Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Espacio para mantenerse en forma

La práctica sistemática de ejercicios físicos tiene en un activo gimnasio particular tunero un sitio con las condiciones para satisfacer esa expectativa

Autor:

Juan Morales Agüero

 

LAS TUNAS.— «No hay mejor remedio para los achaques que practicar ejercicios físicos», me suele decir un amigo cincuentón que cada tarde visita un gimnasio particular cercano a su edificio. «Mírame a mí, desde que estoy fajado con los hierros, la hipertensión dejó de fastidiarme».

A imagen y semejanza de él, son centenares los tuneros que asisten regularmente a ese tipo de instalaciones. Muchos lo hacen como un paliativo para mejorar su estado de salud. Otros, en cambio, concurren con el ánimo de mantenerse en forma o para presentarle combate al tejido adiposo.

En el reparto Aguilera, en la zona oeste de esta ciudad, funciona un gimnasio que goza de inusitada popularidad en la población aficionada a sus servicios. Su director es el trabajador por cuenta propia Eiler Alberto Martínez, un miembro activo de la Asociación Cubana de Fisiculturistas, amén de entusiasta promotor del ejercicio corporal.

«Abrí este gimnasio hace alrededor de 13 años —dice, sin perderle pie ni pisada a lo que acontece en el área—. Lo construí en el patio de mi casa y con los materiales que pude conseguir: pedazos de vigas, hierros viejos, planchas de zinc, retazos de madera, postes, ladrillos, bloques… Le fui dando forma al local hasta dejarlo como lo ves ahora, no muy confortable, pero amplio y ventilado».

Paseo la mirada por el interior de la instalación. Es media mañana, y el ajetreo es intenso. El ritmo de los ejercicios algunos lo marcan con la música de fondo, mientras los ventiladores de techo ayudan a mitigar la canícula. Las sesiones duran poco más de una hora. El local abre a las 6:00 a.m. y cierra a las 9:00 p.m. Los sábados, hasta el mediodía.

«Todos los aparatos del gimnasio fueron obra mía y de mi equipo de colaboradores —precisa Eiler—. Mi experiencia como fisiculturista me ayudó a diseñarlos. Los sometemos a una completa revisión y mantenimiento los domingos. Gracias a eso nunca hemos tenido que lamentar ningún accidente. Ah, y todos los días los desinfectamos con hipoclorito».

Junto al entusiasta Einer laboran en el gimnasio del reparto Aguilera cuatro profesores. Ellos tienen a su cargo y se toman muy en serio la atención a los asistentes y la aplicación consecuente de las cargas físicas, según las necesidades o los intereses de cada quien.

«Nuestro perfil no es formar atletas; para eso están las áreas deportivas especiales —advierte Juan Pablo Surí, uno de los jóvenes profesores del gimnasio—. Aquí ayudamos a bajar de peso y a optimizar el tono muscular, siempre respetando dosificaciones de intensidad y de volumen».

Me muestra los aparatos. «Esta es una prensa de 45 grados. Y esta otra, una prensa articulada, ambas para trabajar las piernas», me indica. Luego señala una «jaca», útil para las sentadillas; un multipower, ideal para varios tipos de ejercicios, y un contractor, que vigoriza los músculos pectorales… «Hay que usarlos bien para evitar lesiones como contracturas, tendinitis, roturas de fibras musculares o problemas en codos, hombros y rodillas», precisa.

Según Juan Pablo, los practicantes del gimnasio proceden de todas las zonas de la ciudad, incluso de los repartos y barrios más alejados, como La Caldosa y Buena Vista. Acuden atraídos por la seriedad del trabajo que allí realizan. Visitantes asiduos suelen ser los peloteros de Los Leñadores que participan en la actual Serie Nacional de Béisbol y de los juveniles de la categoría Sub 15.

«La opinión de los participantes acerca de nuestra gestión es excelente —dice Eiler—. Aquí encuentran un espacio no solo para la estética corporal, sino, además, para elevar la autoestima y abstraerse de los problemas de la cotidianidad. Todo en base a un reglamento que no permite fumar dentro de la instalación ni asistir con aliento etílico. Tampoco entrar sin nasobuco o sin lavarse previamente las manos para prevenir la COVID-19. Tampoco hablar en alta voz y, por supuesto, mucha disciplina».

Una muchacha con diploma universitario de Medicina Veterinaria figura entre las asistentes al gimnasio del reparto Aguilera en esta cálida mañana de octubre. La encuentro ejercitándose en uno de los aparatos, y con gentileza accede a concederme unos minutos de diálogo.

Arianna es médica veterinaria y adora hacer ejercicios. Foto: Juan Morales Aguero 

«Tengo 22 años de edad y llevo tiempo relacionada con este gimnasio —dice, mientras se enjuga el sudor de la frente—. Ni se imagina cuánto he mejorado físicamente. Eliminé mucha grasa y ahora me siento más complacida con mi cuerpo. Soy aficionada a los deportes y a los ejercicios, y aquí he encontrado una posibilidad, si no para los primeros, sí para los segundos. Vengo todos los días y siempre me voy muy complacida. Aquí hay muy buenos profesores».

La demanda del gimnasio es tan grande que Eiler y sus colaboradores se han visto precisados a limitar las visitas de interesados y a rechazar solicitudes. En determinados momentos también debieron dejar fuera de la instalación a inscritos, tanto debido al distanciamiento físico establecido por la COVID-19 como por la insuficiencia de aparatos. Han llegado a tener inscritas a más de 300 personas.

 «Vienen lo mismo mujeres que varones, aunque las muchachas tal vez son mayoría —dice Eriel—. Los patrones de belleza física se imponen en estos tiempos con cuerpos esbeltos y mínima grasa. Ellas priorizan el tren inferior para reducir el abdomen, aumentar los glúteos y el volumen de los muslos; y ellos el superior, especialmente para aumentar el diámetro de los brazos. No solamente nos visitan jóvenes. También recibimos a personas de mayores edades».

En octubre —cumpleaños del gimnasio del reparto Aguilera— Eriel y su gente celebran una competencia de ejercicios físicos con miembros del resto de los gimnasios que funcionan en la ciudad. Se trata de un espacio para confraternar e intercambiar experiencias.

«Practicar ejercicios físicos, lo mismo al aire libre que en el gimnasio, es una excelente terapia contra el estrés y una magnífica vía para consolidar la salud —dice Eriel—. Aquí estamos a la orden para ofrecer ese servicio».

 

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