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Yoga en Cuba, la pasión en ascenso

Esta práctica logra cada día un mayor número de adeptos en el país, asevera el presidente de la Asociación Cubana de Yoga, Eduardo Pimentel Vázquez

 

Autores:

Luis Raúl Vázquez Muñoz
Rafael Pinares González

Quizá un libro fue lo que le cambió la vida al profesor Eduardo Pimentel Vázquez. Desde los 12 años era jugador de ajedrez y un buen día le regalaron un volumen sobre yoga. «Siempre pensé que el ajedrecista debía hacer ejercicios y así concebía mis entrenamientos —recuerda—. Cuando vi las técnicas del yoga (1972) comencé a practicar por libros, hasta que en 1992 tuve mi primer maestro físico. Desde entonces no he dejado de estudiar».

A partir de las lecturas comenzó una relación intensa con una práctica milenaria proveniente de la India, que cada día gana más practicantes en Cuba. Basta mirar en parques, salones o museos para encontrar a personas de todas las edades sobre unas esterillas de diversos colores y en las más diversas posiciones.

Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

Pero sobre todo vale la pena escuchar la intensidad con la que los practicantes se refieren a esa disciplina. Hablan de mejoramiento de dolencias, de un mejor bienestar físico, de mayor energía y elasticidad en el cuerpo.

¿Habrán encontrado la llave a sus males? Nadie lo sabe, pero lo que sí se conoce es que detrás de esa pasión se encuentra este hombre delgado, de pelo abundante ya canoso y con una mirada a ratos chispeante e inquisidora.

Varias generaciones se acercan a la enseñanza del yoga en Cuba (Esta foto fue tomada antes de la llegada de la COVID-19). Fotos: Cortesía del entrevistado

Fundador en 1990 de la Asociación Cubana de Yoga (ACY), Pimentel ostenta la condición de Maestro y ha recibido o impartido clases en Estados Unidos, Brasil y México. En Cuba, su magisterio a lo largo de 30 años ha permitido la formación de 50 instructores, 20 de otras provincias.

«El auge del yoga en Cuba se debe al trabajo realizado —explica—. Desde que fundamos la ACY hemos atendido a más de 50 000 personas, entre las cuales se encuentran músicos, científicos, actores, artistas plásticos y mucho pueblo interesado en mejorar su salud física y mental.

«Esa labor se apoya en la formación de instructores mediante un programa de 250 horas (unos dos años). Aún no contamos con grupos en Artemisa, Pinar del Río y Mayabeque, pero tenemos territorios, como Manzanillo, que en la semana pueden reunir cien estudiantes. En mi estudio en La Habana doy clases a unos 80 o 90 en cursos de dos meses».

—En ocasiones el yoga se ve envuelto en polémicas. Unos lo ven como un deporte, otros, como un modo de actuar ante la vida. Para Eduardo Pimentel Vázquez, ¿qué es el yoga? ¿Es deporte, filosofía, religión o todo eso a la misma vez?

—El yoga, ante todo, es una filosofía, y así aparece entre las cinco escuelas filosóficas de la India. No es religión ni tiene cultos, sacerdotes o templos. En clases respetamos las creencias de cada estudiante.

En el mundo occidental el yoga cubre muchos intereses, especialmente su práctica física, pero no es un deporte. El entrenamiento consiste en posturas estáticas, técnicas respiratorias y relajación. Algunos profesores incluyen meditación, aunque no es común en las clases occidentales.

La postura Sirsasana, una de las favoritas del profesor Eduardo Pimentel. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

—Diversos centros de investigación de alto nivel mundial han comprobado el efecto positivo del yoga en el control de padecimientos como cáncer y trastornos neurológicos, y en poner una barrera al estrés… ¿Con el yoga la humanidad encontró una especie de llave mágica que lo cura todo?

—En mi último libro, publicado en 2018 con el título Tu sesión de yoga, no relaciono los beneficios de las técnicas porque, por lo general, los estudiantes buscan una solución para problemas físicos y el yoga no es un «cúralo todo». En el mundo se han investigado tanto técnicas aisladas como conjuntos de entrenamientos para determinadas enfermedades, y en muchos casos el resultado ha sido positivo.

«Básicamente, el yoga es un sistema preventivo. En nuestro país, a partir de 1995 se reconoce dentro del Departamento de Medicina Tradicional y Natural (MNT) del Ministerio de Salud Pública, junto a la acupuntura, el Tai shi y otras técnicas, y hemos dado asesoría a ese departamento, dirigido por el doctor Johann Perdomo.

«El Inder nos apoya cada 21 de junio con la celebración del Día Internacional del Yoga. La fecha surge a partir de una propuesta ante las Naciones Unidas del primer ministro de la India, Sri N. Modi, en septiembre de 2014. Este año se celebró el sexto aniversario y varios instructores presentaron videos a la Embajada de India en La Habana».

Foto: Maykel Espinosa Rodríguez

—¿En Cuba se investiga el yoga? Y si es así, ¿qué resultados se han obtenido desde las ciencias cubanas?

—No hay una investigación sistemática. Algunos sicólogos han presentado trabajos sobre el efecto de las técnicas para manejar el estrés. En Holguín, la máster Mariela Góngora Marrero, profesora de yoga y sicoterapeuta rehabilitadora del Centro de Investigación y Rehabilitación de las Ataxias Hereditarias Carlos J. Finlay, ha incluido a nuestra disciplina en el tratamiento contra la ataxia cerebelosa, con aceptables resultados.

—¿Sería pretencioso hablar de la existencia de una escuela cubana de yoga? ¿Qué logros ha tenido esa disciplina en Cuba y qué limitaciones encuentra en estos momentos?

—Acá tenemos una forma de enseñar que se diferencia de otras escuelas y maestros. Nuestros instructores enseñan apegados al carácter del cubano, pero no podemos decir que estemos constituidos en una escuela que nos diferencie.

«El mayor logro en estos años ha sido su divulgación, dentro de la limitación de las acciones personales porque la promoción no es aún asumida por el Estado y las condiciones objetivas impiden viajar a otras provincias y dar seminarios con la frecuencia que deseamos».

—¿Qué consejo no dejaría de darle a una persona que desea practicar yoga por primera vez?

—Primero, descubrir que siente la necesidad de aprovechar su vida en lo físico y emocional, y después, buscar un instructor o algún libro.

—En uno de sus libros, usted exhorta a que cada persona descubra la posición en la que mejor pueda atender sus inquietudes físicas y espirituales. ¿Cuál es su preferida?

—Una sola posición no hace un entrenamiento, por lo que practico una serie, pero indudablemente hay dos que me gustan por su efecto al liberar tensiones. Una es la trikonasana (inclinación lateral) y la otra, el parado de cabeza. ¡Y no tengo que explicarlas mucho porque sus beneficios son excelentes!

Fotos: Maykel Espinosa Rodríguez

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