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Vilma en el corazón de Asela

Asela de los Santos evoca los años estudiantiles que compartió con la Heroína de la Sierra y el Llano, a 70 años de que la eterna Presidenta de la FMC ingresara a la Universidad de Oriente

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

«Llevo a Vilma dibujada en mi corazón. Aunque pase el tiempo, para mí es como si estuviera aquí, a mi lado, como el primer día». Asela de los Santos Tamayo, fundadora de la pedagogía revolucionaria, se conmueve al evocar la época en la que coincidió con la eterna Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, (FMC).

«La Universidad de Oriente fue el punto de encuentro entre las dos, y de esa institución procede mi formación revolucionaria. Tanto Vilma Espín como yo crecimos desde la conciencia y la acción en ese centro, junto a profesores prestigiosos y otros alumnos también integrados a la lucha.

«La politiquería andaba al galope en esos años y la ruptura entre la juventud, como sector rebelde, y los políticos era evidente. Los jóvenes eran beligerantes y se enfrentaban a quienes engañaban constantemente al pueblo. Vilma estuvo ahí, apoyando la causa justa».

No puede olvidar Asela aquel día del 10 de marzo de 1952, cuando aconteció el golpe de Estado de Fulgencio Batista. La noticia llegó al aula y Vilma secundó la idea que alguien expresó en voz alta de alzarse en armas.

«No es de extrañar su reacción. Aquello era traición a la Patria, y Vilma se unió a su hermana Nilsa y a otros estudiantes en un acto de repudio en el parque Céspedes, al que también asistieron Frank País, Pepito Tey, Cuqui Boch, Félix Pena y otros dirigentes estudiantiles».

Asela, quien fuera ministra de Educación en Cuba, habla hoy con emoción desbordante sobre Vilma. «Fue una de las mujeres más importantes en las luchas revolucionarias de nuestra generación, como lo fueron Melba Hernández, Celia Sánchez y Haydeé Santamaría. Su liderazgo era increíble, al mismo tiempo que sorprendía a todos con sus intachables cualidades humanas. Era la misma con todos, atendía a cada persona con esmero y no distinguía por color de la piel, estatus social o cualquier otro aspecto. La admiré mucho siempre».

Cuenta Asela que Vilma prefirió quedarse a estudiar en Santiago de Cuba y fue de las pocas que ingresó a la carrera de Ingeniería Química.

Vilma disfrutaba la vida universitaria, agrega su amiga, y fue una alumna integral. «Era deportista, solista de la coral de la Universidad, organizaba muchas actividades extraescolares y siempre fue esa persona justa que además aplaudía los actos de fraternidad y solidaridad».

La lucha clandestina fue un momento crucial en la vida de las dos, asevera Asela, quien recuerda las tareas que Frank País le asignó y que ella cumplió a cabalmente, como preparar botiquines para situarlos en casas cercanas a los objetivos que serían atacados; buscar médicos y enfermeras, así como trasladar en el auto a los compañeros y algunos cargamentos de armas.

Si de recuerdos se trata, Asela no deja que el paso de los años le arrebate las memorias de esa amistad. «A Vilma le gustaba mucho el cine y veíamos películas juntas. Le encantaba organizar fogatas en la Universidad, y alrededor de estos bromeábamos, reíamos y bailábamos. Sí, sobre todo bailaba. Yo prefiero contemplar como otros lo hacen, pero Vilma sí bailaba.

Mucha gente la quería, afirma Asela, quien además comenta sobre el buen gusto que tenía para vestirse y diseñar su propia ropa. «Me pedía que le cortara el cabello, recto, con un corte parejo. Y yo lo hacía, pero Raúl estaba siempre cerca y me decía que no cortara mucho, que a él le gustaba el pelo largo. Ellos estaban muy enamorados y todos nos percatamos de ello.

¿Sabías que Vilma no soportaba las mentiras?, me pregunta. «Ella valoraba la honestidad por encima de todo. Respeto mucho su obra, su legado. Recuerdo que cuando éramos estudiantes ya se vislumbraba como la mujer grande que fue después y que Cuba recuerda».

Asela derrocha alegría cuando habla de su amiga, la Débora de la clandestinidad. Agradece haber vivido esa época de la historia de Cuba, haber tenido la amistad de quien tanto luchó por los derechos de las mujeres cubanas, y sobre todo, está convencida de que Vilma estará siempre en su corazón.

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