Miguel Alejandro González Martínez tiene intereses, no solo en seguir estudiando Química, sino también en ingresar en la carrera de Medicina. Autor: Enrique Ojito Linares Publicado: 21/09/2017 | 06:20 pm
Sancti Spíritus.— Al escuchar a Miguel Alejandro González Martínez, el miedo ante la Química se disipa mientras logra que esa ciencia parezca familiar. Este espirituano de 16 años de edad conquistó hace solo pocas semanas la medalla de plata en la XX Olimpiada Iberoamericana de Química, celebrada en Brasil. Otra vez, el nombre de la Isla se hizo eco en un evento donde confluyeron estudiantes de 18 naciones.
Desde su llegada al Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) de Sancti Spíritus, Miguel Alejandro, quien cursa allí su 12 grado, fue seducido por las clases de su profesor Agustín Plasencia, quien le ha enseñado a combinar con acierto las cantidades exactas de voluntad y estudio para que el resultado final sea sólido y resistente.
«Él me explicó cómo era el proceso que debía realizar si quería convertirme en un concursante de Química. No es nada fácil; por ello debo esforzarme diariamente. Desde el comienzo, él ha sido mi guía. El 50 por ciento de mis triunfos le pertenecen», dice sin detener sus manos entre las probetas que continúan pareciéndome objetos de otro planeta.
—Entre tantas asignaturas, ¿por qué esta área del saber?
—Con anterioridad me había preparado para los concursos de Matemática, Biología y Química, pero en menor medida. A la Física y la Informática sí que nunca las miré. Con la Matemática no me sentí cómodo. Entonces me quedaban las otras dos asignaturas.
Miguel Alejandro conoce al dedillo cada una de las etapas que le permitieron en septiembre de 2015 representar al país en el evento efectuado en Brasil. En su naciente currículo científico se exhiben diferentes lauros, como el primer lugar en el concurso provincial, así como medalla de oro en el Nacional, en décimo grado. También en el segundo curso del Preuniversitario obtuvo tercer puesto en el evento provincial y reiteró la medalla dorada a nivel de país.
—Aunque ya no eres un novato en las lides competitivas de esa ciencia, la XX Olimpiada Iberoamericana de Química sí te elevó la varilla de la preparación y el rigor…
—Con un rango superior al Encuentro Iberoamericano solo está el Internacional, pero a Brasil fueron estudiantes que se prepararon para este último. Así que el rigor estuvo presente en las dos pruebas que debimos enfrentar. La primera consistía en problemas teóricos, pero los datos para resolverlos los debías obtener mediante un procedimiento experimental. En la segunda prueba, te daban los datos y solucionabas el problema a través de lo que conoces de Química y de razonamiento lógico.
—¿Esperaste la medalla?
—Cuando se va a una competencia todo el mundo tiene la esperanza de ganar. Yo fui con esa meta y la «luché» duro.
—¿A la patria chica cómo llegó la notica del triunfo?
—Mi mamá cumple misión en Jamaica y desde allí se mantuvo al tanto. Mi papá fue a buscarme al aeropuerto. Cuando me vio, me abrazó y cargó de alegría.
—En tu agenda hay varios eventos y desafíos en camino...
—Sí, la Olimpiada Internacional es uno de los más importantes. A ese evento siempre envían a un estudiante de 12 grado, porque es el de mayor rigor. Así que desde ahora me preparo bien porque somos varios los que aspiramos a asistir. Y, lo otro, no menos importante, será obtener la carrera de Medicina para seguir los pasos de mis padres.