La posible amputación de la pierna hizo a este joven cambiar de carrera Autor: Roberto Díaz Martorell Publicado: 25/03/2021 | 09:26 pm
«Todo comenzó hace 14 años cuando, después de un accidente de tránsito y la caída de un árbol de mango, fui al hospital Héroes del Baire en Nueva Gerona aquejado de un esguince en el tobillo izquierdo y dolor en la rodilla derecha, una mancha en el hueso me llevó 10 días después al salón de operaciones…, ya no pude caminar más», dijo. «Entonces tenía 29 años de edad».
La posible amputación de la pierna lo hizo buscar otra opinión médica en el hospital Fructuoso Rodríguez de La Habana. De un equipo de 11 especialistas solo uno insistió en salvar su extremidad inferior, pero para ello se sometió a sucesivas intervenciones quirúrgicas, que lo mantuvieron por dos años en silla de ruedas.
«Una bacteria en el hueso injertado me condujo nuevamente al quirófano. Debido a mi estado de gravedad, me enteré que había perdido los 11 centímetros de la rodilla cuando al despertar vi mi pierna derecha más corta que la otra…, tampoco tenía flexibilidad, la presión arterial subió… quise morir», respiró profundo para evitar el llanto.
Recuerda que el médico le advirtió que debido al tumor de células gigantes extirpado de su rodilla, no podía trabajar más como mecánico de baterías acumuladoras, porque la exposición al plomo era letal. ¿Qué hacer? Su nueva condición de discapacidad motora y la necesidad de sustentar a la familia, con dos niños y uno de ellos recién nacido, lo puso frente al espejo. La única opción posible era encarar la vida.
De mecánico a campesino
«Pedir tierras en usufructo fue la alternativa a la nueva realidad que teníamos como familia. Debido al espacio limitado donde vivíamos me otorgaron una hectárea para la crianza de cerdos de ceba en convenio con el Estado y cuando realizaba las labores agrícolas me sostenía con una muleta y con la otra mano guataqueaba…, me caía, me levantaba... Fue muy dura la lucha por sobreponerme a la discapacidad», comentó.
La imposibilidad de tener algún tipo de contacto con los químicos le allanó el camino hacia la agroecología. Estudiar y apropiarse de tecnologías inocuas lo conducirían a tener un proyecto de vida exitoso. Durante sus primeros pasos, creó una peletizadora (molino) artesanal de pienso y encontró en las larvas de mosca el alimento proteico beneficioso para las gallinas ponedoras, a partir de la gallinaza, materia prima fértil para la reproducción del insecto. Estas innovaciones lo hicieron merecedor de premios relevantes en foros nacionales e internacionales, auspiciados por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños.
«Ya con un poco más de experiencia y mi hijo mayor en condiciones de aportar, decidimos como familia solicitar más tierras en usufructo para diversificar las producciones. Desbrozamos un terreno de 12 hectáreas infestado de marabú, donde plantamos cultivos varios, frutales, desarrollamos la ganadería porcina, cunícola, bovina y avícola, sustentada en la producción artesanal de microorganismos eficientes y otros bioproductos. Así nació la finca La Reina», narró.
La Reina
La Reina dista a más de 20 kilómetros de Nueva Gerona, su propietario, Osmar Garcés González, es uno de los más de dos mil campesinos residentes en Isla de la Juventud -segunda ínsula en importancia del archipiélago cubano, localizada geográficamente en el suroccidente del país a unas 62 millas náuticas de Batabanó, provincia de Mayabeque y a 30 minutos del aeropuerto internacional José Martí de La Habana.
Como beneficiado del Proyecto de Innovación Agropecuaria Local (PIAL), Garcés destaca por ser líder en el uso de los Microorganismos Eficientes (ME), tecnología desarrollada por Teruo Higa, profesor de horticultura de la Universidad de Ryukyus en Okinawa, Japón y adaptada por este pequeño agricultor a las condiciones y recursos endógenos del municipio especial, posibilidad que ofrece a los productores individuales el modelo económico cubano.
«Con el auspicio de la universidad local y PIAL, un productor de la oriental provincia de Holguín y yo capacitamos a 72 personas -de ellos 42 campesinos y el resto profesores y profesionales del sistema de la agricultura- sobre las bondades de los ME y sus múltiples usos en el sistema digestivo de los animales, el mejoramiento de los suelos, rendimiento de los cultivos, tratamiento de las aguas negras, malos olores, repelente para moscas y hasta como garrapaticida», contó.
El aporte de este productor consiste en la sustitución del polvo de arroz y la miel de purga -componentes de los ME- por cascarilla de arroz, tuza de maíz y guarapo de caña de azúcar, más factible para todos los productores interesados, en tanto la hojarasca la obtiene del biota del suelo de Isla de la Juventud, o sea, son parte de la biodiversidad del territorio, «eso genera beneficios en la sanidad vegetal, mejora la salud de las plantas, se protege el medioambiente y favorece la inocuidad de los alimentos», afirmó.
«Otro beneficio es el costo económico de la producción artesanal de los ME y a instancia local los productores nos convertimos en extensionistas de la tecnología, los campesinos creemos cuando vemos qua a otros les va bien con un modo de hacer, sin imposiciones. Actualmente, somos 14. Ahora, respire el aire y sienta el olor agradable, rió satisfecho.