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Fortaleza del saber

Cual protagonistas de un cotidiano asalto al futuro, cientos de historias de dicha, crecimiento espiritual y oportunidades se gestan hoy entre los muros del otrora cuartel Moncada, a 60 años de su conversión en escuela

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Loinet Moya Bonne acaba de ganar el concurso municipal de Lengua Española de 5to. grado. Siente un gran orgullo por poder defender así el nombre de su escuela y aportarle este logro la hace sentir bien, confiesa.

Sin embargo, aclara con singular vehemencia y locuacidad para sus 11 años de edad, no puede dejar de destacar que en este resultado, además de su entrega y esfuerzo, está la obra de sus maestros.

Quizás por eso afirma sin tapujos, que lo que más le gusta de su escuela son sus educadores. «Tengo muy buenos maestros que me inculcan valores, que me preparan para una formación integral, para poder llegar a ser una profesional de la Medicina y continuar ayudando a nuestra Revolución», dice, y hay una fiesta en sus negros ojos.

Cuenta que además de concursar por Lengua Española, es monitora de Matemáticas, y responsable de Emulación de de su colectivo pioneril, donde se realizan muchas actividades como caminatas por distintas fechas, competiciones con otros centros, acampadas.

Loinet es alumna de la escuela Juan Manuel Ameijeiras Delgado, uno de los seis centros que hoy integran la Ciudad Escolar 26 de Julio, y su historia es también la de muchos otros de sus coetáneos que se asoman al conocimiento en la institución que desde el 28 de enero de 1960, transformó al otrora cuartel Moncada, siempre asociado al crimen y a la represión, en una fortaleza del saber y las oportunidades.

Cotidiano asalto al futuro

Un total de 2 751 estudiantes: 1 989 de la educación Primaria y 762 de la Secundaria Básica, guiados por más de 400 trabajadores, entre docentes y no docentes, y agrupados en cinco escuelas primarias y una secundaria cuyos nombres recuerdan a aquellos que entregaron sus vidas entre estos muros, se empinan hoy hacia el futuro en la Ciudad Escolar 26 de Julio.

Un claustro preparado, donde más de la mitad de sus 80 docentes son másters, lo que sin dudas contribuye al desarrollo del trabajo metodológico, científico, y a la preparación de los 16 egresados de escuelas pedagógicas que se forman como licenciados en Educación en sus aulas, y el vínculo constante con la familia y la comunidad son pilares esenciales en el empeño de ser una escuela de excelencia, que descuelle por la calidad de su proceso de enseñanza aprendizaje.

Resultados sistemáticos en la participación en los concursos de conocimientos y el ser referentes en actividades relacionadas con el cuidado del medio ambiente, la preservación del patrimonio, y la defensa de los derechos de las niñas y los niños, dada su condición de Centro Asociado a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura desde 1985, son logros igualmente en su haber.

Así lo describe Leonardo García Pardo, quien desde hace dos cursos se desempeña como el director general de la Ciudad Escolar 26 de Julio, y es además el más joven y el primer hombre que ocupa esta responsabilidad en estas seis décadas.

Con tal compromiso político, asume el colectivo actual de la Ciudad Escolar 26 de Julio el ser la institución educativa ubicada en el otrora cuartel Moncada, refiere García Pardo, para quien estar al frente de una escuela como esta, con una matrícula tan grande, le reafirma en el empeño de continuar el legado de mujeres como Nora Pierre, —directora fundadora—,de Rosa Ibis Petitón, y muchas otras que derrocharon entrega y profesionalidad a lo largo de estos 60 años para que la institución se haya mantenido como un emblema de la educación santiaguera, cubana.

«No estamos en cualquier sitio, enfatiza García Pardo, estamos en un lugar histórico que marcó un hito en el devenir de nuestra Revolución y hacer que estos muros que fueron una fortaleza de tortura, de maltratos a la juventud, descuellen hoy como referencia de calidad en la enseñanza, en la formación de valores, es un compromiso para cada educador, para cada familia, para cada directivo de Ciudad Escolar.

«Tenemos el compromiso de cumplir con el encargo social de enseñar, de educar y hacerlo bien; de ahí que tenemos que seguir trabajando en función de lograr una familia más integrada con la escuela, un estudiante más comprometido con su centro y un docente más consciente políticamente del papel que le corresponde jugar en la formación de las nuevas generaciones.

«A partir del próximo curso, nos insertaremos en el tercer perfeccionamiento, lo que nos obligará a reforzar los vínculos con la familia y las instituciones cercanas en aras de que la escuela pueda considerarse como la institución, el espacio más importante de la comunidad, y eso se revierta en un mejor aprendizaje y en la formación integral de nuestros escolares.

