La producción de hilazas, cordeles, frazadas de piso, almohadas... forma parte del objeto social de la empresa. Autor: Alexis Del Toro Publicado: 19/08/2019 | 09:03 pm
Todavía frescas las heridas de la Segunda Guerra Mundial, Japón se dividía entre quienes creían, entre otros ideales, en el conservadurismo imperial y fascista, o veían un futuro sin tanta propiedad privada, movido hacia la izquierda. Esa última tendencia socialista tuvo un líder, Inejiro Asanuma, asesinado el 12 de octubre de 1960 en un acto popular, mientras pronunciaba su discurso.
Quiso la Historia que, del otro lado del mundo, casi simultáneamente, surgiera una Revolución en Cuba, y que decidiera crear una hilandería en el municipio holguinero de Gibara (el 21 de mayo de 1961), cuyo nombre recuerda a Asanuma. Hoy, la referida industria es una UEB, adscripta al Grupo Empresarial de la Industria Ligera (Gempil), cuyas producciones se comercializan bajo la marca Gihilan.
Su principal objeto social es la producción de hilazas, cordeles, frazadas de piso, confecciones textiles, colchones, almohadas, cojines y productos plásticos, incluyendo envases.
Después de las inversiones
Aida Oro, directora allí desde hace 26 años, afirma que en 2017 empezaron la última inversión, culminada en junio de 2018. «Esta consistió en la modernización y ampliación de la industria, con una línea más de producción (tenían antes una sola), de procedencia suiza y alemana, que permite producir 2 634 toneladas de hilo al año, algo que le ahorra al país, de manera total, la importación de la hilaza cruda de algodón y de 50 toneladas de cordeles.
«Ambas representan más de 11 millones de dólares de sustitución efectiva y propician el encadenamiento productivo de esta industria con otras, para la producción de bienes de consumo con destino al pueblo y a otras entidades. Hay una gama de productos, derivados de la hilaza de algodón, que se fabrican en otras textileras cubanas, que también sustituyen importaciones», dijo.
El ingeniero industrial Adolfo Sarmiento, especialista principal de Inversiones, asegura que la inversión en cuestión tuvo una buena concepción desde la etapa de preparación hasta la explotación de las nuevas tecnologías de hilatura, para la producción de hilos de algodón cien por ciento.
«Proyectamos la instalación de dos líneas, en función de obtener hilos cardados y peinados. En el primer año después de la inversión, los resultados se corresponden con lo previsto en el estudio de factibilidad. Se garantizó lo que necesita la tejeduría nacional y tenemos posibilidades de encadenamientos productivos, teniendo en cuenta la revitalización de la tejeduría de punto», añade.
Agrega que están trabajando en un proyecto para la introducción de tecnologías de producción de frazadas de piso. «Se va a instalar una línea a fin de producir más de siete millones de unidades anuales. Estamos buscando financiamiento, pues eso impulsaría la materialización de esa inversión», explica.
Para acometer los trabajos de inversión se han tenido que hacer transformaciones en el sistema constructivo de la hilandería. Se han materializado adaptaciones estructurales, modificaciones en el sistema eléctrico, de mantenimiento. Han influido en esa tarea todas las especialidades de la construcción.
Exportación y ahorro
Actualmente participan en una exportación acompañante con el cordel que se le produce al Minint y al Minag para los sacos de carbón. En estos momentos, se realizan pruebas con el hilo cardado, a través del cual se va a producir. Alquitex tejido para sábanas con hilaza 511, a fin de concretar su exportación. Se realizaron análisis en pos de impulsar el potencial de productos exportables, trabajándose la hilaza y otros.
En la hilandería, el ahorro es tarea fundamental, es parte de la cultura de la organización. Resulta una fuente de ingresos, toda vez que en todos los talleres se recupera y recicla, incidiendo esas acciones en los niveles de utilidad. En la práctica, se generan desperdicios y a partir de estos una parte se incorpora al proceso productivo (abarata costos) y la otra se emplea en la producción de frazadas de piso.
«La propia producción de frazadas de piso genera productos como la recortería, que a su vez se utiliza en la propia industria como fuente de encadenamiento productivo interno, por ejemplo, en la obtención de módulos textiles en el taller de costura, y junto a otros desperdicios del proceso, se producen almohadas, cojines y colchones, y nos encadenamos hacia fuera con Industrias Locales, cooperativas de producción agropecuaria y cuentapropistas», explica Aida Oro.
Las pacas de algodón que llegan como materias primas importadas traen ocho alambres acerados como promedio, que se utilizan internamente en la elaboración de muelles de colchones, y posibilitan encadenamientos con otras entidades del territorio, para la producción de elementos de construcción de viviendas.
Toda la recortería que se genera en el taller, la cual no es utilizable en ese lugar, se procesa y recicla en una máquina construida en la propia fábrica.
La experimentada Directora acota: «Tenemos un taller de producción de plásticos, que incluye un proyecto de desarrollo Local con resultados. Allí se producen piezas de repuesto y accesorios para nosotros y otras industrias del país en general, así como, desde hace dos años, desarrollamos una línea de envase que cuenta con cuatro formatos dirigidos, fundamentalmente, a la industria alimentaria y a la agricultura.
«Recientemente, firmamos contrato con el Turismo para el empleo de nuestros envases en una fábrica de helado holguinera. De todo el desperdicio del plástico se derivan otros productos comercializados en moneda nacional».
Generaciones
La hilandería cuenta con aulas de la enseñanza técnica y profesional, en las que se han graduado dos cursos de obreros calificados y uno de técnicos medios, todos con total respuesta laboral aquí, lo que profundiza el sentido de pertenencia.
Lisbeth Ferrer (23 años de edad), quien se graduó de obrera calificada, es secretaria general del comité de base de la Unión de Jóvenes Comunistas. «Hace poco realizamos el balance de trabajo de la organización en 2019. Aquí se trabaja muy fuerte, y siempre tratamos de cumplir con cuanto plan de producción tengamos», argumenta.
Todo un veterano, Alberto González, especialista del área técnica-productiva y presidente del Comité de la ANIR en el centro, manifiesta: «Mi ocupación actual comprende mantener los parámetros o especificaciones de los distintos productos que hacemos. Analizamos las materias primas que adquirimos para lograr las mezclas idóneas que favorezcan los parámetros de calidad».
El ejemplo de Asanuma continúa vivo más allá de una placa que envió su propia viuda y que está en la entrada del edificio principal de la hilandería. Su trayectoria no culminó en aquella herida mortal infligida por la maldad. A miles y miles de kilómetros, desde un holguinero municipio marítimo, su Sol sigue naciendo.
La modernización y ampliación de la industria holguinera permite producir 2 634 toneladas de hilo al año, lo que contribuye a la sustitución de importaciones para el país. Foto: Alexis del Toro.