En el piso superior del Iberostar Parque Central, el viceasesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes, recibió este lunes a seis periodistas cubanos en un briefing especial. A su espalda, el amplio ventanal de cristales permite ver la ciudad, tan bella como siempre, su malecón y el mar, que este lunes 21 de marzo no muestra su azul habitual. Ha entrado un frente frío o norte, que opaca también el cielo.
Sin embargo, el espíritu de la convivencia civilizada a la que ha llamado el Presidente Raúl Castro para ir construyendo las relaciones entre Cuba y Estados Unidos está presente en las respuestas del alto funcionario que termina confesando que su visión de Cuba, de sus dirigentes, de su pueblo ha cambiado en estos últimos años de búsqueda de esta nueva política.
Se declara categóricamente optimista. «Yo sí soy muy optimista», dice, aunque reconoce las enormes diferencias que se tienen «y no vamos a resolver esto rápidamente», pero la gente de ambos países, en mayoría en ambos casos, quieren que la relación se abra. No nos conocíamos, había pocas bases para el entendimiento común, asegura y ejemplifica que hace dos años nadie imaginaba visitar La Habana.
«Las cosas sí pueden cambiar» y subraya que le ha impresionado en primer lugar que debajo de toda la historia somos seres humanos, lo que ha comprobado mientras más conversa con los cubanos, con el Gobierno, con los empresarios, con los cuentapropistas, de que hay diversidad y actividad. Nos veíamos como algo monolítico y no tan variados y polifacéticos.
Rhodes reconoce que hay cambios en el bloqueo o embargo que pueden entrar en vigor inmediatamente e implementarse fácilmente, y menciona el aumento de las remesas y de los viajes; sin embargo asegura que hay otros que «exigen que nosotros continuemos en un diálogo para que se implementen efectivamente».
El uso del dólar es uno de esos temas, puntualiza Rhodes, aunque permitieron el acceso de Cuba al dólar en las transacciones internacionales y han autorizado también que las personas tengan cuentas en dólares en Cuba; dos medidas que en su opinión «conjuntamente, arrojarán beneficios significativos a la economía cubana».
Aseguró que han acudido a los bancos y dialogan con ellos «para que entiendan que ya está permitido este tipo de transacción y que no serán sometidos a ningún tipo de penalidad por tomar esa medida». Según el Viceasesor de Seguridad Nacional «hay bancos que tienen en sus computadoras programas que automáticamente rechazan ese tipo de transacciones económicas con Cuba».
Respecto al requerimiento cubano de que le sea devuelto el territorio que ocupa la Base Naval de Guantánamo, apuntó que ahora están enfocados en tratar de cerrar la cárcel. «Ese es el tema que nos consume primordialmente», aunque entienden cuál es el sentimiento de los cubanos y prevemos que va a ser un tema permanente de diálogo».
En cuanto al bloqueo, reafirma que el Gobierno estadounidense cree que «debe levantarse» e instan al Congreso a que lo levante. Ese es uno de los motivos por el cual invitaron a tantos miembros del Congreso, para que aumente el apoyo a la propuesta. «Mientras siga el embargo en pie, seguirán las limitaciones en las actividades entre los dos países», apuntó.
Señaló Rhodes que los elementos más difíciles de cambiar respecto al bloqueo, es lo que tiene que ver con el comercio y las importaciones y exportaciones. También expresó su confianza en que será muy dificil dar marcha atrás a esta nueva política.
Destacó la gran experiencia médica de Cuba y las posibilidades de cooperación en la salud. Los ministerios buscan alcanzar un acuerdo en enfermedades como el zika, el dengue y el cáncer.
Otra pregunta de la prensa cubana llevó a que Rhodes asegurara que han hecho «hincapié en que Estados Unidos no tiene una política de cambio de régimen en Cuba, y no busca imponer un sistema de Gobierno determinado en Cuba, y que los cubanos son los únicos que deben tomar esta decisión.
Esta periodista comparte el optimismo de Rhodes. Sabe que soplan vientos de cambio en la opinión pública norteamericana y, sobre todo, que se mantiene invariable la voluntad de los cubanos de decidir nuestro destino por nosotros mismos.