LAS TUNAS.- «A Cuba hay que ponerle una medalla» -me dijo un viejo limpiabotas, entre betún, paños y cepillos. «¿Tú crees que en otros países del mundo los gobiernos enseñan a la gente a protegerse contra el coronavirus? ¡No hacen na´! Aquí vinieron unos doctores y nos alertaron sobre qué debemos hacer ante cualquier catarrito o falta de aire. Esas cosas son las que hacen grande a este país chiquito, compadre».
En efecto, en esta provincia las audiencias sanitarias han capacitado decenas de miles de trabajadores- tanto estatales como no estatales- concebidas para prevenir, controlar y enfrentar esa enfermedad. El plan es que no quede nadie sin prepararse, en especial quienes se desempeñan en sectores priorizados como salud, educación, transporte y comercio.
Mar y tierra
El litoral tunero cuanta con dos puertos nacionales abiertos al tráfico de mercancías con el exterior, únicas fronteras de la provincia. Según la Dra. Diamera Moreno, jefa del programa de control sanitario internacional, allí se aplican estrictas medidas de control a los marineros de los barcos que atracan para traer o llevar productos. De hecho, las autoridades portuarias conocen a priori el estado de salud de la tripulación y los puertos de donde proceden. El reciente arribo de una embarcación procedente del Caribe a Puerto Carúpano confirmó la efectividad del Control Sanitario Internacional y la capacidad del colectivo y de las entidades inter actuantes para asumir los protocolos de prevención con agilidad.
Paralelamente, la vigilancia se ha tornado más intensa en los 550 consultorios del Médico y la Enfermera de la Familia dispersos por toda la geografía tunera, que contabiliza, además, 14 policlínicos e igual cifra de áreas de salud con consultas especializadas en infecciones agudas respiratorias, IRA, con profesionales, equipamientos, insumos y cubículos de aislamientos. Esta organizada estructura está en condiciones de reservarle al coronavirus una auténtica encerrona.
Cuando le digo al viejo limpiabotas que, además de lo dicho, que los más de 1 800 colaboradores tuneros que cumplen misiones en 30 países se encuentran en perfecto estado de salud, exclama: «¿Pero no te lo acabo de decir? ¡A Cuba hay que darle una medalla!»
Y retorna sonriente a sus paños, sus cepillos y su betún.