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Artefactos peligrosos

El empleo en la crianza de los bebés de cuanto aparato potencia el mercado debe estar avalado por fundamentos científicos que no pongan en riesgo su desarrollo psicomotor

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Luciana, mi ahijada, ya nació, y todo estuvo listo para recibirla. Coche, cuna, biberones, pañales, toallitas, ropitas compradas y regaladas, cremitas…Y todo el que llega opina, da consejos, cuenta anécdotas. La familia organiza todo y la alcancía se prepara…

Sin embargo, más que la canastilla y aquello que pueda ser imprescindible, me preocupa aún buscar información, leer artículos de sitios especializados y comprar libros de orientación porque ¿quién sabe cómo ser buena madre y buen padre? ¿Acaso la crianza correcta de un bebé nos viene escrita en el ADN? Lamentablemente, no son pocos los errores que se cometen y percatarse tarde de ellos puede tener un costo elevado.

Indago, pregunto, observo. La industria saca al mercado cuanto artefacto colorido se inventa para «enganchar» a los futuros padres, prometiéndoles con su empleo el mayor beneficio para su hijo. La lista es infinita, y en ella figuran los andadores, los cargadores, los corrales de colchón y malla, las cestas porta-bebés…, pero, ¿cuán saludables pueden ser?

Ando, ando… ¿cómo ando?

Comencemos por los andadores, esos asientos rodeados por una baranda unida a una base con ruedas. Algunos traen juegos interactivos con ruidos de animales, música y letras, incorporados en la baranda, con lo que se contribuye a la estimulación de los pequeños. Con este «aparato», el niño comienza a desplazarse gracias al impulso que se da con las piernas, y la familia aspira a que se acelere el caminar. Sin embargo, sucede todo lo contrario.

Una investigación realizada por un equipo de médicos irlandeses —publicada en la revista médica británica The British Medical Journal, y en la que colaboraron padres de 190 bebés—, revela que el uso del andador ralentiza el desarrollo motor del pequeño, lo que pudo comprobarse en el estudio comparativo realizado con bebés de igual edad que no usaron nunca el andador.

Las diferencias son considerables a la hora de establecer el momento en que consiguen ponerse de pie y andar sin ayuda de un adulto. Los bebés que crecen de forma natural, sin el andador, adquieren el equilibrio y la fuerza necesaria para su desarrollo mucho antes que los niños que lo utilizan, apunta la directora de la investigación, la doctora Mary Garrett.

La Academia Americana de Pediatría también publicó el año pasado un artículo en el que coincide en el criterio del retraso del caminar en los bebés que usan el andador. Estos además, corren un riesgo mayor de ser víctimas de cualquier accidente en casa, lo que ha sido confirmado por las estadísticas en consultas motivadas por las lesiones a causa del uso del andador. Los especialistas apuntan que muchos padres se confían y supervisan menos sus actividades porque creen que están menos expuestos al peligro.

Con este tipo de aparato se viola el normal desarrollo del niño que comprende las etapas en las que primero gatea, luego se sienta, más tarde se pone de pie y después inicia la marcha, afirma el licenciado en Ortopedia y Traumatología Luis Leonardo Pérez Rodríguez, jefe técnico de Ortopedia del Hospital Pediátrico William Soler, en la capital.

«El supuesto beneficio del andador en garantizar el apoyo de los bebés para que aprendan a andar erguidos no existe, pues ellos están sentados y en vez de aprender a realizar el movimiento para caminar, los niños van rodándose, impulsándose con sus piernas, adoptando posiciones incorrectas desde el punto de vista fisiológico.

«No ejercitan el equilibrio, no aprenden a sostener su cuerpo sobre sus piernas, pues estas no hacen fuerza alguna. En ocasiones se presentan casos de un cuadro de Genus Varus, que presenta las piernas en paréntesis, lo que popularmente llamamos piernas gambadas.

«No podemos olvidar tampoco que el pie es un punto fundamental en el crecimiento y el proceso cognoscitivo de los niños, y el andar de puntillas es típico en estos pequeños que usaron el andador. Muchas veces encontramos que se favorece el equinismo del pie, término asociado a las características de las extremidades de los caballos. En estos casos se acorta el tendón de Aquiles, y aunque puede corregirse en la mayoría de los niños, en no pocas ocasiones deben ser sometidos a cirugía para alongarles esta estructura».

La especialista en Medicina Física y Rehabilitación, la doctora Vivian Ruiz Clemente, del Departamento de Rehabilitación de esta institución hospitalaria, es categórica en su criterio médico. «No recomendamos el uso del andador. Viola las normales pautas del desarrollo motor del niño, incide en las deformidades del pie y la rodilla y, además, favorece la torpeza del pequeño y lo pone en riesgo de sufrir lesiones con más frecuencia».

Los padres deben aprender que la crianza del bebé está dirigida a hacer de él un individuo apto para la vida, agrega. «Es cómodo para los progenitores tenerlos ahí, sentados y moviéndose por la casa, y por ello no son pocos los que colocan a sus hijos en estos “aparatos” antes de los seis meses. Son niños que, cuando dejan de usar el andador, son más débiles que los que no lo usaron, les cuesta más trabajo andar bien y enfrentar los diferentes estímulos».

