje con los grupos vulnerables en la prevención y para desarrollar la atención personalizada y el tratamiento requerido en caso necesario, en los niveles que demande, añadió. «Los centros comunitarios de salud mental tienen las puertas abiertas y el personal calificado para atender estas necesidades».

Por su parte, Nislay Molina Nápoles, miembro del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas, detalló las acciones de prevención y proyectos que en cada comunidad y área de trabajo de la organización juvenil se han desarrollado para fomentar el conocimiento en torno al tema y brindar las herramientas elementales para concientizar sobre el impacto de las adicciones.

Aseguró que la pandemia ha incidido en el incremento de diversas adicciones, en particular de aquellas que se convierten en el asidero ideal para ocupar el tiempo cuando no se puede permanecer fuera de la casa. «Las drogas y las adicciones no pueden ser un camino para nuestros jóvenes, pues sus riesgos para la salud, y la de sus familiares y seres queridos son mayores».

Por eso, es imprescindible no perder de vista a los miembros de la familia, en especial a los más jóvenes, y actuar tempranamente en el tratamiento, una vez identificado alguno de estos comportamientos, no siempre asociados al consumo de sustancias sicoactivas.

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