«Así seguiremos también sosteniendo ese anhelo, que nos llena de orgullo, de muchos padres y niños santiagueros, quienes expresan: “Yo quiero que mi hijo estudie en «El 26”».

Como la historia

A la altura de sus siete años el pequeño Mario Raúl, alumno de segundo grado en la escuela Abel Santamaría, se siente feliz de estudiar en una de las aulas de la Ciudad Escolar 26 de Julio. «Fidel asaltó este cuartel en su lucha por la libertad de Cuba…», dice y su voz se pierde en la narración sobre las armas, los uniformes y los instrumentos de tortura que conoció en el Museo aledaño a su escuela, adonde los llevó su maestra.

Y es que alumnos y docentes de la Ciudad Escolar 26 de Julio están convencidos de que la preservación de la memoria histórica es además de una manera de ser leales a tanta sangre joven que se vertió entre estos muros, es la mejor forma de ser consecuentes con la encomienda que les dio Fidel en aquella soleada mañana del 28 de enero de 1960, cuando se conmemoraba el aniversario 107 del natalicio de José Martí.

Con el énfasis de quien cumple una promesa, el líder histórico de la Revolución cubana les dijo entonces: «…este edificio no lo necesitamos para fortaleza. Antes necesitaban una fortaleza para defenderse del pueblo; y ahora, cuando el pueblo es el que defiende la Revolución, no necesitamos fortalezas. Como lo que necesitamos son escuelas, pues, por eso nosotros estamos convirtiendo todas las fortalezas en escuelas…».

Fue Fidel enfático aquel día. «No tomamos la fortaleza el 26 de Julio, ni la tomamos el día Primero de Enero, hoy la hemos convertido en un centro de enseñanza, hoy sí hemos ganado esta batalla».

Por eso desde la máxima de que la historia de este lugar no será jamás olvidada, alumnos y maestros se empeñan en hacer historia nueva y aprovechan sus escenarios naturales para potenciar el aprendizaje del devenir patrio y consolidar sus resultados.

Bien lo sabe la destacada pedagoga Ana Rosa Brito Chaveco, quien durante los últimos 26 años de su vida ha crecido profesionalmente en la Ciudad Escolar 26 de julio. Apasionada de la historia y del magisterio, el nombre de la seño Rosita como todos le llaman, se asocia aquí no solo con las buenas clases y la exigencia en el desempeño de los alumnos, sino igualmente con los resultados  en los concursos de conocimientos, y la constante promoción de actividades extracurriculares que formen patriotas.

Trabajar en Ciudad Escolar 26 de Julio, sostiene, además de permitirle realizar un sueño, le ha posibilitado desempeñarse en el nivel de Primaria, que para ella es el cimiento de la enseñanza del hombre. «Sin la Enseñanza Primaria, no se camina en ninguna otra enseñanza, porque lo que bien se aprende en Primaria nunca se olvida».

«Me gusta enseñar y al mismo tiempo educar, que son dos cosas indisolublemente ligadas, y eso lo logras desde las actividades extracurriculares, con ellas formas, fomentas valores, explotas las potencialidades de los niños; yo digo que todo educador tiene en sus manos un diamante en bruto, que si sabes pulirlo, logras muchas cosas; eso trato siempre de inculcárselo a los nuevos maestros.

«Por eso me siento muy orgullosa cuando voy por las calles y todos me llaman con respeto, me recuerdan las lindas redacciones de la Primaria o me dicen, gracias profe Rosita, pues con usted aprendí a conocer y valorar mi historia».

Para Ana Rosa Brito, a la altura de estos 60 años la Ciudad Escolar 26 de Julio tiene el reto ser cada día mejor. «Tenemos el deber de irradiar, como mismo irradia la historia en esta etapa de nuestro devenir: la Revolución en el poder, y hacerlo formando con calidad niños y niñas como lo dice el modelo de escuela primaria, niños y niñas integrales, comprometidos con el futuro de esta Patria».

Sus palabras encuentran el eco de las sonrisas infantiles. Y es que, en uniforme y pañoletas, con la luz del saber como guía, desde las aulas de la Ciudad Escolar 26 de Julio se reivindica cada día la historia del Moncada. Desde hace 60 años anida allí la certeza de que los anhelos del ayer son aquí la más hermosa realidad.

Tenemos el deber de irradiar como nuestra historia, asegura la maestra Ana Rosa Brito.

«Lo que más me gusta de mi escuela son sus educadores», sostiene con vehemencia la alumna de Quinto grado Loinet Moya Bonne.

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