Ahora es un niño con un normal desarrollo psicomotor y del lenguaje. Autor: Cortesía de María Mendigutía Publicado: 21/09/2017 | 06:20 pm
Sancti Spíritus.— A Yanmar José Valle Mendigutía, con 15 meses de vida, el 30 de enero de este año se le realizó la primera craneotomía hecha por los servicios de Neurocirugía en esta provincia.
El pequeño infante padecía una craneosinostosis sagital que le imposibilitaba tener un desarrollo psicomotor y del lenguaje normal. Nueve meses después de aquella decisiva jornada, ya camina y habla, en correspondencia con su edad.
«De no operarlo, tendría retraso mental o podría sufrir otra anomalía, porque el cerebro tenía mucha presión», explica María Mendigutía, su progenitora.
Inicio del vía crucis
Yanmar José fue diagnosticado a los dos meses, y aunque las causas de ese padecimiento son poco conocidas, se supone que en este caso haya sido resultado de una preclampsia, estado de la mujer durante el embarazo caracterizado por hipertensión arterial, además de presencia de proteínas en la orina y aumento excesivo de peso.
De acuerdo con Juan Carlos Lage Barroso, residente en Neurocirugía, quien formó parte del equipo que realizó la intervención quirúrgica, su padecimiento consistía en la osificación precoz de la sutura sagital, es decir que los huesos del cráneo, como se dice popularmente, soldaron prematuramente. Además de que impedía el desarrollo natural del cerebro, incidía en la estética del paciente, acotó el galeno.
Por ello, la cabecita del menor de edad tenía un abultamiento en la parte anterior y posterior y un estrechamiento en el centro, según cuenta la joven madre.
Ante ese padecimiento, la única solución fue realizar una craneotomía. La familia Valle Mendigutía encontró apoyo incondicional en el hospital pediátrico provincial José Martí. Mas, descubrió que en Sancti Spíritus nunca se había realizado una operación de ese tipo a un menor de edad.
Sin tiempo que perder, se comunicaron con facultativos de Villa Clara, territorio que en ese momento no contaba con un neurocirujano especialista en infantes, y luego llamaron a La Habana, donde le insistieron en que en la provincia de origen existían todas las condiciones para ejecutar la compleja operación.
Tras varias investigaciones y análisis, el equipo del Servicio de Neurocirugía del hospital provincial Camilo Cienfuegos, de Sancti Spíritus, asumió el reto, aunque el momento ideal, según la bibliografía científica, hubiera sido realizarla cuando el paciente tenía seis meses.
La hora cero
Durante dos horas el equipo médico ajustó adecuadamente las proporciones de los huesos craneales para propiciar su crecimiento. El procedimiento eliminó aproximadamente el 40 por ciento de la bóveda craneana, lo que posibilitó el acomodo natural del cerebro para su perfecto funcionamiento.
«Debimos fracturar la unión de los huesos del cráneo, rebajarlos para que el cerebro pudiera acomodarse y tener espacio para crecer», rememora el galeno Lage Barroso, quien no olvida las horas de estudio del caso, dirigido por Ariel Álvarez Rodríguez, especialista en primer grado en Neurocirugía y jefe del equipo médico que tuvo a su cargo la operación.
En el mundo a los pacientes se les incorpora en la etapa posoperatoria un casco especial para protegerlos de cualquier golpe, lo que permite también moldear los huesos del cráneo. Ante la inexistencia en nuestro país de ese dispositivo, los galenos espirituanos realizaron el procedimiento, guiados por una cirugía similar hecha en Santa Clara, e introdujeron algunas variantes a la técnica aplicada, debido a la edad del paciente, refiere Juan Carlos. «Cuando lo pude tocar no sabía si agradecerle a Fidel o a los médicos. Pero mi mayor felicidad fue cuando lo escuché balbucear antes de las 24 horas de la operación algunas palabras. Nunca lo había hecho. Aún no me lo creo», añade María Mendigutía con la voz entrecortada.
Pasados los primeros seis meses de la intervención quirúrgica, el infante debió estar bajo cuidados estrictos para evitar caídas o golpes en su cabeza.
A la vuelta de casi un año, la enfermedad del espirituano Yanmar José ya es historia. Y es que hasta su pelo ensortijado, que impide ver la cicatriz, se ha hecho cómplice para que todos olviden los días difíciles, pero no la maestría de la medicina espirituana que lo regresó a la vida.