Santiago sigue siendo Santiago. Autor: Odalis Riquenes Cutiño Publicado: 24/07/2018 | 07:42 pm
Vivo en una ciudad que sorprende al visitante y enorgullece a quienes la habitan; una urbe que es hoy referencia de país.
Un entorno que desde hace casi dos lustros es diferente, debido a modos de hacer renovadores y una manera muy peculiar de convocar a su pueblo, ese que se sabe el centro de atención de sus dirigentes y les responde con trabajo, la única y más eficaz manera de conseguir beneficios.
Me levanto todos los días en una urbe que se empeña, con el esfuerzo de todos, en responder a la petición de Raúl: ser una ciudad higiénica, ordenada y disciplinada y en no defraudar a su secretario del Partido, Lázaro Expósito Canto, infatigable surtidor de iniciativas y artífice, con el pueblo, de su colosal transformación.
Una ciudad donde dos conceptos sintetizan la filosofía del andar: la definición de unidad del Comandante en Jefe Fidel Castro, esa que habla de «compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, conceptos y estrategias a los que se llega mediante el debate y el análisis», y la de «trabajar duro», expresada por el General de Ejército Raúl Castro, en la que es imprescindible «saber identificar los problemas, enfrentarlos, y darles solución, defender las ideas de la Revolución y el Socialismo, hacer más, controlar más, exigir más y criticar menos».
Una ciudad de dulces finos, galletas, helados, café, chocolates, leche condensada y ofertas gastronómicas crecidas y también de gimnasios biosaludables, parques de ensueños, pantallas que te encandilan desde un corredor patrimonial único, para contarte lo mismo de la programación artística de la semana, que de la vida de sus personalidades de la cultura.
Y hasta de un personaje distintivo que sale todos los días a la calle, te abraza, se fotografía con los niños, vive y anima cada uno de sus grandes acontecimientos.
Varias obras sociales se han inaugurado en saludo al aniversario 65 de la gesta moncadista. Foto: Miguel Rubiera Jústiz/ACN
Una urbe que es la vitrina de una provincia de encadenamientos productivos para aprovechar mejor sus frutales, minindustrias que multiplican surtidos y polos productivos comprometidos con la alimentación del pueblo. Una localidad experta en tipologías constructivas, donde cualquiera te habla de las ventajas de la tecnología Forsa, colombiana, de cómo poblar las zonas rurales con casas de tipología IV (paredes de mampostería y madera, con techo de zinc), de alternativas para la fabricación local de materiales de construcción, y donde este año se construirán y entregarán más de 4 000 viviendas, unas 2 494 en los espacios urbanos, y cifra similar en zonas rurales, sobre todo de tipología IV, levantadas con un esfuerzo extraplan.
Un lugar donde cada rinconcito se aprovecha para concretar ideas y levantar sueños y más de un centenar de locales han cambiado de uso en pos del bienestar de la mayoría; donde el cuidado de sus áreas verdes preocupa tanto como conseguir la excelencia en los servicios; donde semáforos con vistosos pedestales antisísmicos elevan el confort y seguridad de las vías y sistemas de iluminación bañan de colores en las noches las fachadas de sus principales edificios.
Una ciudad de lámparas led y mercados ideales, que convirtió el revés de un devastador incendio en estilo diferente de trabajo y con la misma energía constructiva del fuego y un uso inteligente de recursos financieros como el aporte del uno por ciento de las empresas al desarrollo local, en dos años ha hecho arder de patriotismo y transformación a más de una docena de barriadas y comunidades con el estreno de más de 300 obras que elevan la calidad de vida de su gente.
Una ciudad que este 25 de julio cumple 503 años y que a cada paso se viste de confort y modernidad, cual muchacha seductora. Hablo de un centro citadino de banderas de alto porte en sus sitios emblemáticos, y calles transformadas en galerías de arte; de wifi en sus arterias principales, salas 3D en los cines de sus poblados y computadoras por doquier, que atraen tanto como la corneta china.
Viviendas de tipología IV, ejemplo de cómo poblar las zonas rurales. Foto: Odalis Riquenes Cutiño.
Una urbe de vallas recién estrenadas en sus entradas, que no olvida su devenir y sale cada día a hacer la historia nueva como las mejores flores que ofrenda a Fidel y los padres fundadores de la nación, cuyos ejemplos custodia, con cariño infinito, en nombre de toda Cuba.
Una ciudad que a las puertas de un acontecimiento trascendente, como ser la sede del acto central nacional por el aniversario 65 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes afinca su quehacer en una máxima, tan práctica como inspiradora: que cada cual haga lo que le toca y lo haga bien.
Y que se propuso empinarse, venerar desde la raíz su patriótico andar, y conmemorar con resultados concretos este 26 de julio. Por eso entrega más de 300 nuevas obras para el disfrute de su gente, batalladora y orgullosa; además de un sinnúmero de acciones en todos los sectores que abarcan tanto los ámbitos económico y social, como espiritual.
Son los frutos de la ardua faena de una urbe donde el esfuerzo se da en colores: noches blancas, sábados azules y domingos rojos; singular y soñadora manera de convocar desde las organizaciones de masas. Así, entre todos, se han impulsado las tareas comprometidas y en ese empujón caben desde el aporte del más experimentado arquitecto o maestro de obra, hasta los brazos ágiles del joven que recoge escombros y acarrea materiales o el agua fría y el buchito de café en la mañana que trae la federada.
Esta es la fórmula del vigoroso Santiago. Ese que sorprende al visitante y enaltece la autoestima de sus pobladores, el mismo que este 26 de julio volverá otra vez al Moncada. Como en toda obra humana, aún quedan desafíos por vencer, pero más allá de su pasado glorioso, la tierra indómita podrá exhibir, ufana, en el acto por el Día de la Rebeldía Nacional, los frutos de su cotidiana e intensa entrega por la historia nueva.
El espíritu del 26 alienta la ciudad. Foto: Odalis Riquenes Cutiño.