Desde su creación por Fidel, hace 58 años, la Educación Especial en Cuba ha crecido no solo en número de instituciones y docentes, sino también en su carácter científico y en los aportes pedagógicos a una enseñanza que es inclusiva, integradora y obra de infinito amor.
El país tiene más de 300 instituciones preparadas para atender a personas con necesidades educativas especiales, que hoy suman unas 33 600, dijo Beatriz Roque Morales, directora nacional de Educación Especial, quien agregó que la Mayor de las Antillas no deja abandonado a ningún alumno con dificultades para el aprendizaje, pues son de alta prioridad para el Estado.
Que cada cual estudie y desarrolle sus capacidades hasta donde sus limitaciones se lo permitan es el objetivo de este subsistema de enseñanza, y en consonancia con ello, en el actual curso escolar hay más de 1 070 alumnos de este tipo matriculados en la Educación Técnica Profesional. «Anualmente se incorporan al empleo una cifra similar con discapacidad intelectual, y unos 200 con discapacidad visual, auditiva o físico-motora acceden a la Educación Superior, de donde han egresado 1 411 en las últimas dos décadas», puntualizó.
Roque Morales expresó que la preparación de docentes (actualmente son 18 681 frente a las aulas) es fundamental, así como su comprensión, dedicación y esfuerzo. Para esa labor, dijo, se preparan cientos de especialistas en escuelas pedagógicas y licenciaturas. Aunque es un desafío, cuando las limitaciones lo permiten el alumno se incluye en centros de enseñanza general, donde deben recibir mayor atención por parte de los maestros, por tanto también es preciso preparar al resto del grupo para que lo acompañen y ayuden ante alguna dificultad, y para los alumnos sordos se necesitan intérpretes de Lengua de Señas, comentó.
Esta atención comienza en edades tempranas, y para ello hay especialistas en círculos infantiles y en el programa Educa a tu hijo, que orientan a la familia cómo ayudarlos a transitar hacia niveles superiores. De manera especial destacó el trabajo de los más de 200 centros de diagnóstico y orientación, que con unos mil especialistas contribuyen a la detección precoz de cualquier limitación educativa y ayudan a la familia a adoptar las medidas más adecuadas para el desarrollo correcto del aprendizaje de sus hijos.
Acentuó que acudir a un centro de la Educación Especial no es una imposición: especialistas y la familia de conjunto deciden qué es lo más beneficioso para el estudiante y dónde podrá alcanzar mayores beneficios en aras de su futura integración en la sociedad. Para quienes están hospitalizados por largos períodos o tienen dolencias que no les permiten asistir a la escuela, se cuenta con aulas hospitalarias y maestros ambulantes.