Con el empleo del andador, los bebés se acostumbran a una velocidad que no es real y pueden provocarse caídas por escaleras o el volcado del artefacto que, sin la supervisión de un adulto, conlleva graves peligros, añade Ruiz Clemente.

«Si se quiere tener al bebé en un espacio controlado y sin peligros durante el tiempo en el que el adulto realiza otras actividades, aconsejamos que sea en el corral, donde además puede tener sus juguetes, y tener un dominio visual de todo lo que ocurre a su alrededor», acota la especialista.

«Sí, y advertimos…Que sea un corral de madera, como los tradicionales, y no en uno de colchón y paredes de malla», enfatiza Pérez Rodríguez. «Los padres compran estos corrales porque quieren tener a sus hijos en un ambiente seguro para que no se dé golpes, pero atentan también contra su desarrollo motor porque a diferencia del corral de madera, el bebé no tiene de dónde aguantarse para ponerse en pie y por tanto, se impide que coja fuerza en sus extremidades superiores y luego en las inferiores».

Pudiera el niño estar en este corral un tiempo prudente mientras los miembros de la familia están ocupados en otras tareas, pero habría que dedicarle tiempo después a su estimulación psicomotora. «Tendría el adulto que sacar al bebé de ese corral de nube, como le llamamos, y realizarle ejercicios de estimulación, propiciarle el gateo en el piso y no con una sábana, darle opciones de agarre de los muebles, ayudarle a que adquiera fuerza en sus extremidades poniéndose de pie con apoyo… y la experiencia nos demuestra que no se hace caso de esta recomendación con frecuencia».

Características similares de retardo en el desarrollo motor presentan los pequeños que siempre están en los brazos de un adulto, o en la cuna o en un corral, añade Pérez Rodríguez. Las familias sobreprotectoras dañan mucho a los niños, pues les impiden tocar el piso, gatear, andar descalzos y son bebés hipotónicos, carentes de fuerza muscular. Puede que hablen muy bien y hagan otras cosas a nivel intelectual, pero en comparación con otros de su edad, son pequeños que apenas sostienen su tronco al sentarse, ni inician su marcha de manera natural».

Yo lo cargo, tú lo cargas…

¿Cómo transportar a un bebé si no se tiene un coche, o si este obstaculiza el paseo en guagua o en auto, o la subida de escaleras? El uso del cargador frontal es muy cómodo para quienes llevan un bebé consigo, pues permite el desplazamiento del adulto con los brazos y las manos libres y evitan la tensión física, porque el peso del bebé se reparte de forma más homogénea en el centro del cuerpo, y no en uno de los brazos o la cadera.

¿Es saludable para un niño ser cargado de esta manera? El licenciado Luis Leonardo Pérez Rodríguez asegura que sí es sano para el bebé, pues el fundamento científico de este accesorio permite que adopte la posición de rana, con lo que se favorece la correcta inserción del hueso fémur en la estructura de la cadera correspondiente, el acetábulo.

«Al igual que el pamper, el conocido culero desechable, los cargadores favorecen esa abertura de las piernas del bebé, y es una manera efectiva de evitar patologías de la cadera en los pequeños», apunta.

La doctora Vivian Ruiz Clemente destaca que en no pocos casos, el uso del cargador es indicado como profilaxis, como método preventivo de una displasia de cadera, por ejemplo, y para favorecer una postura correcta. «Similar efecto conseguimos en ocasiones cuando le aconsejamos a la madre o al padre colocar pampers dobles, precisamente para lograr las piernas del bebé bien abiertas», agrega.

Desde el punto de vista emocional, el uso del cargador favorece la cercanía del bebé con el adulto, pues siente los latidos de su corazón, la respiración, su olor y la vibración de su voz. No obstante, estudios recientes sugieren que en vez de llevarlo contra el pecho, con su cabecita hacia dentro, es más factible llevarlo mirando hacia fuera, brindándole toda la gama de estímulos visuales y sonoros ante los que debe ir reaccionado paulatinamente.

Recomiendan los expertos que los tirantes de soporte del cargador sean anchos, acolchados y regulables en función del crecimiento del bebé; que este pueda recostar su cabeza a una almohadilla, y que las aberturas para los brazos y las piernas estén diseñadas de tal manera que no permitan que el niño resbale en su interior.

«El cargador siempre será un método más seguro para el desplazamiento con el bebé, aunque no debe utilizarse si vamos en bicicleta o aprisa, pues una caída sería fatal. Por la misma razón, pero con el agravante de que sería más tardía la reacción del adulto, no deben usarse las cestas para transportar al pequeño, pues lo llevamos en la mano, como un bolso, y cualquier evento puede desestabilizarnos sin tiempo suficiente para salvarlo.

«Hay que documentarse a profundidad, investigar, y lo ideal sería que en toda área de salud se brinden las orientaciones pertinentes para la correcta crianza de un bebé. Ante cualquier anomalía detectada en el desarrollo del bebé o sospecha de ella, en instituciones como esta se puede acudir al Grupo de Neurodesarrollo, donde un equipo multidisciplinario realiza la evaluación del pequeño y actúa sobre él con el tratamiento rehabilitador que amerita», destaca Ruiz Clemente.

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