En el combate contra la pandemia el compromiso de los jóvenes de la ciencia cubana es muy alto. Autor: Roberto Suárez Publicado: 31/08/2020 | 08:44 pm
«Realmente ha sido todo un reto. Tengo diez años de experiencia en el laboratorio, pero este no es mi campo. Estamos enfrentando nuevas prácticas y tecnologías. Sin embargo, ha sido bueno, una se siente bien al colaborar para el diagnóstico de la COVID-19».
Así expresó a Juventud Rebelde la técnica en laboratorio Marisleybis García Heredia, una muchacha de 30 años, graduada de Química Industrial, que forma parte de uno de los equipos que trabaja en el Laboratorio de Biología Molecular especialmente preparado en el Centro Nacional de Genética Médica para analizar muestras de PCR.
Marisleybis García Heredia.Foto:Roberto Suárez.
«Estuve en el equipo que trabajó el primer día. Somos seis muchachas. Una pareja realiza la extracción de la muestra, otra prepara las mezclas de PCR y la tercera las monta en el equipo. Yo estaba en ese último paso. Todo funcionó de manera coherente, con mucha disciplina e integración.
«Pero qué te voy a contar. Estábamos todas muy tensas. Nunca había trabajado un día entero sin descanso. La madrugada fue muy lenta. Al final terminamos muy agotadas, pero satisfechas porque habíamos logrado cumplir con la tarea. Esa noche tuvimos una muestra positiva. Eso nos dio la medida de que lo estábamos haciendo bien, que aplicamos correctamente las técnicas; pero es triste, porque detrás de ese resultado hay una persona enferma», destacó.
Marisleybis vive con sus padres y hermanas, los cuales estaban muy preocupados de que ella estuviera trabajando en un lugar de riesgo para su salud. «Sí, es una inquietud, porque nunca nos habíamos expuesto de este modo, nuestra labor habitual no está vinculada con infecciones.
«No obstante, siguiendo las normas de bioseguridad no hay problema. Yo les expliqué a ellos que podían estar tranquilos y así fue. Nosotros tomamos todas las medidas, para lo cual ha sido muy importante el entrenamiento y apoyo del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) y del hospital clínico quirúrgico Hermanos Ameijeiras. Ellos sí están acostumbrados a esas prácticas y fueron decisivos en nuestro aprendizaje», apuntó.
La joven no ve el día en que termine la pandemia y de nuevo pueda dedicarse a tiempo completo a su trabajo habitual, «tener una vacuna ha sido muy emocionante y que sea nuestra, pues mucho más. Pero la población tiene que disciplinarse. Es grande el sacrificio que hace el país, y muchas las personas que estamos involucradas en detener el contagio.
«Me siento orgullosa de poder aportar. Sé que este trabajo es fundamental, porque el diagnóstico certero ayuda a parar la epidemia. Que quien tenga el virus reciba el tratamiento que requiere y que se mantenga aislado para que no transmita la infección es primordial», acotó.
Enfrentar lo desconocido
La máster en Ciencias Tatiana Acosta Sánchez asume la responsabilidad de coordinar por la parte técnica lo relacionado con el laboratorio dedicado a la COVID-19 en el centro: «Nuestro reto es hacer las cosas bien y tener buenos resultados en el menor tiempo posible», subrayó.
«Desmontar un laboratorio que se dedica a otra actividad y no a enfermedades infecciosas y en 72 horas acondicionar otro, que cumpliera el flujograma de trabajo y las normas de bioseguridad fue un reto muy fuerte. Felizmente lo cumplimos.
«Tenemos cuatro equipos con un régimen de 24 horas por 72. Analizamos unas 200 muestras diarias, porque hay una sola máquina de PCR que no tiene
capacidad para mucho más. Es un esfuerzo extraordinario, porque son siete ciclos para obtener ese número de resultados.
«Además, con el kit que contamos se extrae manualmente el ADN, no es automatizado, eso exige cumplir estrictamente con las normas de bioseguridad y es mayor esfuerzo, así como más tiempo de permanencia en el puesto. «Estoy muy conforme con el diseño final. Los compañeros del IPK y del Ameijeiras nos han referido que están muy complacidos con el resultado también», destacó.
Investigadora auxiliar y graduada en Bioquímica, Tatiana refiere que el centro no contaba con suficientes recursos humanos con experiencia en biología molecular y ninguno de ellos en enfermedades infecciosas.
«Tuvimos solo 48 horas de entrenamiento con nuestros asesores y fueron también dos noches estudiando, porque una cosa es la teoría y otra es incorporarlo a la práctica. Teníamos cierto temor, pero el deseo de ayudar nos permitió salir adelante», concluyó.
Compromiso con la ciencia
Beatriz Suárez Besil.Foto:Roberto Suárez.
«El centro analiza de lunes a jueves las pruebas de PCR, pero de viernes a domingo continuamos haciendo el trabajo habitual, porque no podemos abandonar nuestra labor en el programa cubano de Diagnóstico, Manejo y Prevención de Enfermedades Genéticas y Defectos Congénitos», expresó la doctora Beatriz Suárez Besil, jefa del Departamento de Atención Médica.
«Hay un alto compromiso, porque el centro tiene misiones asistenciales, docentes e investigativas y coordinamos desde el punto de vista metodológico todos los programas de genética que se realizan en el país. Contamos con cinco laboratorios dedicados a citogenética, biología molecular, genética bioquímica, inmunología y estrés oxidativo, algunos de ellos son los únicos en Cuba.
«Además realizamos una labor investigativa, tenemos proyectos encaminados a diferentes grupos de enfermedades y desarrollamos docencia, de pregrado (en el segundo año de la carrera de Medicina) y de posgrado (con residentes de la especialidad y maestrías)», subrayó.
Por su parte la doctora Giselle Monzón Benítez, especialista en Genética Clínica, recordó que si bien el centro tiene un promedio de edad de 45 años y la mayoría son mujeres, los elegidos para realizar la nueva tarea tienen alrededor de 30 años.
Giselle Monzón Benítez.Foto:Roberto Suárez.
«Mientras, seguimos también con una investigación vinculada con la COVID-19», apunta la doctora Beatriz. «Tiene como base la realización de estudios clínico-epidemiológicos, de laboratorio, básicamente hematológicos, inmunológicos y de ADN de pacientes que padecieron la enfermedad y ya se encuentran de alta epidemiológica».
El estudio, en el cual participa también el Centro de Inmunoensayo, ayudará a incrementar el conocimiento sobre la enfermedad, y a caracterizar todos los factores relacionados con su incidencia, letalidad y abordaje clínico y terapéutico.
«Quien piense que los científicos cubanos son personas muy ocupadas en un laboratorio, con papeles y probetas está equivocado», argumentó la doctora Giselle. «Nosotros tenemos los mismos problemas que el resto de las personas, solo que nos acompaña una responsabilidad y un compromiso muy altos que sobrepasan cualquier complicación personal y como el resto del personal de la ciencia en Cuba estamos hoy dispuestos para ayudar en todo lo necesario para combatir la pandemia».